"A veces, cuando está entrando a la cancha de fútbol y mira para atrás, te das cuenta de lo importante que sos para ellos. Esas cosas te derriten el corazón", cuenta Juliana Fernández Collado (27), madrina "postiza" de tres niños que pasan sus días en uno de los 34 hogares que la ex Dinaf tiene en la provincia pero que el fin de semana viven en un entorno familiar.
Juliana, junto a su hermana Victoria (31) y su mamá Ana María, decidieron abrir su casa y disponer de su tiempo libre para cambiar la vida a los chicos. "Son chicos que son muy capaces -de hecho los dos mayores son abanderado y escolta, respectivamente- pero les faltan oportunidades. Nosotros quisimos hacer eso por ellos y lo hicimos de manera natural", dice Juliana.
En el Gran Mendoza hay 165 niños que están alojados en alguno de estos lugares gestionados por la Dirección General de Protección (ex Dinaf) y que afortunadamente tienen madrinas o padrinos gracias a un programa que contempla esta modalidad.
Sin embargo, en la provincia hay unos 400 chicos de hasta 18 años que podrían ser apadrinados, pero menos de la mitad recibe esta posibilidad. De todas maneras, Belén Canafloglia, directora de Cuidados Alternativos -el área en que funciona este programa- indicó que es un buen número y que desde hace cuatro años la cantidad de personas que se ofrecen se ha incrementado.
"La idea es generar una relación de uno a uno con el niño. La intención es lograr que ellos puedan tener una vinculación familiar estable que en su familia biológica no tienen. O a veces sí pero que, por diversos motivos, se encuentran en un hogar. Los beneficios de esta relación son muchos", señala la funcionaria.
Condiciones
¿En qué consiste un apadrinamiento? Según explicó Canafoglia, habitualmente los adultos asisten a los actos de los chicos, los acompañan en momentos especiales y a veces van a pasar el fin de semana con ellos.
"Sirve mucho generar un vínculo diferente; nos ha dado una buena experiencia. A veces pasa que hay chicos que no quieren ser dados en adopción pero, tras haber estado en el programa de madrinazgo, descubren que existe otra forma de familia", especifica Canafoglia.
Además asegura que esta modalidad puede correr en paralelo con el proceso judicial que estén viviendo. "También pasa que hay niños con situaciones graves en su casa y a través de las madrinas logran canalizar lo que les pasa. Cuentan lo que están viviendo; se abren", indica la funcionaria.
La principal de las condiciones para quienes se decidan por esta modalidad es tener tiempo y poder organizar actividades para los chicos. Aquellos que estén en el registro de adoptantes para niños pequeños deben tener en cuenta que pueden apadrinar a niños más grandes.
"Se les hace una primera entrevista en la oficina y luego en el domicilio para ver las condiciones del hogar. Pero lo más importante es el tiempo y la disponibilidad afectiva", explica la directora de Cuidados Alternativos.
Agrandar el compromiso
Juliana, su hermana Victoria y su mamá Ana María, amadrinaron a tres chicos (no se revelan sus nombres por ser menores de edad). L., quien tiene 13 años y A. de 11, llegaron a su casa hace 5 años y en 2019 sumaron a E., de 13 años. "Mi mamá es directora de escuelas urbano marginales y toda la vida se ha involucrado bastante en los casos más vulnerables. Así llegaron a su escuela L. y A. Los acababan de meter a la Dinaf", cuenta Juliana.
Los chicos estaban mal alimentados y habían pasado por situaciones familiares límite. De hecho L. y A., antes de vivir en los hogares de la ex Dinaf, se pasaban toda la noche pidiendo dinero y no dormían.
"Cuando llegaron a nuestra casa, los domingos nosotros esperábamos hacer mil cosas, llevarlos a lugares, que conocieran todo. Pero lo único que querían ellos era comer un asado con una familia. El más chico, A. era una garrapata, quería tener contacto físico todo el tiempo. Todavía lo pide", detalla Victoria. "Ahora salimos a pasear, les compramos ropa, juguetes. Con un agregado más: les enseñás cómo es una familia funcional", añade su hermana Juliana.
Al año los chicos ya se quedaban sábado y domingo en la casa de las tres mujeres. Allí los educaron y, ante todo, como contaron, les dieron amor. "Les damos una posibilidad de romper con el círculo al que estaban destinados", asegura una de las madrinas.
Cambios
Los niños que acceden a este programa muestran cambios notables. Así lo señalaron las funcionarias y las madrinas a quienes Los Andes entrevistó. "Están abiertos a otras posibilidades y configuraciones familiares. Viven otra realidad que no viven en su casa. Hablan de las cosas que les pasan y muchas veces, chicos que son inestables emocionalmente, con un llamado del padrino o la madrina se tranquilizan", asegura Canafoglia.
Victoria, por su parte, asegura que, cuando llegaron los chicos, no tenían nociones básicas de comportamientos sociales. Por ejemplo, no sabían utilizar los cubiertos y protegían la comida como si estuvieran en la cárcel. "A. siempre nos enfrentaba. Era desafiante, en cambio, L. siempre hacía o decía cosas para quedar bien. Los primeros meses fueron muy complicados. Pero después fueron aprendiendo que portarse bien tenía beneficios, como quedarse a dormir en nuestra casa", confía Victoria.
Los chicos también pudieron festejar un cumpleaños por primera vez. Nunca habían conocido un pelotero o una piñata. Tampoco sabían lo que era repartir bolsitas con regalos; no comprendían la lógica de recibir un regalo.
Actuar en consecuencia
Las hermanas Fernández Collado cuentan que todo esto les ha servido para aprender a actuar en consecuencia. Y que aún no han terminado de entender cuánto les han enseñado los chicos a ellas y viceversa. "Nosotras no les podemos decir que no se peleen entre hermanos y después pelearnos nosotras", dicen por graficar una situación cotidiana.
También han aprendido a cumplir con las promesas. "El programa de madrinazgo se adapta al tiempo del que disponés. Pero tenés que cumplir lo que prometés. Porque si les decís que los vas a pasar a buscar ellos te esperan al día y la hora que les dijiste", afirma Victoria.
Los chicos que son adoptados no pierden el vínculo con sus madrinas. Está estipulado que se sigan viendo porque es un lazo que han formado y que ya no se puede romper. Cuando cumplen la mayoría de edad, todo queda a consideración de los involucrados.
Aconsejan esperar a que pasen las Fiestas
Belén Canafoglia recomendó no buscar a los chicos exclusivamente en Navidad porque no se dan apadrinamientos durante esta fecha. El vínculo para poder pasar las Fiestas con los niños debe ser de, por lo menos, cinco meses.
"Ese día festejamos en el hogar, con comida especial. Pero no permitimos que haya madrinazgos o padrinazgos durante esa fecha porque no se genera ningún vínculo. El chico va a una casa que no conoce y se siente un extraño", dijo la funcionaria.