Facundo Burgos tenía 12 años. En la madrugada del último jueves, volvía en moto con un amigo de 14 tras haber presenciado unas "picadas" en la zona del Parque 9 de Julio en la capital tucumana cuando dos policías los persiguieron y les dispararon.
El nene terminó muerto con un tiro en la nuca. Su familia salió a denunciar un caso de "gatillo fácil", pero la Justicia respondió con un peritaje que indicaría que el chico habría disparado un arma.
La versión oficial siempre fue que los policías se cruzaron con tres motos y que quisieron detenerlas. Que cuando se les acercaron, desde las motos empezaron a disparar, ellos se defendieron y así mataron a Facundo e hirieron al adolescente de 14 con el que iba. Bajo esa hipótesis, la fiscal Adriana Giannoni sólo demoró unas horas a los agentes y los liberó.
La familia de Facundo, sin embargo, insiste con que el chico y su amigo no formaban parte del grupo que escapaba de la Policía. Fuentes del caso citadas por La Gaceta, en cambio, afirman que las filmaciones de las cámaras de seguridad muestran lo contrario.
A esto se agregó ahora una novedad difundida por fuentes del Ministerio de Seguridad de Tucumán: que el “dermotest” al nene muerto habría dado positivo. Es decir, que habría disparado.
La versión familiar
Esto fue negado por su familia. “Los policías mataron al chico a sangre fría. Él no tenía nada que ver con las personas a las que perseguían”, indicó Juana Romero, tía de la víctima. “Pueden decir lo que quieran, pero mi sobrino no tuvo nada que ver ni es un delincuente. Él fue con su amigo a observar las picadas como cualquier chico al que le gustan las motos. Él se fue a divertir y lo entregaron con un balazo en la nuca”, agregó. “El amigo pudo haber tenido problemas con la ley, pero mi sobrino no”.
La referencia es para otro argumento policial: que el adolescente que conducía la moto en la que iba Facundo -a quien también habría dado positivo el dermotest- habría estado involucrado en un crimen.
El sepelio de Facundo sumó más polémica: el cortejo entró por la fuerza al estadio de Atlético Tucumán -según los empleados, con armas- y los familiares lo despidieron allí con tiros al aire.
Anteayer también se conoció por la revista "La Garganta Poderosa" una nota escrita por Mercedes del Valle, abuela de Facundo.
“Ya no me quedan lágrimas. Nos destrozaron la vida. El Negro era un niño maravilloso, lleno de amistades, que no tenía problemas con nadie. Anteayer a la madrugada, a pocas horas de su primer día en la secundaria, lo mataron, me lo mataron. Tenía 12 años: 12 años, tenía, ¿entienden? Un niño, hermanito de otras dos niñitas, de repente pasó a estar en el hospital Ángel Padilla, tirado en un rincón, con la cabeza destrozada. Era una criaturita, mi criaturita”, señala.
“¿Cómo se hace? ¿Cómo hacemos? ¿Quién se lleva este dolor? Para colmo, debemos soportar infinidad de historias falsas, circulando por internet o televisión, porque no, nada hubiera justificado lo que hicieron, pero mi nieto no robaba, ni manejaba un revólver, como inventa la policía...”.
“El 7 de mayo, Facu iba a cumplir 13. Y sí, soñaba ser como Messi, para poder comprarle una casa a su mamá, que vive en Santa Fe. Allá, él había jugado al fútbol en Unión de Sunchales y tenía pensado volver en unos meses. ¡No podrá! Me parece verlo ahora, jurándonos que algún día nos iba a comprar ‘una mansión, para poder vivir mejor’. Lo pienso y todavía no entiendo. ¿Cómo que no volveré a ver a mi nieto? ¿Cómo que no volverá a correr hasta mis brazos, gritándome ‘Pachona, Pachona’? ¿Cómo que lo mataron, si nunca nadie dijo nada malo de mi negrito? No puedo explicar lo que siento aquí, en el pecho. ¡No saben cuántos amigos tenía! No saben cuántos niños había en su entierro. ¡Su entierro!”.