Fingir es amar
Todos los participantes de “Gran Hermano” tenían que hacerlo. Nosotros televidentes imaginábamos los crudos, la grabación de ese instante en que el participante posaba para ese fragmento que te mostraban cuando los presentaban: ¡este eeees Pipo! Y aparecía la secuencia de Pipo mirando a cámara y haciendo algún gesto.
En esa primera pose fingidamente espontánea el participante ya revelaba el rasgo de su carácter que venía a representar a la casa.
En algún momento entre los 2000 y los ‘10 –junto con la transformación de Fotolog en muro de Facebook y el surgimiento de “Eventos” y “Grupos”- los boliches y las fiestas comenzaron a fotografiar a sus concurrentes; a veces en una situación como “de previa” con un banner detrás exhibiendo el nombre o marca del evento (mímesis de ‘alfombra roja’), otras con los concurrentes semi bailando semi espontáneos con la fiesta detrás, etc.
El tropo narrativo del “Evento” fue así construyéndose hasta alcanzar en 2015 un estatus de “siembre fue así”; en el álbum de la fiesta, a la foto de los concurrentes se le suman algunas escenas más, una foto del dj a contraluz, una con mucho humo y neón, habitualmente el final de estos álbumes es con un plano general de la fiesta en su “apogeo”.
La estética también logró unificarse: filtros instagramianos, lentes curvos sino ojo de pez, resplandor difuso, colores contrastados, etc. El género termina de confirmar su apogeo y futura decadencia una vez que comienzan a aparecer las deconstrucciones.
El video en Youtube se llama “Incredibly awkward montage of C.U.N.T.s” “People are faking having a wild time”, la pieza es intrigante, porque entre otras cosas revela cómo algo que puede parecer pelotudo también puede parecer arte.
En primer plano vemos sucederse a grupos de personas que confunden/posan frente a una cámara de video como si se tratara de una fotografía, indagan el lente a la espera del flash o algo, desean el instante quieto, son ocho, nueve segundos en que la mirada entre psicótica y tierna y el modelo entero se ‘casicongela’ en situación wild, de mueca o de distracción.
¿Es sonreír para una foto una conducta occidental? ¿Es cierto que en Corea, durante una boda, las personas no sonríen en las fotos? ¿La forma en que actuamos frente a una cámara es una construcción social que padres enseñan a sus hijos, etc.? ¿Hay que dejar de sonreír, una vez tomada la foto? ¿Por qué hay tantas fotos de japoneses haciendo la V con las dos manos? ¿Es por Vietnam, es por los hippies, es por el manga “Kyojin no Hoshi” de los ‘60 en que un padre despedía a su hijo con ese signo, es por Perón?
Si Facebook nos permitiera acceder a sus estadísticas podríamos saberlo, pero asumo que pocas adolescentes deben no tener una foto imitando la pose impuesta por Miley Cyrus que consiste en sacar la lengua al máximo. Y no como una burla, donde la lengua se endurece y se hace tubular y parte de la boca la acompaña en una mueca, no, esta lengua está sola y oculta la sonrisa.
Como si Miley concentrara todo el ser en esa lengua ‘estonizada’, a veces contorsionada hacia un lado, la mayoría de las veces pegada al labio inferior hasta rozar el mentón, nunca tímida, una lengua que se enfrenta a la lengua seductora de Marilyn Monroe, con la boca apenas abierta y rozando con la punta el labio superior.
Posar en algún momento fue político, como lo hacían las drags de “Paris is burning”, vogueando hasta convertirse en algo, hasta hacerse visibles y terminar impactando, 30 años después, en youtubers y sobresalir y así imponerse, fiel al lema generacional ladygaguero del “sé tu mismo”.
Pessoa lo dijo mucho mejor en su libro más lindo: “No veo nunca una linda sonrisa o una mirada significativa sin que medite, de repente, y sea de quien sea la mirada o la sonrisa, cuál es, en el fondo del alma cuyo rostro se sonríe o mira, el estadista que nos quiere comprar o la prostituta que quiere que la compremos.
Pero el estadista que nos compra ha amado, por lo menos, el comprarnos; y la prostituta, a quien compremos, ha amado, por lo menos, el que la compremos. No huimos, por más que querramos, de la fraternidad universal. Todos nos amamos los unos a los otros, y la mentira es el beso que cambiamos”.