El escandaloso fallo arbitral del uruguayo Esteban Ostojich no hizo más que desnudar miserias de la tecnología. La aplicación VAR volvió a influir en el resultado de un partido y le propinó a Godoy Cruz un golpe del que jamás se pudo recuperar. Lo que siguió tras el papelón que significó ese penal sancionado luego un leve contacto en la mano (casi imperceptible y sin intención) de Joaquín Varela fue propio de un grupo al que todavía le falta rodaje y experiencia. Pero antes de eso hubo un partido donde el Tomba se plantó firme en el Allianz Parque y casi no pasó sobresaltos ante un Palmeiras sin ideas.
"Que querés que haga, si en esta cancha me juego la vida. Disculpame", contó Varela tras el encuentro. ¿El dueño de esa frase? El colegiado uruguayo. La injusticia se agiganta porque esa acción culminó con el primer gol del encuentro. Antes, durante 57 minutos de juego, el Verdao fue incapaz de lastimar al conjunto mendocino. Después fue otra historia.
Las redes sociales estallaron luego del final del encuentro y apuntaron al corazón de la organización de la Copa Libertadores: la Conmebol.
El periodista Juan Pablo Varsky, el exarquero paraguayo José Luis Chilavert e incluso el periodista brasileño Rogerio Jovaneli explotaron contra el VAR y expusieron un fallo que perjudicó claramente al conjunto mendocino.
"Para la interpretación, el VAR es basura. El juego de roles debe ser del árbitro en el campo a la velocidad real; nunca en cámara lenta", escribió Jovaneli.
Desde su incorporación, una aplicación que venía a resolver las injusticias, solo agregó más polémica al deporte. Sobran los ejemplos y la sentencia es clara: nunca será fútbol lo que el VAR modifique.
Lo dijo el colega Román Iucht cuando la indignación ganaba espacio entre los aficionados: "Lo único peor de no tener VAR es usarlo mal".
Saque del medio, Conmebol.
