Toda escritura artística opera como resistencia. En el caso de la poesía de Julio González, la principal resistencia que enfrenta es la oscuridad, en el sentido de insensibilidad o desconocimiento. Como si el poeta, sabiendo que le tenemos miedo a la oscuridad, nos tomara de la mano como a un niño y nos dijera: bueno, sí, la luz se ha ido, pero la realidad no ha desaparecido (...).
Ricardo Piglia afirma que toda literatura es de algún modo indagación, porque busca desentrañar un enigma: quién es el asesino. El asesino en la oscuridad de la poesía es el sentido. Toda lectura, entiendo que sigue afirmando Piglia, se enfrenta al temor del sinsentido (...).
Lo primero que bro
ta de los textos de JG es una doble voluntad de belleza y de comprensión. Guiado por esta dupla, el poeta agrega su propia versión de los hechos, de las cosas, de los seres que sus versos amasan y crean. Su mirada salta de la reflexión a la piedad y a la ironía, se detiene para interrogar el objeto o el ser observado, y sigue sus caminos, así en plural.