La CGT unificada pareció escuchar la sugerencia de la Iglesia al evitar convocar a un paro nacional hasta tanto no se agoten todas las instancias de diálogo, por lo que el presidente Mauricio Macri viajó a Roma para su segunda audiencia con el papa Francisco sin una huelga sobre sus espaldas.
Los “acuerdos” alcanzados con la central obrera, más la convocatoria por decreto a la Mesa de la Producción y el Trabajo, dieron al primer mandatario el aire suficiente para llevar al Pontífice la sensación de que el diálogo social está encaminado, pese a que algunos -entre ellos la CTA Autónoma- hayan cuestionado no ser convocados.
Macri intentará demostrar a Jorge Bergoglio -se asegura en pasillos de la Casa Rosada- que escuchó su llamado a “ponerse la patria al hombro” y que gobierno, empresarios y sindicalistas trabajan por esa “cultura del encuentro” que él alienta desde el Vaticano.
Monseñor Víctor Manuel Fernández, rector de la UCA y hombre de confianza del Pontífice, aseguró esta semana que “no es imposible” unir a los argentinos, aunque reconoció que “es difícil delinear estrategias para lograrlo”, y sostuvo que la prédica papal por la unidad rechaza las dialécticas que enfrentan y concibe la sociedad como un poliedro, por sus “muchas facetas”, donde las diferencias pueden convivir.
En ambientes políticos y eclesiásticos hay certezas de que en la audiencia considerada de reconciliación, en Il Fungo (el hongo), el estudio cercano al Aula Pablo VI, Francisco y Macri centrarán su charla en la urgencia de combatir la pobreza, que afecta a más de 13.000.000 de argentinos, y en la necesidad de un pacto que evite un “estallido social” en el país.
Tampoco descartaron que se conversará sobre la integración de los movimientos populares, que ya alcanzaron coincidencias con la CGT para conformar estructuras que incluyan a los trabajadores informales; el caso del sacerdote tucumano Juan Viroche que apareció muerto tras denunciar el avance del narcotráfico, la inestabilidad política en Venezuela y Brasil, y la crisis de los refugiados.
No tan positivo desde los argumentos previos a la reunión será el hecho, percibido en ambientes eclesiásticos, de que Macri haya tenido que ir a “mendigar” inversiones a los empresarios reunidos en el Coloquio de Idea.
Es decir, la oleada de inversiones prometidas en la campaña electoral y en las que el Presidente confía para reactivar la economía y generar fuentes de empleo. Perspectiva fundamentada, entienden desde la Iglesia, en la teoría del derrame, de la que el Papa descree por considerar que nunca fue confirmada en la práctica.
Empero el jefe de Gabinete, Marcos Peña, se encargó de aclarar recientemente al presidente del Episcopado, monseñor José María Arancedo, que “el Gobierno no cree en el derrame” económico y que trabaja en la búsqueda de la inclusión.
Macri no será el único en reunirse con el Papa. También lo hará el lunes la mesa ejecutiva de la Conferencia Episcopal Argentina, que además de Arancedo integran el cardenal Mario Poli, el arzobispo Mario Cargnello y el obispo Carlos Malfa.
El encuentro será la primera audiencia oficial que Bergoglio mantiene con la cúpula episcopal desde su llegada a la Cátedra de Pedro en marzo de 2013 y en la que, seguramente, los obispos lo informarán sobre la situación social del país, y el Pontífice marcará los puntos sobre falencias en la tarea pastoral de los miembros de la Iglesia vernácula.