Me llamo Gonzalo, pero pocos saben mi nombre. Viene de hace mucho el apodo. Cuando empecé en el '93 en Torneo y Competencias había muchos Gonzalos y era un problema. Entonces me pusieron Titito para hacerlo sencillo. Estaba Gonzalo Bonadeo, Mosi…
La mudanza
Llegué en mayo de 2014 a Mendoza. Vine sin trabajo, me vine a vivir directamente. Tenía una productora en Buenos Aires, relacionada al fútbol y ese año en febrero, mi papá tuvo un ACV. Estaba con él en la clínica y le dije: "Papá voy a terminar igual que vos".
Él estaba muy estresado. Y me dijo que me fuera de Buenos Aires, porque es un loquero. Y ahí decidí venirme a Mendoza. Siempre me gustó cuando venía por trabajo, a transmitir partidos.
Comencé buscando trabajo de chef, que es mi otra pasión, estudié pero no terminé la carrera. Quería trabajar en alguna bodega, algo así. Y justo un amigo que trabaja en la radio me dijo que presentase un currículum en el canal. Y luego en agosto empecé.
Como se vive acá, no hay comparación con Buenos Aires. También se trabaja diferente. Soy muy feliz en Mendoza. Llegué acá sabiendo que no volvía a Buenos Aires. Quería calidad de vida. Todavía me cuesta dormir la siesta, pero me gusta la ciudad, el ritmo.
Tití, el referente
La comparación es inevitable y no me pesa ser “el hijo de”. Uno se acostumbra, no me produce ningún problema, al contrario, aprovecho lo que se puede brindar. Incluso los jugadores de fútbol me atienden aunque no me conocen, porque saben quién soy. En algunas cosas es un beneficio.
Era como su ayudante, desde chico iba a todos lados con él, además que soy enfermo del fútbol. Recuerdo en el año '85, en un partido de eliminatorias de la Selección argentina; el Tigre Gareca estaba triste, porque era el cumpleaños y no podía ver a su familia en la concentración.
Entonces Maradona le pidió a mi viejo que lo acompañara a la calle Libertad, donde están las joyerías. Y le compró un reloj de regalo. Por esa calle pasan veinte líneas de colectivos y los colectiveros, se tiraban con los boletos para pedirle un autógrafo a Maradona. Yo estaba con mi papá en ese momento. ¡Para mí era normal verlo a Maradona!
Como a mi viejo, me gusta estar dentro de la cancha, pero me alejé por la violencia. Estaba cubriendo un partido en el campo de juego, en la cancha de Chicago.
En el primer tiempo, una pelota fue a la tribuna y la tiran a la cancha pinchada con un cuchillo. Y después empiezan a tirar ladrillos y me cayó al lado. Y desde ahí me comencé a alejar de la cancha. Llegaba con miedo, con custodia policial.
Hasta ahora no cubrí ningún mundial. Iba a viajar a Francia '98. En el equipo donde estaba trabajando viajábamos con un actor que hacía un show en las transmisiones y le tenía miedo al avión. Entonces se fue del aeropuerto y todo el grupo que iba se quedó. Yo estaba en la producción de ese programa, pero se pinchó todo.
La familia
La muerte de Soledad, mi hermana, cambió la vida de mi papá. Es muy doloroso, ellos eran muy apegados. Sole era un personaje espectacular, era imposible no quererla, siempre sonriendo. Era muy compañera de mi viejo; con mi papá se mataban y se amaban. De hecho ella viajó al Mundial de fútbol para darle una sorpresa de cumpleaños.
A mi papá ya no lo veo como antes; como hijo querés hacer algo para que esté mejor, que duela menos, pero sabemos que es imposible. Estando a la distancia, a mí me duele, no hay una noche que no piense en ellos.
Todos tenemos parte del carisma de mi viejo. Mi otra hermana Florencia también está haciendo periodismo, haciendo radio. Todos salimos muy parecidos a mi papá, siempre de buen humor, con esa gracia característica.
El sueño
Lo de ser chef es mi hobby, por eso me tengo que cuidar, la panza también es herencia. Me gusta mucho cocinar, voy al supermercado, sé los precios, las ofertas. Siempre soñé con tener un restaurante.
Sé que es un proyecto que concretaré con el tiempo. Mi papá hace tres años puso una heladería y ahora puso una casa de empanadas. Tengo tiempo para proyectarlo, nos gusta la buena comida.
Es un sueño cocinar para la gente.