"Apenas ponemos un pie en Bangkok, capital de Tailandia, descubrimos que, en este lugar del sudeste asiático, todos los caminos conducen a los templos budistas y a los sagrados 'masajes thai'". Así, la profesora de historia Patricia Lasca, nos introduce en el país de origen de esta técnica ancestral y necesaria.
¿De dónde viene?
Según el canon Pali, que recopila las enseñanzas de Siddharta Gautama o simplemente Buda, el sabio tuvo un médico personal que lo acompañó toda su vida, se llamaba Shivago Komarabhacca, y combinó la medicina tradicional con su conocimiento ayurvédico (que figura en los vedas, textos religiosos hindúes del 3000 aC) y, de acuerdo a las fuentes, fue el creador de las cuatro ramas de la Medicina Tradicional Thai: remedios herbáceos, medicina nutricional, prácticas espirituales y masaje thai.
Los maestros budistas lo practican con un claro enfoque de meditación y entrega para desarrollar los cuatro estados sublimes del alma:
- Amor benevolente, que es el deseo de hacer feliz a otros (Metta).
- Compasión hacia los que sufren y deseo de aliviarlos (Karuna).
- Alegría hacia las personas afortunadas sin sentimiento de envidia (Mudita).
- Ecuanimidad, deseo de ayudar sin prejuicios ni prioridades (Upekkha).
Las bases del masaje tailandés
La fundamentación teórica de ésta práctica se apoya en el concepto de líneas de energía invisible que recorren el cuerpo. Esta idea sostiene que la energía de la vida se absorbe con el aire que respiramos y los alimentos que ingerimos. A lo largo de esas líneas recibimos la energía vital, trabajar sobre ellas ayuda a recuperar el Prana (energía vital), romper bloqueos y restablecer el bienestar general.
Masaje en el Templo del Buda Reclinado
La práctica de esta tradición milenaria llegó a Tailandia por la influencia que el reino de Siam, como se llamaba, que la recibió de la India. Su difusión comienza después de la Segunda Guerra Mundial, cuando Tailandia se convierte en un polo de atracción turística.
Una visita el complejo de Wat Pho o Templo del Buda Reclinado es imprescindible porque el lugar está íntimamente ligado a las fuentes del conocimiento de estos masajes. Debe su nombre a un monasterio de la India donde se cree que vivió Siddharta Gautama. Al Templo se entra con los pies descalzos, la imagen del Buda de más de 40 metros de largo y 15 de alto es impactante, está enteramente bañada en oro, al recorrerlo por la espalda, sobre la pared del angosto pasillo, hay 108 cuencos que simbolizan los 108 caracteres auspiciosos de Buda. En el pabellón del masaje, también dentro del recinto, se ubican las placas escritas con las técnicas que, para los terapeutas del thai, son la base del tratamiento. En el extremo opuesto a este Templo nos encontramos con la Escuela de Medicina y Masaje Tailandés, que es considerada por todos como "la cuna del masaje thai", aquí se capacitan los futuros expertos en esta técnica ancestral.
Una multitud de personas de todas las edades hacen largas filas todos los días, esperando aproximadamente 1 hora para experimentar de qué se trata realmente este masaje con un legado de 2500 años de historia y que, dicen, es capaz de abarcar lo físico y lo energético de la persona como un todo.
Una vez frente a la ventanilla para pagar se puede optar por un masaje de pies o de cuerpo entero. Las sesiones duran desde media hora a dos horas, el precio es accesible, la media hora cuesta alrededor de 300 pesos argentinos equivalentes a 260 bahts, moneda del país.
Beneficios del masaje thai
Esta técnica de sanación se realiza con manipulaciones corporales certeras, basadas en contracciones y estiramientos siguiendo las líneas por donde -se dice- pasa la energía vital.
Los terapeutas aseguran que esta herramienta tiene múltiples beneficios, mencionan que: alivia los dolores menstruales, reduce náuseas, mejora el sistema digestivo, elimina toxinas, mejora la calidad del sueño, facilita la relajación mental y física, permite conectar el cuerpo con la mente y el espacio.
El masaje es como lo cuentan, la sensación de equilibrio físico, mental y emocional resulta, en pocas palabras, una experiencia holística.
