La temporada tenística 2014 celebró la resurrección del legendario Roger Federer, coronada con la victoria en la Copa Davis, y vivió cómo Rafael Nadal, que logró Roland Garros en un curso marcado por las lesiones, cedió el número uno mundial a Novak Djokovic, ganador en Wimbledon.
La lista de torneos del Grand Slam del año la completaron dos invitados inesperados. En Australia se impuso el suizo Stanislas Wawrinka, que luego acompañó a Federer en la consecución de la primera Ensaladera para el país centroeuropeo, y en el Abierto de Estados Unidos el croata Marin Cilic rompió la quinielas y levantó el trofeo.
Cuando pocos le esperaban en la temporada en la que cumplió 33 años y en la que nació su segunda pareja de gemelos, Federer emergió en los principales escenarios con el juego seductor de siempre.
Insistiendo en algunos ajustes, el más destacado su apuesta por subir a la red y terminar los puntos lo antes posible -aportación de su técnico Stefan Edberg, uno de los grandes maestros de la volea-, Federer volvió a ser el mito viviente, venerado en todas las canchas del mundo, capaz de alcanzar uno de los pocos títulos que faltaba en su palmarés, la Copa Davis (en noviembre ante Francia en Lille).
El suizo concluyó su cargado curso con cinco títulos (Dubai, Halle, Cincinnati, Shanghai y Basilea). Además alcanzó la final de Wimbledon, su Grand Slam favorito, en la que perdió ante Djokovic en cinco sets en un partido que superó las cuatro horas.