A la hora de comprar un cochecito, lo que rige es: mirar bien, sentir y probar. En primer lugar, tener en cuenta la seguridad, que en muchos países está certificada con una etiqueta que corrobora que fue probado y es seguro para el corazón y los riñones del bebé.
También se revisa que no esté confeccionado con materiales tóxicos y que los frenos y demás mecanismos funcionen.
Si la tela que lo recubre, o la goma que reviste el mango huelen feo, es mejor dejarlo de lado: podría estar fabricado con materiales tóxicos. También se recomienda probar los frenos y la cubierta para el sol: si al extenderla hace ruidos fuertes, podría no funcionar bien.
Otro factor es el confort: el cochecito debe contar con un buen colchón. Algunos vienen con un piso de madera que es demasiado duro para el bebé. También hay que estar atento a que el niño tenga suficiente espacio. Los recién nacidos están cómodos si el “huevito” es estrecho, pero después de los 6 meses, puede incomodarle.
En muchos modelos se puede regular el ángulo del respaldo. No hay que usar esta función demasiado pronto: la mayoría de los bebés no tiene bien desarrollada la musculatura profunda de la espalda, y hay que evitar las desviaciones de la columna.
Es importante que los bebés estén en el carrito en posición horizontal y sin almohadón. Más o menos a partir del quinto mes, puede subirse un poco el respaldo. Para distancias más largas y caminos irregulares, deberían continuar recostados, aunque sean más grandes.
Antes de comprar el coche, hay que preguntarse cómo y dónde lo usarás. Para la ciudad es mejor ruedas pequeñas, con las que sea más fácil moverse.