La inmensidad de los esteros no puede reducirse en un par de renglones, sin embargo en el afán de transportarlos hacia estas tierras de aguas, algunos recursos lingüísticos serán útiles para decirles por qué deben agendar este destino entre los imprescindibles en sus planes de viajes.
Si nos abocamos a los datos podemos decir que en Corrientes hay una extensa área -que llega a los 25 mil km2- que forma una red de lagunas, ríos, bañados y arroyos que sustentan el gran humedal del Iberá.
Y podemos agregar que este entramado de líquidos es un tesoro del planeta no sólo por la cantidad de agua dulce que acumula sino por la exquisita variedad de especies a la que da lugar en sus dominios; incluso podríamos detallarles las aves, los mamíferos, los reptiles y los peces sin dejar afuera la maravillosa flora, que también es impactante. El problema es que no alcanza para describir la magnitud del espectáculo que suponen los Esteros.
Aquí, más que nunca, es necesario que el lector colabore con el texto, que ponga sus estrategias interpretativas como dice Umberto Eco y que termine de construir el sentido de estas palabras. Desaten su imaginación, y vamos más allá del lenguaje.
Entonces a modo de foto aérea imaginen verdes y más verdes, agua y más agua. Una superficie firme que varía según los antojos líquidos. Para ser más claros, entre lagunas, que hay muchas, se forman cañadas y embalsados, zonas en que la vegetación está semi sumergida aunque a la vista aparezca como una pradera, incluso se forman islotes que se dejan arrastrar por los vientos, pero que pueden pisarse, caminar sobre ellos.
Como podrán advertir aquí no hay GPS que sirva, la mejor guía posible son los baqueanos que como sus antecesores aborígenes aprendieron a leer la geografía y los acontecimientos naturales para sobrevivir en la tierra de aguas.
Avanzamos con cautela, el conductor de la camioneta dice que las lluvias anegaron el camino, y ya sabemos que hay que pisar firme. En lo que parece una gran explanada de vegetación de poca altura virando sin avisar entre los ocres y amarillos, unos botes esperan y sin más preámbulos, de la 4x4 a la embarcación, porque abajo claro, hay agua.
Ayudados por los remos y varas largas nos despegamos de la última versión firme, o casi. Entre pasadizos de cierta especie de cortaderas nos hacemos paso, y en un rato al silencio nadie lo llama, pero llega al menos de los humanos. La aves que anidan en los alrededores, son las únicas que tienen algo para decir.
La expedición
Entre las tantas lagunas existentes, algunas son más importantes como la Iberá y la Luna, a la que mira la Colonia Carlos Pellegrini, el poblado que en términos turísticos resulta la base para alojamiento y excursiones de todos los precios. Sin embargo en derredor de las otras, como la Paraná, Fernández, Galarza, Medina y Tabé que también son de dimensiones relevantes, hay numerosas estancias, posadas y hoteles con sus servicios para los visitantes que llegan cada vez en mayor medida buscando la aventura natural.
La escasa profundidad es la regularidad del sistema de lagunas, aunque cuando hay crecida nada queda quieto. Quizá esta sea la condición para que este paisaje móvil contenga tanta vida. En sus intersticios, venados de la Pampa y ciervo de los pantanos como las rarezas a descubrir ´y sí, a lo lejos se los ve, escabulléndose en la espesura- los carpinchos de a cientos serán las figuritas repetidas del viaje, puesto que entorno a cualquier bañada están, incluso a orillas de los caminos. El escurridizo lobito o aguará guazú para ser más exactos, los yacarés, las pirañas que los alimentan y los monos aulladores protagonistas de las escenas del Iberá ante las que ningún viajero se quedará con las ganas.
Aurelio dice que las especies son incontables, que hay algunas que forman parte de la mitología y que en largo tiempo no se han dejado ver, pero que ellas nos ven. Se protegen, ya saben lo que pasó con los yacarés overos y la caza indiscriminada o con los osos hormigueros que estos sí desaparecieron de la zona y a través de proyectos científicos se los re introduce en el área, porque son claves para el desarrollo del ecosistema. La avifauna es sorprendente, las pesquisas de los expertos los llevan a adentrarse en bosques y lagos por muchas horas intentando la foto soñada. Turistas de todo el mundo vienen con esa consigna, con libros en la mano y fotos de los ejemplares a descubrir en este rincón inhóspito del litoral argentino.
El hombre que empuja el bote sigue contando plantas y pájaros, y sus invitados siguen viajando por lo desconocido. Una Rosa del pantano como regalo del día y objeto de todas las cámaras a bordo para intentar eternizarla.
Pero los yacarés y su comportamiento es lo que nos vendieron en la excursión, por eso los buscamos. De diverso tamaño, agazapados, con movimientos lentos, hasta felinos podríamos decir, desconciertan ante el salto que despierta gritos en la tripulación. Es que Laureano le arroja un suculento bocado, como recompensa a su aparición. Las pirañas que pescó minutos antes con señuelos de carne vacuna ahora son deglutidas bajo nuestra atenta mirada.
Otra versión
Puerto Valle es un exclusivo lodge situado a orillas del río Paraná en un impresionante predio donde no faltan los detalles locales, como la casona de adobe en la que se sitúan las confortables habitaciones. Grandes ventanales y pórticos hacia la galería retratan la construcción de 1868, hoy reciclada combinando el diseño contemporáneo con elementos tradicionales cuyo resultado es magnífico.
El alojamiento galardonado con los premios Travellers` Choice 2013 entre los 25 mejores hoteles pequeños de Sudamérica, Los 25 hoteles pequeños más populares de Argentina, Los 25 hoteles más populares por su servicio en Argentina no sólo muestra trofeos sino que desafía a los huéspedes con su generosa ubicación y su servicio.
A 300 metros desde la puerta de la habitación, el embarcadero, y de allí a la aventura. Una primera aproximación por el río en un día de antología. Vemos el movimiento del restaurante desde la lancha. La prolija propuesta gourmet -a la carta- a la que tenemos acceso durante la estadía hace apurar la llegada. La carne de yacaré es protagonista en los ya tradicionales “pinchos” de esta cocina, y los pescados de río como el Pacú y el Surubí la sugerencia entre los principales.
Pero el plato fuerte de Puerto Valle se sirve en la laguna Tabé o Valle a 20 minutos del casco. Una liviana embarcación de aluminio se adentra por un canal de poco más de 2 km, hasta que se abre el espejo. En el mientras tanto, los aullidos de los monos, los cuentos de duendes y los cantos de algunas de las 350 especies de aves que se hallan en la zona. La emoción frente a la fugaz imagen de un lobito de río, y más allá la nada. Navegar se hace preciso. Cuando la detección de los yacarés sitúan el lugar de amarrar anclas –en sentido figurativo- el guía del hotel invita a tomar el té o un vino mendocino, allí mismo.
Pero la excursión lejos está de llegar a su fin. Con las últimas luces una caminata por los senderos selváticos cercanos al lodge en búsqueda de pequeños primates, es la invitación. Las zapatillas se hunden si se desvían de la huella. Con la noche nuevos sonidos y una atmósfera que desata adrenalina. Los monos carayá son los reyes de la escena, y a pesar de su tamaño su presencia intimida debemos decir. Alguien silva, y desata carcajadas que desean disimular la tensión, lo que pesa bajo la luz de la luna no son los monitos, sino las historias que invocan a diversos personajes que según los pobladores no hay que tomar en broma.
El relato legendario describe a Yasy – Yateré, travieso duende de los medio días que no hace otra cosa más que silbar. Al hacerlo desorienta a los humanos, tanto que a muchos se les hizo imposible salir del monte. Los que escaparon sin embargo, lo hicieron gracias a algún compadre que los encontró en estado de ensoñación bajo el calcinante sol de los Esteros.
Las altas temperaturas de la siesta parecieran ser las de mayor peligro ya que el Pombero, negrito con bastón, se lleva a los niños a esas horas. Pero en este momento es de noche nos decimos, no somos niños, no hay a qué temer. Hasta que una nueva leyenda irrumpe en la oscuridad.