Ni la buena calidad, ni las buenas ideas, nos harán corrernos de nuestro objetivo. ¿Cuál es? Que vos, lector/a reflexiones sobre tus propios gustos y cuánto coinciden, o no, con lo que la industria cultural intenta inocularte vía "intracerebral".
Tanto "100 días para enamorarse" como "El marginal 2" -las dos de Underground que compite contra sí misma en dos canales distintos- son muy buenas ficciones: alta producción, estupendas actuaciones, puestas en escena afianzadas y solventes. Todo bien pero, ¿qué hay de los temas?
Tampoco somos talibanes de la pureza artesanal. No: nos gusta la industria cultural y tiene apuntes interesantes para transitar con disfrute. Sin embargo está bueno poner un tilde en algunos aspectos para repensarla y repensarnos.
¿Nos gusta la violencia en primer plano, el sexo sin disimulos y las pantallas cada vez más descarnadas?
Parece que sí, porque los guionistas y creadores de ambas ficciones, alentados por el rating, van buscando cómo meter el dedido en tu inconsciente para que hagas el click y ahí te quedes. Eso es importante que lo sepas, para que puedas elegir.
"El marginal 2" nos mete en una suerte de hiperrealismo sobre lo que pasa dentro de un penal. O sea: naveguemos en las temáticas de la criminalidad, la corrupción y las transas.
"100 días para enamorarse" se juega al actual asunto de las diversas formas de amor y parejas. ¡Y está muy bien, cómo que no!
Lo que nos interesa lanzarte a modo de pregunta es: ambas ficciones de Underground, ¿son las más vistas porque tocan temas actuales o es que sus productores saben que los medios fogonean estas pulsiones tuyas y se toman de ellas para que te intereses?
Sea cual sea el caso, lo que nos parece pertinente es que tengas en claro por dónde van los creadores de contenidos. Y es por los lugares que a vos más te estimulan. Ojo al piojo.
"El marginal 2" arrancó en su primer capítulo con una violación homosexual a uno de los personajes principales (el de Esteban Lamothe). Y promete más oscuridad que nunca.
"100 días para enamorarse" ha ido tanteando y, en el capítulo del jueves, probó que en nombre de la diversidad sexual es bien estimulante para las audiencias ver a Carla Peterson besándose con Julieta Zylberberg. Al tiempo que el ahora hijo (antes hija) de Nancy Dupláa sigue avanzando en su búsqueda de identidad de género (la transformación visual y actitudinal del personaje es la llave).
Cuando se trata de ficción, y de formas de abordajes temáticos, aplaudimos la osadía, las búsquedas estéticas y de lenguajes. Nos encantan estas dos ficciones y te las recomendamos ampliamente.
Solo queremos poner en reflexión cuánto te interpelan e invitan a discutir sobre temas que laten en la opinión pública. Ni bueno, ni malo. Pero que no sea solo de forma-como el resto de los discursos mediáticos-; que sea por tu elección y no por la de los quienes están en el negocio de los contenidos.