Por Fabián Galdi - Editor Más Deportes Digital - fgaldi@losandes.com.ar
Cada 1ro. de abril, Marcelo Tinelli tiene motivos de sobra para un festejo doble: su cumpleaños coincide con el de San Lorenzo de Almagro, club del que es actualmente vicepresidente II y una figura emblemática. Además, entre fines de marzo pasado y principios de este mes, ha vuelto al centro de la escena a partir de la divulgación pública -cada vez más intensa- respecto de la posibilidad de que el también empresario de medios esté reflotando la idea de convertirse en el presidente de la AFA. Ni más ni menos que el sucesor –más allá de la transición que encabeza Luis Segura- de quien fuera su padre en la política vinculada al fútbol argentino, Julio Humberto Grondona.
Mendoza resultó ser el lugar escogido para la presentación en público de Tinelli como futuro dirigente de peso por parte de Grondona, el 12 de octubre de 2012. El escenario fue la conferencia de prensa previa al partido Argentina vs Uruguay, que esa misma noche se disputara en el Malvinas Argentinas y que finalizara 3-0 a favor del albiceleste; también en ese encuentro se oficializaba el campeonato sudamericano sub20, el cual se jugó en enero de 2013 en el estadio mundialista. En ese acto también tomaron parte los gobernadores Francisco Pérez y José Luis Gioja, los directivos de la CONMEBOL José Luis Meiszner y Eugenio Figueredo, y el por entonces presidente de Godoy Cruz, Mario Contreras.
Al titular afista se lo notó dispuesto a hablar, pero también se lo percibió como una persona debilitada por sus problemas de salud y que estaba haciendo un esfuerzo mayúsculo para participar del encuentro. No fueron pocos los sorprendidos cuando Grondona trató públicamente a MT como "un querido hijo de la vida". Éste, en un diálogo posterior con la prensa, confesó que había frecuentado la casa de la familia Grondona desde los 19 años, gracias a la amistad con los hijos de Julio y de Nelly.
Tinelli representa el estereotipo del argentino exitoso que anida en el inconsciente colectivo nacional. Su personalidad carismática, además, es objeto de estudio por parte de los profesionales que le ponen el foco a la llamada psicología de la atracción, en la cual prevalece el encandilamiento por los rasgos de la seducción externa antes que por el contenido del mensaje que pudiera irradiar el individuo. La forma es más importante que el fondo, en una palabra. El impacto del aquí y ahora por encima del proyecto a mediano y largo plazo, en síntesis.
La imagen que trabaja Tinelli se basa en la autoestima, el respeto hacia el otro delante de cámara y sobre todo, el escudo que se coloca para evitar quedar expuesto a la toma de decisiones que pudiera llegar a salpicarle su relación con el afuera. Sus tendencias de comportamiento lo acercan a la simpatía como modo penetrante de vínculo social y lo alejan de la hostilidad o el enfrentamiento. En público, provoca atracción y empatía; minimiza el rechazo. En privado, aflora su verdadera estrategia: la conquista como decantación natural de su afición por el Poder.
Tinelli demuestra una seguridad en sus fuerzas propias que le permite aislarse de la eventualidad del choque que pudiera llevarlo al fracaso. En esto, se le advierte una capacidad extraordinaria para generar vínculos sociales que lo blinden respecto de quienes desaprueban sus conductas y hasta pudieran inhibirle su espontaneidad. Una frase, por pequeña que sea, enfatizada por el impacto visual que producen los gestos y ademanes, se le convierte en un juicio laudatorio, con la aprobación inmediata del entorno. En clave de metáfora futbolera, sale a la cancha ganando uno a cero.
Un viejo zorro de la política como Grondona, por lejos el dirigente de mayor influencia del fútbol argentino de todos los tiempos, captó las señales del efecto tinelliano mejor que nadie y lo fue atrayendo lentamente hacia las entrañas de la AFA.
Razones tenía Don Julio desde el punto de vista estrictamente político interno: a mediados de diciembre de 2011, había gestado un enroque dirigencial en la Confederación Sudamericana de Fútbol, a través de una carta oficial remitida por la AFA en la cual se presentaba la renuncia de Eduardo Deluca, uno de sus más fieles voceros, al cargo de Secretario General de la entidad continental. Ese cargo pasó a ser ocupado por Meiszner, quien venía de comandar el COL (Comité Organizador Local) de la Copa América realizada en la Argentina en ese mismo año.
La designación de Meiszner en la esfera sudamericana produjo un efecto rebote inmediato dentro de la AFA: el crecimiento político de Aníbal Fernández, actual presidente de Quilmes. La voz del hoy secretario general de la Presidencia de la Nación, quien tuviera gravitación máxima para la llegada del programa Fútbol para Todos, se consolidaba día tras día en el interior de la casa de la calle Viamonte y no son pocos quienes advertían en él a un sucesor posible de Grondona a partir de las elecciones generales previstas para 2015.
La jugada de JHG fue la de crear un contrapeso dentro de la interna afista y aprovechar el “Efecto Tinelli” para ir debilitando el crecimiento de AF. Y la acción medular fue la siguiente: MT había aceptado integrar la lista “San Lorenzo Siglo XXI” en las elecciones del club, en septiembre 2013, ocupando un puesto como vocal. Sin embargo, Grondona lo convenció para que se ubicara en el trascendente lugar de vicepresidente primero, lo cual lo habilitaba a participar con voz y voto en las reuniones del Comité Ejecutivo de AFA. A sólo 24 horas del cierre de listas, el candidato aceptó y las consecuencias fueron arrolladoras: su lista ganó el acto eleccionario con el 83 por ciento de los votos.
Ahora, tras el fallecimiento del veterano caudillo dirigencial y la permanencia pasajera de Segura, volvió a instalarse un rumor persistente en relación a que el llamado “Grondonismo sin Grondona” va por todo y hasta buscaría dilatar el llamado eleccionario de este 2015 para 2016, cuando Tinelli podría cumplir con el reglamento afista, que impone un mínimo de 4 años en cargos dirigenciales para aspirar a la presidencia de la casa mayor del fútbol nacional.
Mientras, el protagonista de esta historia de final abierto aún sigue sin pronunciarse en público. De hecho, siempre llegó hasta donde quiso calculando in extremis cuándo y cómo era el lugar preciso y el momento indicado. Nada indica que cambie de estrategia. Mal no le ha ido.