El peligro que entrañan los medios actuales es este que está aconteciendo en la familia Rial. Porque, antes de que las personas pudiésemos publicar todo todo todo a la vista masiva, ¿qué hacían los adolescentes que se enojaban cuando sus padres les ponían límites?
Seguramente los insultaban, hacían berrinche y amenazaban a diestra y siniestra. La diferencia, entre aquel tiempo y este es que lo privado quedaba allí, entre cuatro paredes. Ahora la cosa se complica: si el hijo/a en cuestión se brota y tiene el telefonito a mano, se aviva el planeta entero.
Y ahí la tenemos a Morena de 19 años, víctima. Pero no de lo que pueda haber sucedido con su padre (por lo que contó en el día de ayer es exactamente eso: un límite que no le gustó que le pusieran; aunque no lo sabemos) sino porque todos -incluido vos, que tal vez te sientas tentado/a a "opinar" en nuestras redes- la insultan, la apoyan, se ríen, o lo que fuere.
Y la chica es víctima, sí: de una sociedad que no sabe cómo respetar lo que le muestran cuando solo está destinado a la intimidad, tal vez de una familia que no le enseñó -o no supo cómo, o no quiso, o... no sabemos- lo valioso de autocuidarse, de no exponerse. La brutalidad y la violencia de los comentarios que corren sobre el tema por las redes es la prueba cabal de estas afirmaciones.
También nosotros somos responsables, los medios. ¿Sí? Pero... ¿cómo relevar lo que ella misma está gritando en posteos que se vuelven virales? Aquí, en este diario, elegimos este modo: reflexionando.
Ayer, More "confesó" el por qué de su despecho contra Jorge Rial. Y lo contó así: "Voy a aclarar por qué empezó todo este lío. El peor de todos me mandó unos audios bardeándome y la verdad es que me cansé que sea así, que me putée y demás, por eso subí todo lo que subí. No me arrepiento de nada de lo que dije, nada de lo que dije es mentira. Además, me cierra todas las puertas posibles a trabajos y no me deja vivir mi vida en paz. ¡Desde chica me lo hace! -escribió en Instagram Stories, y siguió- ¿O debe ser como padre que le doy vergüenza? Sí, sí, capaz debe ser eso. ¿O el miedo que cuente las cosas que sé? Quiero ser libre de él, quiero dejar de ser la prohibida por mi papá para el laburo. A nadie le conviene estar peleado o tenerlo en contra a él, por eso no me llaman. ¿Será vergüenza que sentís por mi? ¿O que será? Respondeme".
El llamado no es para nosotros, los que seguimos sus redes sociales y comentamos sus conflictos internos o sus berrinches, es para lo más próximo y privado que se tiene en la vida: las relaciones afectivas familiares.
El problema es que Morena parece ser de ese tipo de adolescentes que ya no saben cómo expresarse cara a cara. ¿Algo raro? ¡En absoluto! Cuando hablamos de "nativos digitales" nos estamos refiriendo a estos chicos y chicas que viven el mundo a través de un teléfono. Y lo viven así: exponiéndose en sus asuntos más íntimos y que requieren de más cuidado, mostrando fotos que no deberían circular, haciendo declaraciones y confesiones que están destinadas al ostracismo.
Vos, lector/a, también sos responsable: de lo que le decís, de lo que opinás, de lo que leés. Si dejáramos a esa chica en paz para que al regreso del viaje de su padre tenga una charla con él, si dejáramos de darle "me gusta" o "no me gusta" a sus furiosos comentarios, el mundo sería otro. Y nosotros, bastante mejores.
