En estos momentos, Tini Stoessel enfrenta un enorme desafío: dejar atrás el fenómeno de “Violetta” y comenzar su carrera solista con un film y un disco doble, acompañada y amparada por el poderío de Disney, que la llevó a Los Angeles a grabar con grandes productores a nivel mundial.
Además, Stoessel se puso bajo las órdenes del argentino Juan Pablo Buscarini, que dirigió “El inventor de juegos” y “El arca”, para rodar “Tini: el gran cambio de Violetta”, filmada en Sicilia, Madrid y Almería. En esta película con aires biográficos la acompaña la experimentada española Angela Molina.
De los cambios en su carrera y de cómo preservarse de la fama, Tini Stoessel habla en esta entrevista.
- Daniel Grinbank dijo que lo que vivió en Europa con Violetta, sólo lo vivió con los Rolling Stones. ¿Es tan así?
- Y, mirá que yo te lo digo sin ser consciente: la realidad es que lo que pasó con “Violetta”, no pasa. Fue un suceso, fue un éxito descontrolado. Llegamos a hacer 400 shows en un año. Y no eran lugares de mil personas, que ya es un montón, eran de diez mil. En Varsovia tocamos en un estadio de fútbol ante 35 mil personas que no hablaban castellano y cantaron todas las canciones en español. Viajaba gente de Israel y Líbano a vernos a Europa.
Estábamos en París, ponele, y la gente del Líbano e Israel viajaba para allá. ¿Sabés qué provocó “Violetta” que me impresionó mucho? Que fue un programa muy de familia, que los papás cuando nos veían a nosotros lloraban más que las nenas. En el show de “Violetta” iba toda la familia a vernos y se emocionaban todos. Cuando las mamás nos veían se emocionaban más que las hijas y eso me pareció increíble.
- ¿Había que parar eso? ¿Preservar a la persona?
- Al mismo momento en el que yo estaba viviendo todo eso, siempre me resguardé y cuidé mi corazón un montón. Tuve unos padres incondicionales, y una familia incondicional, que siempre estuvo al lado mío en cada segundo y mis amigos de toda la vida que me acompañan. Aunque no lo creas yo soy una persona normal, con pensamientos tan normales y una vida tan normal, que nunca hice consciente lo que me estaba pasando.
Creo que estuvo bueno no ser consciente de la locura que estábamos viviendo con los chicos, porque: ¿para qué querés ser tan consciente? Yo lo vivía como un juego, nunca lo viví como un trabajo con un contrato atrás. Yo salía a cantar y bailar al escenario, y aprendía.
Obviamente no quita que un día estés cansado y extrañes a tu familia, a tu casa o a tu país, pero lo viví muy natural. Y toda mi familia me ayudó a preservarme, a alimentarme bien y ser una chica sana, pero más allá de eso también emocionalmente. Tenés que tener un equilibrio porque si no es muy difícil aguantarlo.
- Quizás el estilo musical no lo era, pero eras una rockstar. Podrías haber tirado una tele por la ventana en un hotel.
- No, por eso hablo de cuidarme emocionalmente para no perder el eje. La del éxito y la fama es un línea por demás delgada. Si vos ponés tu seguridad ahí estás perdida, entonces eso fue lo que me pasó. Eso lo tenía que tomar como me lo tomé; para hoy estar así, relajada. Yo lo disfruté desde otro lugar, lo veo desde otro lado. Mi cuerpo lo hace así naturalmente.
No desde el lugar de ser famoso, sino de la oportunidad de hacerlo o del feedback con la gente en un recital. Sí, lo tomo capaz más desde ese lugar de no ilusionarme tanto con las cosas de la fama, sino disfrutarlas desde otro lugar y divertirme, aprender y crecer. Lo que me pareció ‘wow’ de la carrera, y de todo lo que me pasó, es que vengan las mamás llorando emocionadas a decirme gracias. Esas cosas me alucinaban. Hoy en día yo, si tengo una hija y la dejo prender el televisor, me agarra un ataque por lo que es y el acceso que tienen a ver desde las redes sociales y los medios de comunicación.
- ¿Qué es lo que más te molesta de eso, la cantidad de violencia que se ve en la tele?
- Hablo del mensaje y los valores que se transmiten. Los chicos toman como ejemplo la televisión y las madres me dicen: “Gracias a Dios los chicos pueden tener un referente como lo fue ‘Violetta’ o lo es ahora ‘Soy Luna’”, que son programas de televisión sanos.
A mí es lo que más me gustó de hacer eso: que estaba de gira por el mundo transmitiendo un lindo mensaje; transmitiendo amor, positividad, fe, esperanza, de sí, de confiar, de creer en uno mismo y de solidaridad. Son esas cosas que a mí me encantaron y obviamente estar en París era alucinante, lo mismo que conocer el mundo; algo que solo podés lograr si sos afortunado.
- ¿Con tantos viajes, tenés actitud de ser una esponja de otras culturas?
- Sí, me gusta ver diferentes lugares y diferentes formas de crecer, porque cada chico tenía su dedicación. Ya sabíamos con qué público nos íbamos a encontrar y cómo iba a ser. Y bueno, sí, es una locura que nos digan que en África a “Violetta” le está yendo impresionante o que del Líbano la gente viajaba a vernos todo el tiempo.
- Tu película es uno de los tanques del año, junto a la de Natalia Oreiro haciendo "Gilda". ¿Cómo sentís eso? Son dos mujeres encabezando films musicales y un mensaje fuerte.
- Obviamente no me voy a comparar con Natalia porque es una mina que tiene muchos años de carrera, de oficio y de hacer que a mí me falta un montón. Pero bueno, que podamos transmitir un mensaje a través del arte me parece una de las cosas más lindas. Me encantaría ir a ver la peli de Gilda. También transmitir un mensaje real como lo transmite, en mi caso, la película que hicimos hace poco.
Muestra una realidad que nadie se espera del artista. Uno piensa que pasamos las 24 horas del día maquillados y que nunca pasamos por algo feo, pero la realidad es que somos personas totalmente normales y eso es lo que se muestra en la peli: cómo “Violetta” llega y la prensa la expone de una forma muy fea, que termina la entrevista como una reina y la chica se pone a llorar.
Es como que vos ahora me expongas y ella se la banca en el programa de televisión, pero después se encierra en el camarín. Salvando las distancias, un chico que capaz no sabe desde chiquito qué quiere hacer y termina el colegio, que lo estaba haciendo porque sus papás lo mandan y está buenísimo hacerlo, pero termina y tenés que elegir una carrera a la que te dediques el resto de tu vida y hay gente que dice: “¿ahora?”. Y a “Violetta” le pasa lo mismo, necesita saber quién es para saber qué hacer.
- ¿En algún momento te pasó eso en la vida real?
- Me pasó de querer conocerme más. De los 14 a los 20 años estás en ese proceso en el que no entendés nada, que estás entre el trabajo, la facultad, la casa y cambios importantes desde lo físico hasta lo emocional... Estoy en ese proceso igual que el personaje, por eso nos pudieron unir a los dos en la película. Y lo bueno es que no es que te quedás en ese proceso, ella dice que quiere salir adelante.
Muchas veces recurrimos a la angustia y a quedarnos en la cama llorando, pensando que ya no hay más vida, pero la realidad es que siempre hay luz y se puede salir adelante a pesar de las cosas feas que puedas estar pasando. No necesariamente es un estadio lleno, podés ser feliz en un pub para 15 personas. Por eso lo digo. Lo único que estaba buscando “Violetta” era ser feliz y se retiró, prefirió ser feliz y después volver. Y ella se fue a Italia y por eso se filmó allá. Ahí se produce ese gran cambio en el que ella se termina encontrando a través de la música, el arte, de muchas personas que la ayudan y ella misma. Pero es un proceso y lleva tiempo. Eso es lo lindo, el mensaje de que vos, que estás en tu casa, tenés formas de salir.
- ¿Ese proceso también lo viviste vos?
- Estoy en un proceso todavía. Desde los 14 o 15 años cada día crezco más, entiendo más cosas y cada día empiezo a tomar decisiones o independizarme un poquito más. Son cositas mínimas que hacen al cambio de la personalidad de una persona.