1. Instalá rejillas de ventilación o ventanas con corrientes de aire.
La mayoría de las plantas no son grandes fans de las variaciones extremas de temperatura, por lo que tratá de mantenerlas alejadas de los puntos con corrientes demasiados frías o calientes. Colocalas sobre una mesa cerca de la ventana, pero no directamente sobre el marco de la ventana.
2. Comprobá la humedad del aire. Muchas plantas de interior prosperan con el 40-50% de humedad, pero cuando hay calefacción y las ventanas están cerradas, el nivel de humedad en tu casa es probablemente mucho menor. La solución más fácil es comprar un humidificador. Esto puede parecer una gran inversión pero la humedad añadida ayudará a que tus plantas respiren mejor. Además, pulverizá las hojas, sobre todo si comienzan verse secas o crujientes.
3. Mantené una temperatura constante. La temperatura ideal varía según la especie, pero a la mayoría de las plantas les hace bien una temperatura diurna de 65 a 75 grados Fahrenheit y no les importará un ligero descenso en la noche.
4. Dalas vuelta. Para evitar que tus plantas crezcan de manera desigual, darle un cuarto de vuelta cada vez que las riegues. Esto asegurará que todas sus partes tendrán la oportunidad de tomar el sol.
5. Resistí la tentación de regar en exceso. Si continuás con el mismo programa de riego que has seguido en el verano, lo más probable es que vas a terminar inundando tus plantas.
La mejor manera de comprobar la humedad del suelo es a meter el dedo hasta la mitad por debajo de la superficie, ya que la parte superior del suelo se seca primero. No importa la época del año, siempre es una buena idea elegir una maceta con agujeros de drenaje, y no dejar que las raíces sientan el exceso de agua, lo que puede causar la putrefacción.
6. Reducí el consumo de fertilizantes. No es conveniente fertilizar tus plantas de interior durante los meses de invierno, ya que su crecimiento es más lento. Cuando el clima se calienta y las plantas comienzan a crecer de nuevo, es la señal para reanudar la alimentación.