El infinito. Lo dice su cuenta de Twitter (@braianinfinitotoledo) y él lo repite en cada encuentro como si fuera una muletilla. Lanzar al infinito.
Llegar al infinito. Esta palabra, tan presente en su carrera, denota la ambición que tiene Braian Toledo. Un deportista que sufrió el hambre, la violencia y el abandono, que dormía en el piso y hasta hace poco tuvo que trabajar de peón de albañil. Quizá por esta historia no se conforma con todo lo mucho que ya logró.
El atleta de Marcos Paz viene de meterse en la final de los Juegos Olímpicos, con la tercera mejor marca de su carrera (81m96), pero quiere más. Y por eso tomó la decisión de dejar a su coach de toda la vida.
En realidad, a su segundo padre, a esa persona que lo contuvo y ayudó incluso más de lo que le enseñó. Pero Braian sueña en grande, por eso contrató a uno de las eminencias de la jabalina en el mundo, el finlandés Kari Ihalainen, jefe técnico de los lanzadores de su país.
Un cambio enorme, a todo nivel, que él mismo explica. "Sentía que había cumplido un ciclo con Gustavo y él pensaba lo mismo.
Veníamos hablando desde hacía tiempo que hacía falta un cambio y tomamos juntos la decisión. Es lo que necesito para seguir acercándome a los europeos, que son los que dominan la prueba. Costó mucho, pero fue algo pensado, madurado, luego de dos años de análisis", explica Braian.
Su sorprendente madurez, pese a sus 23 años, hace que la resolución no deje lugar a dudas. "Gustavo fue clave en mi vida y en mi carrera. Fue quien me acercó al deporte y me enseñó todo lo que sé. Tenía que diferenciar la parte humana de la técnica… Con Gustavo sólo se terminó la relación deportiva", cuenta luego de pasar unas minivacaciones.
La alianza con Ihalainen es la mayor noticia de su carrera. "Es una eminencia del deporte. Yo no lo conocía hasta hace un tiempo, en Río se nos acercó y ayudó. Empezamos a hablar y llegamos a un acuerdo. Tiene mucha experiencia y una larga trayectoria trabajando con varios lanzadores que han podido tirar arriba de los 90 metros. Los formó y vivió el crecimiento de cada uno. Por eso creo que es quien necesito para llegar muy bien a los Juegos Olímpicos de Tokio", opina Toledo, quien ya pasó tiempo con él en Argentina.
"Estuvo durante diciembre y ahora vuelve en febrero. Fue todo muy bueno en esas semanas que entrenamos juntos", informa Braian, quien deberá hacer un esfuerzo extra desde lo emocional. Marcos Paz siempre fue su casa y su lugar de entrenamiento.
Tanto que adecuó la pista de su ciudad para que la diferencia con la del CeNARD fuera mínima y así evitar viajar mucho a Nuñez. "Sí, ahora deberé viajar aún más lejos (se ríe)...
Tendré que pasar buena parte de mis próximos cuatro años en Finlandia, pero no me costará porque sé que es el momento", asegura quien en este 2017 tendrá al Mundial de Londres como objetivo deportivo más importante. "Igual, lo principal será asentarme en su forma de trabajo, que es totalmente distinta a la que estaba acostumbrado. Por suerte me gusta mucho y ya noto cambios", se alegra Toledo.
Sus avances en lo deportivo lo tienen feliz, pero no hay nada que haga sentir más pleno a Braian que ayudar a los demás, algo que viene de su esencia, de lo más profundo de su ser luego de todos los duros momentos vividos en la infancia.
"Para mí ayudar no tiene precio, ver las caras de los chicos cuando le solucionás un problema, vivir el agradecimiento de la gente que necesita no lo comprás con nada”, explica el lanzador cuando habla de la Huella Weber, el programa social de Weber Saint Gobain que obliga a sus embajadores deportivos a elegir un lugar a mejorar.
“Es mucho más que un sponsor. Me cuida, me hace sentir único y me ayuda a ayudar. Sin ellos no podría tener esta hermosa sensación… Mi lugar elegido es el comedor Arriba Los Pibes de mi Marcos Paz, que ya tiene los materiales donados por la empresa y avanza con la construcción”, informa quien también fue finalista en el Mundial de Beijing 2015.
“Voy a tener una gratitud enorme con Weber porque siempre quise ayudar pero no podía... Por suerte esta unión de voluntades lo ha hecho posible y mi felicidad es plena”, explica.
El crecimiento de Braian es afuera y adentro de la pista. “Sí, sé que crecí mucho en los últimos años, como deportista y como persona, pero estoy abierto a crecer mucho más”, asegura. Un chico que va por todo, que no quiere límites…