La tentación reeleccionista está siempre

Con un avieso fallo judicial que pone de manifiesto la dependencia absoluta del Poder Judicial de Santiago del Estero del Poder Ejecutivo comandado por Gerardo Zamora, se acaba de habilitar la posibilidad de una nueva reelección de éste, pese a la prohibi

La tentación reeleccionista está siempre

Un reciente fallo judicial allanó el camino a la posible re-reelección del gobernador de Santiago del Estero, Gerardo Zamora.

Con una polémica interpretación, una jueza civil y comercial de aquella provincia declaró inconstitucional una cláusula transitoria de la reformada Constitución provincial que impedía que el titular del Poder Ejecutivo pudiese presentarse para competir por un nuevo periodo gubernamental.

La próxima elección de gobernador en aquella provincia se realizará el 27 de octubre, en coincidencia con los comicios legislativos nacionales.

Más allá de la calidad del fallo, lo que debe preocupar es la subsistencia de iniciativas que tienden a prolongar en el tiempo el ejercicio de la función pública, una tentación lamentablemente muy arraigada en la clase política argentina.

En este caso puntual, no queda ninguna duda de la deliberada acción política del oficialismo santiagueño, que en su momento hizo una presentación judicial para que se habilitara a Zamora en el actual proceso electoral.

Y también quedan serias dudas sobre la imparcialidad de la jueza que falló sobre el caso, ya que tras su resolución ordenó al Tribunal Electoral provincial permitir la postulación de Zamora para el proceso electoral en marcha, dejando la sospecha de que en este caso puntual mucho pudo haber influido el vínculo político o la injerencia de la política en el accionar de algunos jueces.

Zamora ejerce un legítimo e inocultable liderazgo en su provincia; tiene una imagen positiva muy cercana al 80 por ciento, lo cual permite deducir que su reelección se encuentra prácticamente asegurada. Lo criticable es que basándose en esa realidad, el oficialismo santiagueño se aferre a la figura del gobernador sin abrir el juego a otros dirigentes de su misma corriente que puedan tomar la posta que deja el popular mandatario.

El experimento político de Zamora no debe pasar inadvertido. Está a punto de concretarse en un año clave desde el punto de vista de la estabilidad republicana en el país, porque si las tendencias que marcaron las PASO se mantienen, en octubre quedará definitivamente descartada la ilusión kirchnerista de avanzar hacia una prolongación del mandato de Cristina Fernández de Kirchner.

Y la política mendocina tampoco es ajena a este tipo de especulaciones. Si bien el gobierno de Francisco Pérez ya dejó de lado por el momento el intento reformista que incluía la habilitación de la reelección de gobernador y vice, no prevista en la Carta Magna local, no hay que descartar que en los próximos dos años de gobierno de Pérez el tema pueda ser reflotado en virtud de la inocultable posición del mandatario provincial por dejar como legado de su gestión una amplia enmienda de nuestra Constitución. Cuando lo realmente valioso sería propiciar una reforma política en serio, más allá del debate constitucional.

El clamor de cambios en la política que la ciudadanía argentina comenzó a expresar con su voto en las primarias abiertas de agosto debe incluir el tránsito hacia un país institucionalmente más responsable, con un ejercicio verdaderamente republicano de la función pública, basado, entre otras cosas, en la búsqueda del diálogo y consensos, con líderes que ejerzan la conducción del Estado sin deseos de perpetuidad.

Es por ello que el actual ensayo del kirchnerista Zamora en Santiago del Estero no debe ser ignorado; sirve lamentablemente para mantener viva una tentación reeleccionista que le hace mucho daño a la Argentina.

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