Todos le apuntan al “señor frío”

Desde todos los sectores se responsabiliza al presidente del Banco Central por que la inflación no baja, la economía no se reactiva, las altas tasas y el dólar atrasado

Todos le apuntan al “señor frío”

Rodolfo Cavagnaro

Al presidente del Banco Central (BCRA) lo han bautizado como el “señor frío” por el efecto de enfriamiento de la economía que tiene la política de tasas que Federico Sturzenegger viene llevando como estrategia para frenarla inflación. El problema es que por más que aumente las tasas, la inflación no cede y el clima de estanflación se siente cada vez molesto.

El último aumento de tasas del martes pasado sembró gran descontento en una gran parte de los miembros del gabinete y críticas muy fuertes de los sectores empresarios, tanto los vinculados a las exportaciones como a las pequeñas y medianas ya que, mayor tasa encarece el crédito pero achata el valor del dólar.

Hoy, desde todos los ángulos, se disparan críticas hacia el titular del BCRA poniéndolo como único responsable del cuadro de situación que contiene inflación, dólar bajo y tasas altas, con un resultado de economía ralentizada, exportaciones en retraso y una situación social incierta. El mismo Presidente Macri dijo en su gira asiática que “la inflación es un tema del presidente del Banco Central”.

Pero lo que la mayoría no sabe cuál es el verdadero rol del Banco Central, y este el de preservar el valor de la moneda. En buen romance, la autoridad monetaria debe tomar medidas para frenar la inflación y evitar acciones especulativas respecto de otras divisas para evitar una pérdida de valor excesiva del peso, que podría acarrear consecuencias inflacionarias.

El Banco Central no es el responsable de la inflación ya que este proceso deriva del incremento del gasto público y la necesidad de financiarlo, ya sea con impuestos o emitiendo deuda. Este gasto excesivo, que genera déficit es el origen de la inflación.

Pero hay otras causas que generan incrementos en los índices de precios, y uno muy importante son los aumentos de tarifas. Si bien hacen crecer el índice el mes que aumentan, los mismos no se repiten y por eso no son parte del cálculo inflacionario toda vez que no crecen como parte de un proceso constante.

A quiénes les corresponden las críticas

Como dijimos, el BCRA no es responsable del proceso inflacionario. La entidad puede tomar medidas si, como parte de un crecimiento se genera una gran creación de moneda que estimula la demanda por encima de las posibilidades de la oferta y esto puede generar aumentos de precios.

Dado que se considera a la inflación como un proceso de origen monetario, los bancos centrales suelen utilizar medidas monetaristas para tratar de controlarlo. Usualmente, ante un incipiente proceso de suba de precios, aumentan las tasas de interés que pagan en la emisión de títulos de deuda para que aumente a su vez las tasas a los ahorristas y las de los créditos. De esta manera consiguen “enfriar” un poco la economía, frenar la demanda y evitar que los precios suban a un ritmo excesivo.

Esta es la teoría. También suele usarse cuando el gasto del Estado es excesivo y se genera déficit, para lo cual los gobiernos pueden recurrir a emitir moneda, a tomar créditos o aumentar impuestos. En estos casos, se acompaña con aumentos salariales que pone en manos de los ciudadanos más billetes, aunque su valor baja por la inflación. En estos casos también se suele aumentar la tasa pero debe quedar claro que en ambos casos descriptos hay una presión de la demanda.

Desde que asumió Mauricio Macri los aumentos de precios estuvieron influidos por razones que no fueron de demanda. En principio, una fuerte devaluación de la moneda incrementó los costos de los bienes y servicios. En segunda instancia, un proceso de recomposición de tarifas y retiro de subsidios también generó aumentos de precios.

En todo el proceso del nuevo gobierno, los salarios perdieron frente a la inflación y, si bien no fueron los causantes, la existencia del proceso hizo que mucha gente apurara compras para evitar los aumentos para lo cual recurrió (quien podía) a endeudarse mediante el uso de tarjetas de crédito. Es decir, la plata excesiva que el Banco Central quiere retirar del mercado no está en poder de los consumidores.

El costo del gradualismo

En realidad, la persistencia de la inflación está motivada e la decisión del gobierno de llevar adelante un proceso gradual de ajuste. Tanto es así que la pauta original de tener este año un déficit de 3,5% fue corregida a un 4,3%. Esto haría que la inflación fuera mayor, pero no se modificaron las metas de inflación, que se mantuvieron en un rango entre 12 y 17%.

Además, se continuó el ajuste gradual de las tarifas, con lo cual los índices iban a marcar subas mayores a las esperadas, pero no es responsabilidad del Banco Central, sino que de la falta de coordinación entre las políticas fiscales y monetarias. El gran déficit se está financiando con deuda en el exterior, que hace ingresar dólares que aumentan la oferta, y las altas tasas alejan a los inversores del dólar, pero atraen inversores del exterior que llegan con divisas para buscar rendimientos en las tasas de las Lebac.

En Argentina, actualmente, hay muy pocos sectores rentables, salvo el financiero. Por ese motivo la mayoría de los dólares que entran no van al sector productivo sino a la especulación financiera. En el gobierno nadie se hace cargo de la situación y prefieren cargar contra el titular del Banco Central, pero están eludiendo sus responsabilidades. Si el BCRA relaja las tasas habrá más presión sobre el dólar, pero no es responsabilidad del ente rector que haya tanto circulante sino del abultado e irracional gasto público de nación, provincias y municipios.

La decisión política del gradualismo tiene un costo muy alto, la economía no será el eje principal del gobierno en las próximas elecciones y si los resultados no son muy buenos todos culparán a Federico Sturzenegger. El “señor frío” fue elegido como el muñeco al que hay que apuntarle, como en un parque de diversiones.

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