Tito Moscuen, el hombre que más sabe de peces en Mendoza

Autodidacta de la piscicultura. Dice que “la pesca es un analgésico natural” y la trucha, “el malbec de los pescados”.

Tito Moscuen, el hombre que más sabe de peces en Mendoza
Tito Moscuen, el hombre que más sabe de peces en Mendoza

Su primer recuerdo fue la caña de pescar, que le regaló su papá cuando aún estaba en el corralito. A los 8 años, ya gastaba las tardes pescando en el lago del Parque San Martín, mientras su abuelo paseaba el perro. Cree rotundamente que la “pesca es un analgésico natural”, pero con el tiempo su pasión cambió: en lugar de perseguir truchas, hoy prefiere cultivarlas.

Alberto ‘Tito’ Moscuen es quizás el hombre que más sabe de peces en Mendoza. Conoce cada uno de los rincones que las truchas tienen por hogar en arroyos y ríos del Valle de Uco. Puede pasar horas en la “hatchary” (nursery) viendo crecer alevinos y noches enteras en vela para evitar que un pico de congelamiento o una crecida mate a miles de sus “hijos”, como él mismo los llama.

“Nací predestinado para esta tarea”, confía el hombre que décadas atrás abandonó su vida en Ciudad para crear un coto de pesca en Tunuyán.

Siempre fue autodidacta y abrazó la piscicultura cuando para muchos era sólo una utopía en Mendoza. Hoy está al frente de un criadero, asiste técnicamente a otro, siembra truchas en estanques y lagos privados e incluso fue consultado para la elaboración de la nueva ley que regulará al sector local.

Sucede que la actividad transita hoy un momento bisagra. El auge del salmón chileno, el crecimiento de la cocina gourmet y el turismo en el Valle de Uco, y el interés de la Nación por fomentar esta actividad hacen que hoy la psicultura local se encuentre en un despegue esperanzador.

Este surgimiento está alentado por la ley N° 27231, que regula, fomenta y administra  la acuicultura en el país. Si bien esta norma fue sancionada en 2015, recién el pasado setiembre fue reglamentada por el decreto 692/2017. Ahora, los legisladores mendocinos estudian la mejor manera de adaptarla a la realidad y al mercado regional (ver aparte).

Como pez en el agua

Desde su vasta experiencia, Moscuen está realizando aportes a este proceso. “En una zona desértica es difícil pensar la acuicultura, pero hay potencial. No podemos competir en producción de salmónidos con la Patagonia, pero ellos tienen enfermedades que no pueden erradicar y nosotros podemos propiciar una genética aislada y segura”, explica.

“Hablar de peces en Mendoza todavía es muy de extraterrestres”, se ríe Tito, mientras arroja puñados de alimento y las truchas saltan y se amontonan en uno de los estanques de engorde. “Con aguas frías, el tamaño de plato de una trucha (unos 350 gramos) se consigue en 15 o 16 meses”, acota.

Por cuidar día y noche a su cardumen, el hombre prácticamente se ha mudado a este paisaje de cerros y arboledas, cercano al Manzano Histórico.

Allí está al frente de la estación de piscicultura del complejo turístico La Trucha Tranqui, donde se han propuesto producir 5 mil kilos anuales.

Con paciencia de orfebre diseñó cada pileta de las distintas fases de crecimiento, las que recorre mil veces cada día. Se reconoce obsesivo. Su mirada fina (también se vale de cámaras subacuáticas) puede detectar la ausencia de un reproductor o la falta de oxígeno, que los filtros fallan o el proceso de abandono del huevo y aparición de la larva.

Su estación se sirve del agua del arroyo Grande de la Quebrada. “Este es un trabajo sin horario. Cuando viene la ola polar, uno no duerme calentando el agua que ingresa del arroyo y en verano, limpiando los filtros frente a los aluviones”, explica el piscicultor, que asegura que faltan sitios que preparen a jóvenes en la materia.

Además de dirigir este criadero, Moscuen asesora técnicamente al de Atamisque, otro emprendimiento que tiene una estación de piscicultura aún mayor en Tupungato.

“El interés por la trucha crece. Se ha convertido en un ícono del Valle de Uco. Cada vez vienen más privados para pedirme alevines para sembrar en estanques o espejos de agua de sus propiedades”, cuenta.

“Este es el Malbec de los pescados”, afirma el hombre. Lo cierto es que el interés por este salmónido crece día a día. La fama del salmón chileno lo benefició. Los chefs del Valle de Uco lo utilizan cada vez más y sostienen que brinda un abanico de posibilidades culinarias, incluidos platos orientales como el sushi.

Además, en el Valle de Uco, sitios como éste fomentan el “pesque y pague”, donde cada turista prueba suerte con la caña (grandes y chicos sin excepción) en la laguna del complejo y abonan sólo los kilos de pescado que sacaron. Incluso, allí le pueden hacer la faena o pedir al chef que se los prepare. Esta experiencia es cada vez más elegida por los visitantes.

Una ley nacional muy esperada

Argentina hoy quiere potenciar la actividad acuícola y, por eso, puso voluntad en reglamentar una ley que había sido sancionada a fines de 2015 y que dormía esperando su aplicación. “Es muy necesaria, porque regulará la actividad y nos permitirá certificar cuestiones sanitarias, tener seguridad jurídica y aprovechar subsidios y ayudas al sector que hoy Mendoza se está perdiendo por no contar con la ley”, apuntó el piscicultor.

Si bien el volumen de producción de acuicultura en el país continúa siendo pequeño (3.712 toneladas en 2016), existe un enorme potencial. Incluso, pensando en la exportación de estos peces y apuntando a la calidad.

Según datos de la Nación, las principales especies producidas en la actualidad son el pacú (52%), la trucha (38%), la carpa (3 %) y el surubí (2 %), con una participación mayoritaria de proyectos ubicados en las provincias de Misiones, Buenos Aires, Neuquén y Chaco. La actividad en Mendoza es todavía incipiente.

La norma a nivel país prevé la creación del Fondo Nacional de Acuicultura (Fonac) que dispondrá de una partida del presupuesto nacional por diez años.

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