Tito Cossa: “En democracia, el teatro resiste al mal gusto”

Es un dramaturgo fundamental en la historia del teatro argentino. Fue periodista y luego impulsó el Teatro Abierto en los años de plomo de la Dictadura. Hoy está al frente de Argentores y su opera prima, “Nuestro fin de semana”, acaba de volver a escena 5

Tito Cossa: “En democracia, el teatro resiste al mal gusto”
Tito Cossa: “En democracia, el teatro resiste al mal gusto”

Si esta entrevista la hubiera escrito Roberto ‘Tito’ Cossa (Buenos Aires, 1934) en sus tiempos de periodista, un tipeo entusiasmado hubiera marcado su acelerado ritmo en una máquina de escribir. Y el humo del cigarrillo, seguramente, hubiera dibujado auroras boreales sobre las ideas de este dramaturgo fundamental

Pero esta nota es hija de las nuevas tecnologías, está mediada por Internet (Cossa se presta al diálogo iluminado por la luz de una pantalla) y por las bondades de las PC modernas. Y no, ya no se fuma en las redacciones. Tito Cossa lo sabe bien.

-¿Alguna vez le volvió a picar el bichito del periodismo?

-El bichito del periodismo, como el cuadro de fútbol, no se abandona nunca (N de la R: Cossa ejerció el periodismo en Clarín, redacción a la que ingresó con 21, La Opinión, El Cronista Comercial  y en la agencia cubana de noticias Prensa Latina). Extraño a veces la redacción, pero aquélla con el ruido de las máquinas de escribir y la cuadra cubierta por el  humo de cigarrillo.

Esta pregunta será la única que sale de la órbita del teatro, el motor del encuentro virtual con el dramaturgo y actual presidente de Argentores. Dos son las razones: “Nuestro fin de semana”, su opera prima, volvió a cartel medio siglo después de haber sido estrenada (en el ‘64, con Juan Carlos Gené y Federico Luppi en los protagónicos). El montaje es una producción del Teatro San Martín y está calibrado por Jorge Graciosi, el actor y director con el que Cossa formó un tándem en los últimos años (dirigió, por ejemplo, “Tute cabrero”).

Además acaba de editarse una nueva selección de “Clásicos de Argentores”, colección que acopia textos emblemáticos del teatro, la radio, el cine y la tevé.

Pero una tercera razón, que excede lo noticiable, es simplemente disfrutar de los pareceres y experiencias de un creador fundamental de la historia del teatro argentino.

-¿Qué sensación le causa ver esta nueva reposición?

-Sensaciones diferentes. Por una parte, la alegría de que mi obra haya sobrevivido medio siglo. Por la otra,  la certeza que estoy a punto de convertirme en octogenario.

Tito Cossa tenía 25 cuando empezó a escribir este texto y 29, cuando lo terminó. Fue un proceso largo que, en escena, tuvo réditos inmediatos: el elenco hizo nueve funciones a la semana (todo un suceso para el teatro independiente) y Cossa se volvió un autor solicitado por divas como Tita Merello y Lola Membrives.

Así, Cossa se posicionó en el oficio que luego afinó con “La nona” (1977),  “Tute cabrero” (1981), “Ya nadie recuerda a Frederic Chopin (1982), “Los compadritos” (1985), “Yepeto” (1987), hasta “Daños colaterales”, su último trabajo.

“Nuestro fin de semana” retrata los avatares de clase media bonaerense en la Argentina de Arturo Frondizi. La acción transcurre en el patio de una casa de San Isidro, en donde un grupo de amigos se reúne durante un fin de semana para ahogar sus amores, tedios, soledades e insatisfacciones,

-El montaje, me arriesgo a decirlo, le permite recordar aquella Argentina de los '60. Otros son los tiempos y el contexto. ¿Qué similitudes y diferencias encuentra entre aquel país y éste?

-”Nuestro fin de semana” se estrenó en 1964, bajo el gobierno de Arturo Illia. Visto desde ahora, no sabíamos que vivíamos en un país normal. Con problemas, pero normal. Algunos argentinos creían que era lento y antiguo y que tenía que venir un gobierno “moderno”. Otros creíamos que la revolución que iba a cambiar el mundo estaba a la vuelta de la esquina. Pero vino Onganía. Y después la dictadura genocida. Y después el menemismo. Desde 2004 el país ha dado un paso hacia adelante. Pero todavía no vivimos en un país “normal”.

-En ese contexto, ¿cómo era el teatro independiente de entonces, en comparación con el actual

-Para encontrar grandes diferencias hay que remitirse a la década del ’50, cuando los grupos independientes tenían sala propia y elenco estable y estaban altamente politizados. En el ‘64 ya se había instalado el sistema de los grupos cooperativos, carecían de sala propia y  los actores cobraban dinero por su trabajo, cosa absolutamente prohibida en el teatro independiente original. La mayor diferencia con los ‘60 es que había menos salas, menos espectáculos, pero un éxito (como NfdS) hacía nueve funciones por semana. Hoy, los éxitos no pasan de dos o tres. Hay diferencias estéticas, pero sería muy largo explayarse. 

-En una entrevista con Clarín contó que, tras el estreno, Tita Merello y Lola Membrives le pidieron que escribiera para ellas y que usted tuvo el 'tupé' de decirles que no. ¿Cuántas otras veces dijo "no" a las que podría haber sido una oportunidad ineludible?

-En el teatro, no recuerdo otro caso similar. En la vida, muchas veces. Pero no estoy dispuesto a revelarlas

-Su última obra "Daños colaterales" refieren¿ a la temática de los Derechos Humanos. ¿Podríamos decir que su producción dramática tiene que ver con que ahora "de eso sí se habla"?

-El tema de los derechos humanos vinculados a la dictadura genocida aparecen en “Daños colaterales”. Hace rato que la sociedad habla de este tema. Soy yo el que encontré la manera de hablar del tema ahora.

-¿Cuáles son hoy las formas de resistencia o de transgresión que hoy se manifiestan en el teatro independiente?

-El teatro independiente fue siempre resistente y transgresor. Su consigna de nacimiento fue “independientes del Estado y de los empresarios”. El grado de resistencia lo puso el país, sus gobiernos. No fue lo mismo resistir en 1981 que ahora.  ¿A quién se resiste en tiempos de democracia? Al comercialismo, al mal gusto

-Usted es parte fundamental de la historia del teatro argentino, por muchos motivos. ¿Cómo se ve a usted mismo, en perspectiva?

-Más viejo que ahora.

Clásicos de Argentores

Hace una década, Argentores lanzó “Clásicos de Argentores”, una colección de textos emblemáticos de teatro. Por entonces, Alberto Migré estaba al frente del organismo, y Tito Cossa conducía la Comisión de Cultura.

“Hubo en tiempos anteriores ediciones, pero no con la regularidad de la última década cuando, además de publicar teatro, decidimos llevar al libro textos emblemáticos de las otras disciplinas (radio, cine y televisión)”, detalla, ahora, el dramaturgo, sobre la serie que incluye “Los cuentos de Don Verídico”, guión radial de Julio César Castro; “Hombres de ley”, de Gerardo Taratuto (un clásico en la tevé de los '80); “Amarillo”, de Carlos Somigliana; y “De eso no se habla”, de María Luisa Bemberg y Jorge Goldenberg.

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