Tigre, que jugó por primera vez en su historia una final de un torneo continental, igualó anoche, de local en la cancha de Boca Juniors, 0 a 0 ante Sao Paulo, de Brasil, ganador de 10 títulos internacionales, en la primera final de la 11ma. edición de la Copa Sudamericana de fútbol. Entonces el campeón del certamen se definirá el próximo miércoles a las 20.50 en el estadio Morumbí de San Pablo, cuando se juegue la revancha.
Tigre ganará el primer título de su historia con una victoria, un empate derivará en tiempo suplementario y luego en tiros penales, y una derrota le dará el cetro a Sao Paulo. Y todo esto porque en La Bombonera no se sacaron ventajas, porque hubo más juego brusco que fútbol, porque ninguno de los dos se animó a ganarlo.
Más allá de eso, el inicio del cotejo dejó en claro la diferencia de categoría entre un equipo y otro.
Es que Sao Paulo, con jugadores habilidosos y muy rápidos, marcó el ritmo de juego, manejó la pelota, fue profundo, pero falló en la puntada final. Hubo una jugada clave en el encuentro, un acción que cambió el rumbo del partido: a los 13 minutos el paraguayo Antonio Arias expulsó, correctamente, a Luis Fabiano, el goleador y referencia de área de San Pablo, y al zaguero Alejandro Donatti, uno de los pilares de la defensa de Tigre, por agresión mutua.
Y eso favoreció al conjunto que conduce Néstor Gorosito, que jugó a no jugar, por la sencilla razón de saberse inferior a su rival.
Tigre ni antes ni después generó juego ni tampoco asumió el protagonismo del partido.
Con ese planteo cauteloso, mostró solidez atrás (Sao Paulo tuvo la pelota, pero no lastimó) y marca en la mitad de la cancha.
Igual estuvo presente la pasión de los 40.000 hinchas que reventaron La Bombonera (no se jugó en el estadio José Dellagiovanna, de la localidad bonaerense de Victoria, porque la Conmebol no permite que se desarrollen finales en canchas con aforo menor a 40 mil espectadores). Y todo esto con Juan Román Riquelme en el estadio.
Es más, la segunda bandeja visitante, que no estaba habilitada, se llenó a partir de los 35 minutos del primer tiempo. La fiesta estuvo en las tribunas y no en la cancha, donde los dos equipos lucharon más de lo que jugaron.
Y el segundo tiempo fue muy distinto al primero. Tigre dejó de lado el planteo conservador, asumió el protagonismo, y, con más garra que fútbol, acorraló a Sao Paulo, sin embargo no inquietó al eterno Rogerio Ceni, el arquero autor de 106 goles a lo largo de su carrera, más allá de que hubo un penal no sancionado a Mariano Echeverría, por un agarrón en el área.