En las pasadas elecciones del 4 de marzo, un 60 por ciento de los votantes de la Península apoyaron a propuestas "antisistema" o excluyentes. Es decir, votaron al Movimiento 5 Estrellas (M5E, 11 millones de sufragios, un 32,7%), que se declara "indignado" con la política tradicional; o a la alianza de derecha y ultraderecha Forza Italia-Liga del Nord (13 millones de votos, 37%), que quiere expulsar del país a 800.000 migrantes y proclama el nacionalismo "duro" como solución a todos los problemas.
En el exterior, incluida la Argentina -donde vive la mayor colonia italiana del mundo, con casi 900.000 ciudadanos- ya se sienten las vibraciones del sismo político.
No es que los ítalo-argentinos y los ítalo-mendocinos hayan votado mayoritariamente por los dos partidos arriba mencionados, porque los candidatos finalmente electos aquí siempre se ufanaron de representar sólo a los intereses de los paisanos que viven en Cuyo, sin referentes puntuales en la política italiana.
La repercusión ha sido posterior: los diputados y senadores electos “al estero” ahora están desorientados esperando que se forme gobierno allá para saber con quién aliarse y a quién plantearle sus reclamos.
De cualquier manera, casi todos los legisladores sudamericanos que consultamos insisten en que ellos “no se casan con nadie” y en que van a acompañar a quien les posibilite acortar los tiempos de trámites consulares, bajar las tasas por los pasaportes, mejorar las pensiones de los “nonos” argentinos que trabajaron en Italia, establecer acuerdos de intercambio entre estudiantes y técnicos de aquí y de allá y desarrollar polos comerciales e industriales conjuntos.
Entre los legisladores ítalo argentinos, una mayoría es optimista y cree que habrá prontos acuerdos para formar gobierno, que primará la inteligencia y habrá coalición entre los dos ganadores y la centroizquierda.
Pero algunos pocos son escépticos. "Si Di Maio (Luigi, del M5E) o Berlusconi (inhabilitado hasta 2019 pero que sueña con su cuarto mandato) lideran el gobierno, incluso peligran las futuras elecciones en el exterior", nos dijo uno de ellos, pidiendo no publicar su nombre.
En estas horas, los líderes del M5E, la derecha berlusconiana y el Partido Democrático negocian para dar forma al nuevo Ejecutivo. Pero el acuerdo parece estar cada vez más lejano.
Di Maio sabe que necesita el apoyo del derrotado PD para gobernar, y busca conseguirlo. Pero los popes del PD, con Gentiloni y Renzi a la cabeza, dicen ser "incompatibles" con los "indignados".
Sólo algunos dirigentes del PD aceptan su debacle y proponen acordar. Es el caso de Luigi Zanda, vocero en el Senado de los democráticos, quien reflexiona: “Muchas cosas me separan del M5E. Pero hay que hablar con todos y con mayor razón con un partido que ha recibido un consenso tan amplio”.
Por su parte, Berlusconi y sus aliados se muestran envalentonados con su 37 % de votos y aspiran a gobernar en soledad. El hombre fuerte de la derecha, con sus 81 años, ha dicho que apoyará al líder del partido xenófobo Liga Nord, Matteo Salvini (41), para que sea el primer ministro.
Volviendo a Mendoza, dos de los referentes de los principales partidos en Argentina, se mostraron confiados en que sus candidatos electos tendrán éxito al defender los intereses ítalo-argentinos.
Claudio Bravín, representante local del reelecto Eugenio Sangregorio (diputado USEI), manifiesta: "Somos casi un millón de italianos en Argentina, y quien salga electo tendrá que respetar nuestra fuerza y nuestros reclamos".
Por su lado, Marcelo Romanello, del MAIE, referente del senador reelecto por 4a. vez Ricardo Merlo, confía en que el proceso político llegará a buen término, con un gobierno duradero y confiable para Europa.
Pero advierte: "Si el gobierno que se forme aplica normas para favorecer a la ciudadanía en el exterior, lo apoyaremos; si no, estaremos en la oposición".
De Le Marche al Aconcagua, para ayudar al pueblo
Tres “muchachos arriba de los 50”, como ellos se definen, se pusieron como meta conseguir fondos para reconstruir el pueblito de Montecavallo, destruido por el terremoto de octubre de 2016.
A ese rincón con casas medievales en la provincia de Macerata -en la bella región de Le Marche, entre los Apeninos y el Adriático- la ayuda del gobierno demoraba en llegar, así que Roberto Pellegrini -nacido en Argentina y emigrado a Italia con sus padres a los 3 años-, Marco Capodacqua y Giovanni Dall'Armellina armaron la asociación "Aconcagua Experience Team", con el propósito de hacer visible el problema y recaudar ayuda solidaria de auspiciantes italianos y argentinos.
Así llegaron a Mendoza, donde fueron recibidos por la Famiglia Marchigiana y el cónsul Ivo Polacco, quienes colaboraron en busca de lograr el objetivo.
Trajeron la bandera de Montecavallo para plantarla en la cumbre del Coloso de América. “Queríamos subir el cerro más alto del mundo fuera del Himalaya, y casi lo logramos”, cuentan.
Tras un período de aclimatación complicado en Plaza de Mulas, emprendieron el ascenso, pero Roberto no estaba en óptimas condiciones. Igual, con garra y convicción, pudo llegar a los 5.000 m de altura. Marco y Giovanni, con más resto físico, subieron hasta los 6.000, donde dejaron instalada la bandera.
El objetivo se logró: juntaron bastante dinero para el pueblo.
Y no se dan por vencidos: prometieron volver y hacer cumbre. ¡Eso es constancia!