Llegamos a Francesco Ristorante y nos espera Doña Teresa Barbera. Allí, todos los días, esta excelente cocinera de origen italiano, que se define como ama de casa, recibe a gran cantidad de personas que se retiran encantadas por su buena mano para cualquier tipo de plato.
Cuando ingresamos al restaurante nos avisan que Teresa está en la cocina, como no podía ser de otra manera. Pero ese plato que está preparando no es para un comensal de su restaurante, es para nosotros. Nos cocina unos bifecitos, con jamón crudo y albahaca.
Algo simple, pero muy sabroso. A los pocos minutos Teresa comienza a contarnos la historia de su vida y la de su familia. Todo en un tono italiano muy simpático que aún mantiene. Su historia es la de una gran trabajadora, la cual transcurrió en Italia durante su infancia y luego continuó en Argentina.
Estos son sus lugares favoritos en el mundo, nos comenta. Y a la hora de elegir una comida se queda con la pasta como no podía ser de otra manera y en clásica alusión a su origen.
-¿Desde cuándo está en Argentina?
-Nosotros llegamos a Argentina el 3 de noviembre 1948, yo tenía 13 años. Recuerdo perfectamente ese día porque durante el viaje, en altamar falleció mi hermano Angelo (se emociona). Le dio una peritonitis, se equivocaron en la forma de atenderlo y murió.
Nosotros tuvimos que desembarcar con el ataúd de mi hermano. Fuimos los últimos en bajar. Esas son imágenes que a uno le quedan adentro para toda la vida.
-¿Quiénes más venían en el barco?
-En el barco venían además mi madre Fernanda Torresi y mis hermanos Giusseppe y Gabriela. Aquí nos esperaba un hermano de mi mamá que ya vivía en Argentina hacía algunos años. Y mi padre vino tiempo después.
-¿Por qué se fueron de Italia?
-Nosotros vinimos a América porque estábamos cansados de la guerra. La historia de Italia de esa época es muy triste. Era muy difícil vivir allá en ese momento. Mi madre nos trajo a Argentina en busca de paz y de que pudiéramos tener un buen futuro.
-¿Ahí se instalaron en Mendoza?
-No. Primero estuvimos un año en San Juan. Y de ahí vinimos a Mendoza. Aquí, mi madre alquiló la pensión “Marín” que quedaba frente al Mercado Central, sobre calle Patricias Mendocinas. Ahí teníamos veinte pensionistas. Lo atendíamos entre mi madre, mi hermano Giuseppe, que además estudiaba, y yo. Era un “bolichito” y dábamos desayuno, almuerzo y cena a los pensionistas. Teníamos mucho trabajo y quien cocinaba era mi madre.
-¿Y cuándo abrieron el primer restaurante?
-El restaurante comenzó en 1950 y era La Marchigiana. Fue en ese mismo lugar. Sacamos la pensión y abrimos el restaurante.
-¿En ese momento empezó a estar en la cocina?
-Siempre estuve. Desde el primer día. Yo trabajaba con mi mamá en la cocina y después salía a atender. Fue una vida muy difícil en ese momento. Hicimos un gran sacrificio.
-¿Cuántos restaurantes vinieron después de ese primer Marchigiana?
-Nosotros en Mendoza hicimos más de diez restaurantes. Además de ese negocio de calle Patricias Mendocinas tuvimos Via Veneto, Vecchia Roma, La Cantina Della Nonna Fernanda, Las Pastas, La Strada del Sole y más cerca en el tiempo Francesco Ristorante y Gio Bar.
-¿En qué momento quedó a cargo de la cocina de los negocios?
-En el año 1969 abrimos con mi esposo La Vecchia Roma. Eso era un mar de deudas (risas). No sabíamos cómo hacer. Lo único que estaba claro era que no podíamos gastar. Mi marido siempre fue un gran apoyo para toda la familia. En Vecchia Roma ya estaban mis hijos. Cuando se iban los clientes ellos estudiaban en el restaurante a la tarde.
-¿Cómo conoció a su marido
?
-Yo lo atendía en una mesa, en la época en que teníamos la pensión. Él también es italiano. Su familia había venido a Mendoza a poner una fábrica de mármol. Él es siciliano. Y yo nací en Roma, pero me siento marchigiana (NDR la región Le Marche se localiza en el corazón de Italia entre el Mar Adriático y los Montes Apeninos). Ahí pasé mi infancia.
-¿En cuántos de sus negocios cocina actualmente?
-Yo hoy por hoy sólo estoy en Francesco.
-¿Cuál cree que ha sido la clave para tener tantos negocios después de tantos años?
-El servicio. Mi madre siempre nos enseñó eso. Atender bien a la gente, ser amables. Eso es fundamental en este negocio. Aquí hacemos sentir bien a todo el mundo. Tantos a los que vienen seguido como a quienes se dan el gusto y vienen a cenar de vez en cuando.
-¿Cómo es un día suyo de trabajo?
-Un día mío es bastante bravo. He trabajado mucho en la vida y soy como una máquina (risas). Pero cuando me levanto lo primero que hago es agradecer a Dios todo lo que tengo. Entre las 7 y media y las 8 ya estoy arriba. Entre las 10 y media y las 11 vengo a Francesco para ver todo. Y regularmente a las 5 de la tarde me meto en la cocina y comienzo a trabajar. Eso hasta las 12 de la noche aproximadamente. A la noche siempre dejamos listo todo para el otro día.
-¿Cuántos platos hace usted en un día normal?
-No los cuento. Pero hago rellenos, limpio las verduras, hago de todo. Yo cuando llegan las órdenes a la cocina las canto y tengo gente que me ayuda a hacerlas, obviamente. Pero estoy siempre supervisando todo.
-¿Cómo es el mendocino a la hora de comer? ¿Qué le gusta comer?
-El mendocino no es sencillo (risas). Si tiene ajo no le gusta, si tiene cebolla tampoco. Panceta tampoco. Pero yo sé que después van afuera del país y comen todo lo que les dan (risas nuevamente). Pero ya estamos acostumbrados y además reconozco a mis clientes. Yo sé cuáles son los gustos de cada uno y qué platos podemos ofrecerles. Yo me acuerdo de todo.
-¿
Le gusta salir de la cocina
?
-No salgo tanto, porque pierdo el ritmo de mi trabajo. Pero cuando voy a una mesa seguramente aprendo algo de ese cliente.
-¿Se define como chef o como cocinera?
-Yo me defino como ama de casa. Esto ha sido algo que yo no esperaba de la vida. Esto ha sido algo muy familiar. Y además yo, en la vida, siempre trabajé pensando en el futuro de mis hijos.
-¿Qué le parece el hecho de que actualmente haya tantos interesados en estudiar Gastronomía?
-Esos chicos deben tener claro que ésta no es una profesión donde se ganan fama y muchísimo dinero. Ésta es una profesión de mucho sacrificio y que necesita de una gran organización.
-¿La cocina debe ser sencilla según su visión?
-A mí me parece que es muy importante cuidar la salud de la gente. Es fundamental hacer comida sana. A mí no me gusta freír. Yo trato de elegir las verduras, por ejemplo, y siempre es muy importante que estén frescas.
-¿Qué significó para usted el reconocimiento que le entregó el Gobierno de Mendoza en los premios Best Of Turismo Vitivinícola Mendoza 2012?
-Ese reconocimiento me hizo acordar mucho a mi madre. Siempre pienso en lo mucho que me ha dado. Y además es importante para mí. Ésta ha sido una vida de mucho trabajo, pero me ha servido para llegar adonde yo quería.
-Si mirá hacia atrás, ¿puede darse cuenta de todo lo que ha generado?
-Claro que sí. Además, mis hijos y mis nietos me dan muchas alegrías y gratificaciones.
-¿Qué es lo que usted más disfruta de su día a día?
-Disfruto sobre todo, de mi familia. Porque el amor tiene una gran fuerza y siempre busca la paz.