Resulta evidente que los “tiempos” que manejan los funcionarios nacionales y los de la industria vitivinícola son muy distintos. Porque en la Capital Federal los ministros (el jefe de Gabinete y los titulares de Agricultura y de Economía) se muestran dispuestos a escuchar para sacar conclusiones y después dar una respuesta, lo que demandará un lapso prolongado, pero la industria necesita decisiones urgentes para alcanzar una rápida solución a los problemas por los que atraviesa. Ahora fue Axel Kicillof, el hombre fuerte del gabinete nacional quien recibió a los representantes de la industria.
Fue afable, les dio una audiencia de casi dos horas, los escuchó pero no hubo una respuesta inmediata sino que se limitó a señalar que estudiará la situación. En conclusión, nada nuevo bajo el sol.
Todo tiene su correlato. Calificar de crisis terminal a lo que atraviesa el sector podría generar un calificativo demasiado duro porque hay algunas bodegas que, con espalda financiera, con mercado interno y con el mantenimiento de las exportaciones pueden pasar el difícil momento. Pero, para el grueso de la industria, el problema es más que complicado y están en juego la continuidad de miles de productores y de cientos de bodegas pequeñas y algunas medianas.
Fue por ese motivo que los propios gobernadores encabezaron una cruzada hacia Buenos Aires para solicitar ayuda, o al menos algunos cambios en el rumbo económico que permitan ampliar las posibilidades exportables y así recomenzar a mover el andamiaje. Pérez (Mendoza), Gioja (San Juan), Beder Herrera (La Rioja), Corpacci (Catamarca) y Urtubey (Salta) viajaron a Buenos Aires y se reunieron con el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich y el ministro de Agricultura, Ganadería y Pesca, Carlos Casamiquela. Fueron escuchados, supuestamente comprendidos, pero volvieron con las manos vacías.
Fue por ese motivo que los sectores, integrados en la Coviar, recibieron de buen agrado la gestión que realizó el diputado nacional por Mendoza, Guillermo Carmona, junto a la diputada Anabel Fernández Sagasti, logrando una reunión con el ministro de Economía, Axel Kicillof. “Es el que decide sobre los cambios o no en la política económica y el que puede lograr un aporte monetario para destinarlo a la compra de vinos”, dijo un dirigente local.
Hubo numerosas reuniones en la búsqueda de lograr un acuerdo a los efectos de llevar un planteo conjunto. Se acordó entonces no efectuar críticas ni pedir soluciones de máxima, como podría haber sido la quita de las retenciones a las exportaciones, sino caminar por un sendero más suave a los efectos de que pueda ser aceptado de inmediato. En ese marco, coincidieron en pedir que el Ejecutivo apoye el proyecto de reducción de impuestos a las gaseosas si edulcoran con jugo de frutas, lo que permitiría “sacar” 50 mil toneladas más de mosto, y si bien no es una solución inmediata, al menos generará expectativas favorables. Pidieron que se aceleren los reintegros por exportaciones y la posibilidad de que el Gobierno nacional destine 150 millones de pesos -que la provincia no tiene- para derivar a destilación unos 100 millones de litros de vino. “Para el gobierno nacional, 150 millones de pesos no es nada, pero es una solución para las economías regionales”, dijo una fuente consultada. Tal como lo señalamos en un párrafo anterior, la reunión se realizó en buenos términos, pero sin una solución inmediata. “Lo que sucede es que ellos (los funcionarios) siguen haciendo hincapié en la cadena de valor pero es un tema que, si se soluciona, será a largo plazo y nosotros necesitamos medidas urgentes”, destacó uno de los asistentes.
El grave problema por el que atraviesa la industria pasa por el stock existente de blancos escurridos, que ha generado el bajo valor de los caldos. Según se afirma, ese vino es difícil de sacar por exportaciones porque lo que piden los mercados externos son blancos de blancas y otro tanto pasa con el mercado interno.
Consultado sobre si no se puede exigir que las uvas rosadas sean derivadas sólo a mosto, un dirigente señaló que “las criollas y cerezas son consideradas viníferas y por lo tanto no se puede exigir que no vayan a vino, pero si se logra un buen mercado para el mosto, como puede suceder con la ley de jugos naturales, hará falta más mosto y los precios de las uvas podrían incrementarse”.
La situación de la industria ha generado también algunas diferencias en los planteos provinciales. No cayeron bien algunas declaraciones de funcionarios sanjuaninos, quienes habrían señalado que el sobre stock responde al hecho de que San Juan cumple con creces con el porcentaje a mosto y Mendoza no.
“Cada vez que hay crisis se buscan culpables y no soluciones”, dijo un dirigente local, quien agregó que “ellos no tienen en cuenta que nosotros compensamos con la oferta exportable”. La misma fuente señaló que “San Juan tiene el 50 por ciento de su producción con uvas rosadas y no se preocupa por reconvertir, por lo que la mitad de su vitivinicultura está conformada por un producto complicado. En el caso de Mendoza, sólo 25 ó 30 por ciento es de criollas y cerezas”. De todos modos, intentó bajar el tema de la discusión al destacar que “no es el momento de discutir con San Juan, por lo que pedimos que no se mantenga una disputa para disimular los errores”.
Así están dadas las cosas en la industria. Los días pasan y las soluciones no llegan y ya todos comienzan a pensar en la próxima cosecha. No sólo los productores, para quienes la situación es apremiante sino también para las pequeñas bodegas. “No vamos a tener lugar físico para poner el vino del 2015”, dijo sobre el particular un industrial. Y lo que sucede ha trascendido ya las esferas de la industria. Según se supo, los equipos técnicos de los principales candidatos a presidente (Macri, Massa y hasta el mismo Scioli) están trabajando y se están contactando con los dirigentes empresarios a los efectos de conocer qué es lo que está pasando.