Todos hablan de Johnny Depp y lo que ya no puede maquillarse: el precio de la fama

El astro de Hollywood apareció muy desmejorado y los por qué tienen que ver con un mal que aqueja a varios famosos.

Todos hablan de Johnny Depp y lo que ya no puede maquillarse: el precio de la fama
Todos hablan de Johnny Depp y lo que ya no puede maquillarse: el precio de la fama

El detonante fue una foto en la que se vio al Johnny Depp real (en los últimos años es más maquillaje que actuación lo suyo), posando en la ciudad rusa de San Petersburgo con una fanática. Flaco, demacrado como jamás se lo vio. Y, claro, la maquinaria especulativa de los medios empezó a rodar.

Que si estaba enfermo, que si habría un cáncer dando vueltas, que mutismo, que sus allegados ocultan su gravísima dolencia.

¡Basta!: de lo que padece Depp es de un despite de la realidad, un delirio de grandeza (como le pasó a Nicholas Cage) que los lleva a desbarrancar inevitablemente.

Así lo confesó el propio Johnny, en una entrevista que le dio al periodista Stephen Rodrick en su mansión londinense: "Caí hasta lo más bajo que se podía".

¿Qué le dolía tanto a este rebeldón? Haberse patinado más de 650 millones de dólares que lo dejaron tecleando y cerca de la ruina.

El alcohol con que adereza sus días y el escandaloso divorcio de su ex Amber Heard (también actriz y con la que estuvo casado 15 meses hasta que ella lo demandó por violencia de género) que le costó un ojo de la cara.

Dicen que el hombre entró en depresión y que, para curarla, la regó de vodka. Combo letal. Que preanuncia una frasecita que parece de autoayuda, pero no: la plata no tapa los agujeros del alma, ni las presiones, ni la soledad.

Malversación al fisco estadounidense, yates, coches de lujo, aviones privados, excesos, excesos, excesos.

De los que, parece, todavía mucho no se arrepiente: "Decían que me gastaba 30.000 dólares al mes en vino. Es insultante decir que gastaba 30.000 dólares al mes en vino. Porque era mucho más", le contó entre risas al periodista que le hacía la entrevista.

Claramente, este y todos los ídolos que elegimos como modelitos a seguir, en este sistema donde las personas valen por lo que ganan, pagan un precio altísimo por subirse al altar de los privilegios. ¡Y vos, que seguís admirándolo porque querrías estar en su lugar!

¿Cuándo llegará el día en que demandemos calidad artística a los que actúan? Seguramente Johnny, aunque mucho más pobre que ahora, sería uno de los que nos lo agradecería.

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