Hay quienes dicen que las películas de terror se quedaron en el cliché: la forma sin sorpresas y el contenido predecible. Hay quienes dicen que, entre las películas que invitan a asustarse, no hay nada nuevo bajo el sol. Los clásicos están ahí para consolarnos, entonces.
Y puede que en parte tengan razón, porque a la gran masa del mainstream le gusta las fórmulas y poco el riesgo. Aún así hay faros que destacan: a principios de junio estrenó en los cines "Hereditary", que algunos ya la apuntan como uno de los mejores estrenos en lo que va del año: un terror sobrenatural que tiene mucho de cine de autor y al que, como es costumbre, le serrucharon el piso a la hora de traducirle el título al español: ¿Cómo fiarse de una película que se llama "El legado del diablo"?
Lo que sí es evidente es que hoy (más que antes, quizás) las películas de terror dejan de ser un género castizo y se preocupan por ofrecer varias capas de lectura: ocasionalmente, son un medio para deslizar problemáticas como el racismo (la exitosa "¡Huye!") o la crítica social en "No respires", dirigida por el uruguayo Luciano Álvarez (quien, junto el argentino Andy Muschietti, le dan sin duda una mirada actual y periférica a las producciones de Hollywood).
Y prestarle atención a la periferia, justamente, es un buen criterio para saber cómo se está reinventando el género. Porque desde ese lugar (todo lo que está afuera de Hollywood, digamos) es de donde vienen algunas joyitas que recomendamos aquí y que pueden verse cómodamente a través de la gran góndola audiovisual del mundo: Netflix.
1- “Invasión Zombie”
De Corea del Sur llega esta película de Yeon Sang-ho, cuyo título debería ser en realidad "Tren a Busan". La historia ya le da una vuelta de tuerca a las películas de zombis: la mayor parte de ella se desarrolla en un tren de alta velocidad, en el que se produce una desesperante infección. Así, la lucha por sobrevivir se da en un espacio cerrado, lo que provoca estrategias extremas entre sus protagonistas.
Pero para darle un marco de contemporaneidad al asunto (y no mero exhibicionismo zombie), están muy presentes otros temas: el individualismo, el trabajo empedernido que aparta a los padres de sus hijos, el capitalismo bestial y sin límites éticos.
2- “La bruja”
Robert Eggers ofrece una película que se aparta de las convenciones del género. La historia, ambientada en 1600, es un bosque sombrío, donde vive una familia en exilio que de a poco iremos conociendo.
Atmósferas angustiantes, con mesetas lentas y picos de sorpresa mantienen cautivo al espectador, que desde el inicio se siente metido en ese mundo de fervor (fanatismo) religioso y lenguajes antiguos.
La película, estrenada en el seno del cine indie (el Festival Sundance), avanza lenta pero efectivamente. Es así una rareza en el género, que nos hace descubrir nuevas fibras de terror en un género que creíamos conocer de antemano.
3- “El juego de Gérald”
La historia ya tiene garantía asegurada, porque fue firmada por Stephen King. Sin embargo, esta adaptación cinematográfica de Mike Flanagan afila las virtudes del relato y allana sus defectos.
Conocemos a una pareja que, en busca de reencontrar la magia de la relación, se interna en un bosque para pasar un fin de semana solos en una cabaña. El horror (el horror psicológico, mejor dicho) comienza en el momento en que ella, esposada a la cama para cumplir una fantasía de su esposo, ve cómo él muere súbitamente a causa de una pastilla de viagra.
¿Cómo sobrevivir ahora? Al hecho de estar inmovilizada y totalmente sola (acompañada solamente por un perro cimarrón), se suma un gran factor terrorífico: su propia mente, nada menos. Porque tendrá que luchar con sus fantasmas, sus inseguridades y sus presuntas "locuras", que dejan entrever una situación de fondo: sufría violencia de género.
4- “The Babadook”
Jennifer Kent dirigió esta película, que llega desde Australia y cuenta la historia perturbadora de una viuda y su pequeño hijo, obsesionado con los cuentos de monstruos.
Y la historia de "Babadook", ser maléfico que habita en los armarios de los niños, desata un gran montaje de terror netamente psicológico. No hay vísceras ni gore extremo, pero sí ansiedad, una puesta estética notable (gran tributo del cine expresionista alemán) y un guion que juega con la ambigüedad: ¿lo que vemos es real o imaginario? Ese límite borroso es parte del atractivo del relato.
5- “Verónica”
Se trata de una película española que adapta una historia presuntamente verídica, sucedida en Madrid a principio de los 90. Paco Plaza es el director, quien –pese a haber alcanzado el reconocimiento en el género por su saga "Rec"– ha confesado que "Verónica" es su película más personal.
El punto de partida es ya conocido: un juego de ouija que se sale de control. Aquí llega el terror sobrenatural, la opresión psicológica, llena de pesadillas, alucinaciones y miedo religioso (la protagonista concurre a un colegio católico). Sin embargo, detrás de todo hay una escena que define el mundo actual perfectamente: la protagonista está amarrada a una familia disfuncional.