Cada caminata a Huayquerías te deja algo nuevo. Todo en San Carlos es majestuoso y su gente lo sabe, por eso lo guarda. Cañadones, arcilla y arena, y está el aire haciéndose parte tuya. Aquí hubo agua, de la que se manda sola y perfila piedra. Aquí hubo pueblo viejo, luego mucho silencio. Si sos aguzado vas a escuchar los cantos y también vas a entender por qué era el lugar elegido...
En equilibrio perfecto, el sol ya se ocultaba en la ventana que da al Pacífico, y la luna lo seguía queriendo empoderarse del cielo. No puedo decir mucho más. El fogón permaneció; las chispas, la música y las voces hicieron su danza milenaria. La tonada se atrevió a un vestido tan fresco, frutal y joven. Fui humilde testigo de tanta grandilocuencia. ¡Dios, qué hermoso es San Carlos!
Si vas para traerte fotos p'al face, jodete. Apagá el celu, guardá todo lo que te vincule artificialmente con la vida, escuchá, tocá la tierra, sentate en el suelo a ver el atardecer, charlá con el de al lado (aunque no lo conozcas), olé las plantas, dejá que el airecito te mime, tomate un Relincho abocado, mirá mucho para arriba y acordate qué regalo más valioso estás recibiendo.