Tiros explosivos. Acapulco celebra desde el lunes un torneo con parte de la élite mundial del tenis, mientras varios cadáveres han aparecido en este puerto mexicano asediado por la violencia del narcotráfico.
El famoso balneario, que durante sus décadas de oro fue el favorito de la crema de Hollywood -desde John Wayne hasta Sylvester Stallone-, ha caído en una decadente espiral hasta convertirse en una de las ciudades más peligrosas del mundo.
Más de 744 homicidios ocurrieron en los once primeros meses del año pasado, en medio de la violencia generada por pequeños cárteles que se disputan el control deltráfico de drogas y de las extorsiones a comerciantes.
Así, Acapulco se ha convertido en un foco rojo en el mapa de Seguridad de México.
"Reconozco que tenemos un problema de seguridad como en todo el país, pero hacemos operativos en la zona. Y les puedo asegurar que la zona está blindada" con soldados y policías, dijo a la AFP Héctor Astudillo, gobernador de Guerrero, el sureño estado en el que se encuentra Acapulco.
A orillas del mar, los caminos del sector turístico están flanqueados de palmeras y cerca de ahí se desarrolla el Abierto Mexicano de Tenis 2018.
Pero a unos kilómetros de esta imagen de tarjeta postal, contrasta la crudeza de otra realidad.
El miércoles, en pleno torneo, fueron hallados siete cadáveres en diferentes puntos de la ciudad.
Entre ellos estaban dos chóferes de taxi que, aparentemente, perdieron la vida al rehusarse a pagar las extorsiones de los criminales.
Para el día de San Valentín, una cabeza humana fue depositada sobre la acera de una calle, envuelta para regalo y adornada con un globo.
Las autoridades intentan a toda costa evitar que este tipo de incidentes opaquen aún más la imagen de Acapulco o perturben en lo más mínimo el torneo.
"Es el evento internacional que da más visibilidad a la ciudad", asegura el gobernador. Gracias a las retransmisiones, "la marca Acapulco se ve en el mundo entero".
Cerca de mil soldados y policías fueron desplegados para prevenir cualquier brote de violencia, según las autoridades.
Más que un torneo, lo que está en juego es la economía local. El Abierto Mexicano de Tenis genera ingresos por más de 35 millones de dólares al año, y atrae a unos 20.000 aficionados diariamente, según cifras de la secretaría de Turismo.
Mientras los turistas extranjeros se han ido retirando de este destino, paradójicamente las canchas del torneo nunca habían tenido jugadores tan renombrados: este año, asistieron cinco de los 10 tenistas que encabezan el ranking mundial de la ATP, entre ellos el argentino Juan Martin Del Potro (9), mientras que Rafael Nadal (2) tuvo que abandonar antes de empezar la competencia por una lesión.
Este evento se convirtió en la antesala de los torneos Indian Wells y el de Miami, se congratula Alejandro Castillo, responsable de la Comisión Nacional de Cultura Física y Deporte.
Los organizadores del torneo planean incluso construir una segunda cancha para el año que viene.
"Es un torneo que va creciendo, tiene un futuro", asegura el director del torneo Raúl Zurutuza, al asegurar que el evento goza de las mismas medidas de seguridad que otros torneos.
Zurutuza no predice la deserción de los patrocinadores pese a la rampante violencia en la ciudad. "Tenemos contratos a largo plazo con los patrocinadores", asegura.
Pero los mejores adeptos del torneo son sin duda los jugadores que aprecian el ambiente relajado y el fervor del público mexicano. A la edición 2017 la eligieron "mejor torneo ATP-500".
Kevin King, un jugador estadounidense con el puesto 173 y que llegó por primera vez a disputar el torneo de Acapulco, se siente "100% seguro".
Sin embargo, la ATP le envió un mail de recomendaciones antes de su llegada.
"Me dijeron que no fuera al centro de la ciudad y que solo usara el transporte oficial (del torneo).
También les pregunté a otros jugadores su opinión y me dijeron que era seguro", cuenta el jugador de 27 años que no superó las eliminatorias.
La problemática de la Seguridad también está presente entre el público. "No vamos por el centro (de Acapulco), y después nos vamos directamente por la salida" a carretera, explica Crispín, un jubilado de 82 años que viajó desde la capital mexicana con su hija.
José Luis y Fabiola, una pareja que también llegó de Ciudad de México, se mantienen alerta.
"Cruzamos los dedos" cada tarde al momento de regresar a casa, dice José Luis, al explicar que se hospeda con su mujer en un departamento que les prestaron... en el otro Acapulco, cerca de un barrio violento.