Tiembla la “estructura” peronista

Cristina esperó el inicio de la Vendimia para echar a Mazzón de su gobierno y así develó cómo será el resto del año para Mendoza. ¿Adiós a la candidatura de Pérez al Congreso?

Tiembla la “estructura” peronista
Tiembla la “estructura” peronista

Por Marcelo Zentil - mzentil@losandes.com.ar

Cristina Kirchner despertó de un sopapo al peronismo mendocino, justo cuando empezaba a caer en esa suerte de borrachera vendimial que se vive durante los actos principales de la Fiesta provincial. Fue la última señal de que, desde ahora en más, los puentes a la Casa Rosada serán de hielo: muy fríos y resbaladizos.

La expulsión de Juan Carlos Mazzón del Olimpo kirchnerista se decidió hace una semana, pero se la comunicaron justo el día en que acá todo empezaba a pasar por la Vendimia. No parece casualidad. Más cuando sólo se autorizó a venir para la ocasión al ministro de Agricultura, directamente implicado en la búsqueda de una solución a la mayor crisis vitivinícola en siete años.

La Presidenta se cobró así que el peronismo mendocino haya decidido sepultar al kirchnerismo antes de que deje el poder. La decisión de no escuchar sus pedidos de incluir a su leal Guillermo Carmona en la fórmula y, por el contrario, aislarlo y obligarlo a enfrentarse con la estructura del PJ tradicional fue too much, como diría ella.

Pero lo que ocurrió el viernes no parece ser más que el epílogo de un proceso por demás complicado para el oficialismo. El cierre de listas de hace una semana mostró a los peronistas resolviendo su interna como si fueran radicales. Y a los radicales, como si fueran peronistas.

En este reino del revés, el oficialismo no se privó de divisiones, operaciones y traiciones. Hasta sumó un capítulo inédito, con la novela de amores despechados que protagonizaron el gobernador, Francisco Pérez, y su hasta hace diez días “mejor amigo” Matías Roby.

La salida abrupta del viernes encontró al histórico operador y armador electoral de los últimos cuatro presidentes peronistas ya algo fuera de estado, incluso para decidir como antes decidía en Mendoza. Sin mayor influencia en la Casa Rosada desde hace rato, su pérdida de poder empezó a notarse con claridad cuando siete intendentes del PJ decidieron adelantar las elecciones municipales, a contramano de la idea del ex operador.

Pero Mazzón tampoco fue el que era al momento de definir la fórmula para la gobernación. Debió viajar más de la cuenta desde Buenos Aires y esperar casi hasta el vencimiento de los plazos legales para poder cerrar un acuerdo, que tan bueno parece que no fue porque lo terminó eyectando de la Casa Rosada y dejó al PJ atomizado electoralmente.

El kirchnerismo duro fue el que avisó en Buenos Aires del desaire sufrido y apuntó a Mazzón, quien desestimó una fórmula en la que sus “pollos” azules Jorge Tanús o Patricia Fadel secundaban a Carmona.

El operador defendió a quien consideraba el “candidato natural” del PJ, el también azul Adolfo Bermejo, y no le dio a los leales K la posibilidad de armar un tándem que incluyera al peronismo ortodoxo, como pretendían para ensanchar la base electoral.

Bermejo algo influyó en eso también. Él fue siempre uno de los peronistas mendocinos más distantes del poder K y no quería mezclarse en la fórmula con un defensor acérrimo del “proyecto nacional y popular” con el que no comulga y que, cree, espanta votos.

“La operación no puede remplazar a la política. Es necesario otro tipo de liderazgos, que apunte a la confluencia y no a la transacción”, decía uno de los kirchneristas mendocinos tras confirmarse la expulsión de Mazzón.

La misma fuente cuestionaba que Pérez hubiera enviado al Senado los pliegos para ocupar tres vacantes claves en la Corte, el Tribunal de Cuentas y la Fiscalía de Estado con nombres que muestran un “reparto” que deja conformes a los tres sectores fuertes del PJ tradicional.

El festejo por la caída en desgracia de Mazzón se extendió a los “rebeldes” aglutinados detrás de Matías Roby, que hasta se adjudicaban alguna improbable influencia en la decisión a través de Aníbal Fernández, jefe de gabinete nacional y amigo del ex ministro de Salud.

El futuro borroso

En su última Vendimia como gobernador, Pérez ya no estuvo acompañado como antes por una festiva delegación K, que supo estar encabezada por el siempre sonriente vicepresidente Amado Boudou (antes de los procesamientos) o el hasta hace poco engolado jefe de Gabinete, Jorge Capitanich.

Es cierto, ahora prefiere mostrarse junto al presidenciable del oficialismo con más posibilidades, Daniel Scioli. Ese vínculo puede ser más que necesario, pensando en su futuro.

Si Scioli ganara la presidencial, Pérez tendrá después del 9 de diciembre, cuando deje el poder, algún palenque “ande ir a rascarse”, porque el enojo K con el cierre de listas local puede significar también el fin de su anticipada postulación a diputado nacional.

El peronismo, tras la expulsión de Mazzón, tomó nota de que difícilmente pueda definir las candidaturas a legisladores nacionales acá y deberá someterse a los designios de la Presidenta.

Por eso, el acuerdo del PJ tradicional, con Mazzón y el vicegobernador Ciurca a la cabeza, para que Pérez encabece la lista de diputados nacionales y el intendente lasherino Rubén Miranda la de senadores nacionales, puede ser un contrato escrito en el agua.

Esas anticipadas nominaciones nacionales fueron las que hicieron correrse de escena a los hermanos Félix, que se guardaron para sí la “llave” del cuarto distrito electoral con la que sueñan los tres precandidatos del peronismo. Omar Félix también quiere ser candidato a senador, como Miranda, y ante el nuevo escenario, su decisión huele a pequeña victoria.

Habrá que esperar hasta el 20 de junio, cuando vence el plazo para inscribir esas candidaturas. Justo un día antes de la elección provincial y cuando las encuestas ya habrán confirmado la suerte del oficialismo al día siguiente.

“El pus contenido empezó a salir”, definió un peronista el viernes a la noche, mientras miraba el paso de los carros de la Vía Blanca por la calle San Martín. Y anticipó un año más que difícil para Pérez en su vínculo con la Rosada: nada de obras con plata nacional, demoras en la liquidación de coparticipación y otros recursos, cero autorización para emitir bonos, etc., etc., etc.

En ese contexto, Bermejo, Carmona y Roby deberán convencer al electorado que son la mejor opción dentro del peronismo. El gran miedo de muchos es que quien gane esa contienda quede muy lejos de la fórmula Cornejo-Montero, a la que todos dan como triunfante en las PASO del 19 de abril, y la pelea interna deje demasiados heridos para luego enfrentar la general del 21 de junio.

Los tres peronistas tienen 40 días por delante para posicionarse y, por ahora, prometen una campaña que rescatará lo “hecho” por Pérez (aunque saben que es poco). También dicen que no habrá agresiones entre ellos, aunque el PJ tradicional y los K miran al ex ministro de Salud con desconfianza por su lengua incontenible.

Carmona y Roby sí coinciden en un reclamo que los acerca a la oposición: el financiamiento público de las campañas, que transparenta la política y evita oscuros acuerdos con el poder empresario.

Tal vez, para muestra del peligro de esos vínculos alcance con la confesión del propio Pérez: el grupo Vila-Manzano, de incontables negocios vinculados al Estado, pagará la presentación del popular Romeo Santos en la tercera repetición vendimial. La pregunta que surge, inmediata, es a cambio de qué. Tal vez puedan responder mejor los candidatos y funcionarios, nacionales y provinciales, que hoy irán a comer de la mano de esos empresarios, en ese canto a la ostentación y la adulación que es el almuerzo que organizan cada año.

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