Una gran doble posibilidad se le abre hoy a la Selección: si gana logrará el pase a octavos de final, pero también puede asegurarse el primer puesto del Grupo F si es que luego empatan bosnios y nigerianos. Si consigue ganar la zona, su rival en la próxima fase será el segundo del Grupo E.
Argentina llega precedida de una semana cargada de tensiones y versiones cruzadas. El lunes pasado, luego del debut victorioso contra Bosnia, fue Lionel Messi quien se enfrentó con la prensa y descargó mensajes de peso. Por un lado, señaló: "Con tres delanteros nos sentimos más cómodos"; por el otro, dijo: "Somos Argentina, no podemos pensar a quien tenemos enfrente". La contundencia de las palabras del capitán del equipo aún resuena.
Alejando Sabella se hizo cargo del tema durante la conferencia de prensa de ayer; es más, ahondó en el asunto y de ninguna manera tuvo una actitud esquiva. "Yo decidí que Messi fuera el lunes a la conferencia" expresó, dejando por sentado que Lio tuvo autorización de su entrenador y que no concurrió por una decisión individual.
La cuestión es que el albiceleste saldrá a jugar con el 4-3-3, el mismo esquema que utilizó en el segundo tiempo del partido en Río de Janeiro. El 5-3-2 de la etapa inicial quedó archivado en el vestuario argentino, durante el entretiempo del juego contra Bosnia.
La Selección se favorece con el retorno al sistema que más de una vez había utilizado el propio Sabella durante las eliminatorias pasadas. Los demás jugadores -no sólo Lio- también lo reconocen.
La formación tiene más equilibrio en el sector central porque el primer pase sale rápido y preciso hacia quienes ocupan ocasionalmente puestos en ataque: Messi, Agüero, Higuaín y también Di María, sumado desde su posición de volante externo. En consecuencias, mejora el equilibrio del conjunto porque hay mayor tenencia de balón y, por ende, se fortalece el hecho de poder defenderse con la pelota.
Cualquier esquema puede ser favorable o perjudicial de acuerdo a cómo lo pongan en práctica sus principales actores, los futbolistas. El 5-3-2 obliga a que los laterales se desprendan en velocidad para ofrecerse como descarga o para realizar un relevo en la zona central si es que algún mediocampista acompaña el ataque como conductor o receptor.
En teoría, el Seleccionado nacional está en condiciones de hacerlo, pero en la práctica se notó la incomodidad durante la parte inicial ante los balcánicos, más allá de que se haya terminado ganando el parcial.
Irán es un adversario de antecedentes escasos en la alta competencia. Hasta su entrenador o los jugadores base reconocen que vencer a los argentinos sería poco menos que un milagro. Organizado con disciplina táctica puede complicar, pero las diferencias de jerarquía individual son enormes con la Selección.
La oportunidad es propicia para que Argentina esté a la altura de las circunstancias y potencie su capacidad para quedarse con los tres puntos y también para dar una prueba de autoridad. Recursos, le sobran. Es la hora de ponerlos en práctica.