Terapia para dos: la intimidad puertas adentro

Para algunos representa una manera de cerrar una etapa, para otros la de escucharse y repensar las limitaciones emocionales. ¿Cuáles son las problemáticas más comunes en una terapia de pareja?

Terapia para dos: la intimidad puertas adentro

Casos de vínculos tan mediatizados como el de Carolina ‘Pampita’ Ardohain y Benjamín Vicuña, recientemente separados (y aparentemente con ganas de empezar terapia de pareja), sólo ponen en la palestra lo que a cualquier hijo de vecino puede ocurrirle; con la diferencia de que la propagación masiva de los desacuerdos se filtró puertas afuera de la casa.

La alternativa de buscar ayuda, una guía o una mirada neutral sobre los focos de conflicto suelen ser herramientas genuinas de las que muchos se valen a la hora de cuidar y reiniciar el vínculo.

Mucho más que dos

Como todo en la vida dar el primer paso hacia algo que nunca se ha hecho, y en la mitad de una crisis sofocante del vínculo de pareja resulta más que un desafío. Pero, para los que lo desean, que vale la pena.

Según explica la psicóloga vincular Paula Corso: “Muchas veces puede coexistir la terapia de pareja con la terapia individual, ya que ayuda y potencia lo que se trabaja. En la terapia de pareja, al estar los dos juntos -el cuerpo y el decir- de uno hace tope en el otro y a lo que se cree de él. Ahí es donde aparece una producción distinta de la que se da en terapia individual”.

- ¿Cuál es el primer paso?

- Muchas veces uno de los integrantes de la pareja acude por el otro. Todo dependerá de la calidad de vínculo que exista. Lo ideal sería que fuera un acuerdo entre los dos, el hecho de asistir.

- ¿Se suele acudir más para cortar dignamente o para reflotar la pareja?

- Las dos fantasías coexistirían. Es trabajo de la terapia ayudar a ambos miembros a pensar en qué les está pasando, y en la toma de decisión; es decir: si continúan (o no) va a ser un efecto posterior, una vez que puedan trabajar, sentarse, mirarse y registrarse.

En general se viene con el pensamiento de ver si se puede reparar la pareja, pero también con la fantasía de separarse de la mejor manera posible. Hay que trabajar sobre ambos aspectos, de acuerdo a la dupla y su conflicto. Lo que va a acontecer, luego de reiniciada la relación, nadie lo sabe...

- Y de esas fantasías, ¿cuál de las dos se da de forma más recurrente?

- Las dos cosas... Los que desean separarse, y ya están decididos, es muy difícil que acudan a una terapia. Si bien puede estar la separación como una posibilidad, siempre en el fondo hay una ilusión de retomar el vínculo; por ello asisten. Diferente de una pareja que no acude a la sesión porque tiene la decisión resuelta.

- ¿Cómo se trabaja con la dupla puertas adentro?

- Se hace revisando los acuerdos y pactos, tanto conscientes como inconscientes, que hizo la pareja entre sí. Quizás los pactos que la sostenían no resultaron, con el tiempo, suficientes; o no sirvieron, o fracasaron y hay que repactar. Revisar qué pasó para que esos acuerdos se cumplieran o no en el tiempo.

- ¿Cuáles suelen ser los problemas más recurrentes por los que una pareja termina en terapia?

- Hay diferentes parámetros. Cuando se decide formar una pareja a esa persona no se lo conoce en lo cotidiano, hasta que se empieza a convivir. En ese cotidianidad comienzan a surgir cosas que, por ahí, en el vínculo inicial no se veían porque se estaba en una etapa diferente. Por eso la vida diaria es un parámetro importante en donde, en la cotidianeidad, aparecen aspectos contrapuestos que (quizá) se pensó que no existían. Detalles que, de ser importantes (no intrascendentes), para una de las partes (de saberlo antes) hubieran determinado, no convivir o estar en pareja con esa persona. De ahí que se pongan en duda los pactos que se hicieron antes de conocer lo que no se vio.

- ¿Hay una falta de aceptación del otro?

- Las garantías sobre las cuales se sostenían las parejas antes, ya no están. Hablamos por ejemplo de cuando en otros tiempos, en una pareja, la mujer se conformaba  con quedarse al cuidado de la casa y los niños y el hombre salía a trabajar, con roles más definidos. Ese tipo de “garantías” hacían que la dupla estuviera más estabilizada, lo que no implicaba que no tuvieran mucho sufrimiento porque la mayoría de las veces conformaban parejas de muy mala calidad afectiva.

Hoy esos garantes ya no están. La obligatoriedad de quedarse en la pareja “porque hay que estar casada”, o porque “estar sola está mal visto”, no existe para una mujer. Hoy se vive en un contexto más incierto donde hay otras posibilidades y en donde el tema es más complejo. No sé si peor o mejor, pero sí más complejo que antes. Hay que sostener los garantes desde otro lugar.

- ¿La infidelidad es uno de los problemas más complicados de superar en la terapia?

- Es uno de los motivos más frecuentes de consulta. Cuando se instala la infidelidad en la pareja, la vemos como un síntoma. Es decir que aparece algo que está hablando de los miembros, y de lo que no estaba funcionando. Entonces a partir del síntoma (como la fiebre) hay que ver si se trata de algo grave o no. Es una señal de que el mundo afectivo de esas dos personas no está bien.

- ¿Se puede generar un nuevo lazo de confianza a pesar de la mentira?

- Depende de los acuerdos y pactos que la pareja hizo. Si la fidelidad era un parámetro muy importante en esa pareja, no es igual que en aquella en la que no ocupa ese valor. Depende de cada caso, y de lo que ha construido esa dupla amorosa.

- ¿Cómo funciona la dinámica de la pareja dentro del consultorio? ¿Discute?

- Lo importante de la terapia es que ambos miembros puedan llevar ese malestar a ese espacio terapéutico en donde hay un tercero que va a ayudar a contener todo esto. Lo que empieza a aparecer en la pareja es que comienza a proyectar y mostrar ahí su sufrimiento y lo empieza a trabajar, como en un espacio artificial pero necesario para poder resolver lo que les pasa.

- ¿En qué casos no es factible la terapia?

- A veces hay ideologías muy contrapuestas, o formas de pensar la ética, los valores e ideología. Si eso no estuvo en los pactos previos, se descubren cosas del otro por las que uno no lo hubiera aceptado, por ser muy fuertes. Una cosa es lo trivial y otra lo que tiene que ver con nuestras creencias y convicciones más profundas.

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