Tengo un cuerpo que habla

El cuerpo es una máquina perfecta que nos permite movernos a lo largo de la vida. Es un aparato que cada tanto muestra signos de desgaste o cansancio, entonces decimos que enferma. Somos un espíritu dentro de un cuerpo físico. Entonces, ¿qué enferma prime

Tengo un cuerpo que habla
Tengo un cuerpo que habla

En la actualidad se habla mucho de enfermedades crónicas. Se busca que quienes padecen algún tipo de trastorno crónico cuenten con cobertura médica y asistencia acorde a su dolencia. En su mayoría, cuentan con pensiones, medicamentos de entrega gratuita, tratamientos especializados, entre otros.

Pero, poco se habla de las terapias complementarias que existen para hacer frente a esta realidad y, especialmente, las posibilidades de sanar que hay en nuestro interior.

En boca de la medicina podemos describir dos tipos de enfermedades: aquellas llamadas agudas, que suelen durar un breve lapso y las crónicas, que se prolongan a lo largo del tiempo. Estas últimas no necesariamente implican un peligro para la vida, pero para que esto no ocurra el paciente debe hacerse controles periódicos y cumplir con tratamientos; muchas veces invasivos e incluso costosos y difíciles de tolerar.

Cuando una persona padece una enfermedad crónica ésta no solo lo afecta físicamente, sino que también se resiente su aspecto emocional, social y hasta económico. Enfocar nuestras energías en lo emocional tendría, según esta mirada, el poder de sanar cualquier dolencia física que pueda estar preocupándonos.

Enfermamos emocionalmente, “espiritualmente empieza por no funcionar algo y después aparece el mensajero. Y no se puede matar al mensajero”, comienza analizando la psicóloga y maestra de Reiki, Natalia Bonazza. Por ‘mensajero’ entendemos a la “enfermedad” misma y si buscamos atacarla es porque no estamos “escuchando” lo que ésta nos está queriendo decir.

Claramente se habla de apariencia de enfermedad ya que son los síntomas los primeros que se manifiestan. Y nos dicen que “aquí pasa algo”.

Nos avisan que nuestro cuerpo está funcionando diferente y, si nos permitimos leerlos, podremos llegar al inicio de todo. La enfermedad como síntoma tiene muchos mensajes y lecciones para cada una de las personas que las padecen, afirma la especialista. Una persona que enferma está mostrando que algo no está funcionando en el sistema.

Agrega Bonazza que si la idea es atacar el síntoma (a través de la medicación) es preciso tener en cuenta que: “primero, el síntoma no se ataca; segundo, si vas al síntoma (...) puede sanarlo pero va a aparecer en otro lado. Porque en realidad es una advertencia que nos dice ‘por acá no’. Es la manera de expresarnos emocionalmente”.

“En el momento en que el paciente es diagnosticado con una enfermedad crónica, éste entra en shock. Miles de preguntas invaden su cabeza: “¿qué es esto que tengo?, ¿cómo puede afectarme en el futuro?, ¿podré tener hijos?, ¿estaré medicado de por vida?, ¿afecta a otros órganos y funciones del cuerpo?, ¿me puedo morir a causa de esta enfermedad?, ¿qué hago con esto? (...) y muchas otras más -continúa Bonazza-. Y sí, la apariencia de enfermedad también tiene su proceso y etapas. Obviamente se pasa por períodos muy complejos que tienen que ver con el duelo. Hasta un momento era una persona ‘sana’ y de un día para el otro, luego del diagnóstico, pasa a estar ‘enferma’.

Esto ya es un duelo que implica la negación, el enojo contra uno, contra los demás, contra el sistema médico, etc. Y es un duelo porque es la muerte de algo para renacer de otra manera”.

La persona tiene la posibilidad de ser víctima de la enfermedad y someterse o, de entender que es solo un mensajero que aparece para decirnos algo.

Entonces, es ahí cuando quienes la padecen comienzan a indagar en su interior, a conocerse y a reconocer aspectos de su vida. Al respecto Bonazza no niega que la medicina tiene su respuesta; pero también hace foco en otro tipo de sanación: la medicina homeopática, las Flores de Bach, las Flores Californianas, la alimentación sana, el autoconocimiento, la meditación, el reiki, el yoga y otras terapias alternativas.

Todas prácticas antiquísimas, a las que cada vez más personas se están inclinado para probar nuevas formas de vivir. “No se puede negar que las energías existen y que tenemos en nuestro interior todas las herramientas para sanar, ya que así como las tuvo para enfermar, las tiene para sanar. El poder de sanar lo tenemos cada uno de nosotros”, añade Bonazza.

El psiquiatra vienés Viktor Frankl, creador de la Logoterapia,  es uno de los antecedentes a los que se aferran estas tendencias. La Logoterapia es la ‘terapia del sentido’  y habla de lo importante que es el ‘sentido de la vida’; encontrar ese sentido.

Entre sus postulados sostiene que el camino para encontrar el sentido de la vida no es un invento sino que se descubre a través de esta situación (la enfermedad), “desde qué punto vas a ver lo que te está sucediendo”, completa Natalia.

Así, la dolencia se presenta como un desafío o como una oportunidad de sanar, de renacer o de reconstruirse; o, por el contrario, como lo peor que pudo haber pasado en la vida y ponerse en el lugar de víctima.

Bonazza comenta que, muchas veces, quien enferma es porque es “el más fuerte y el más débil. El más débil porque enferma y el más fuerte porque está denunciando que está pasando algo a su alrededor. Cada enfermedad tiene su significado y esto ha sido estudiado por grandes especialistas durante muchos años”.

Hay una diferencia entre el 'Ser' y el 'Estar'

“Cuando una persona con cualquier tipo de enfermedad se presenta a otra no lo hace anteponiendo a su nombre, el nombre de su padecimiento. No. ‘Yo no soy mi enfermedad, sino que la tengo’. Y, por lo tanto,  si ‘la tengo’ es un ‘estado’. Si es un ‘estado’, ahora está y después puede no estar más. Pero, si por el contrario decimos: yo soy depresivo, yo soy diabético. Entonces lo estoy dejando estar en mi cuerpo y en mi vida. Y es ahí, cuando con una palabra y con el pensamiento me estoy bloqueando”, señala la profesional.

El “Yo Soy” -según esta mirada- tiene una fuerza muy grande. “Hay que ser muy conscientes de lo que decimos luego del ‘Yo Soy’, porque estamos hablando de nosotros mismos, de lo que creemos que somos y merecemos. Lo primero que enferma es lo espiritual: ese enojo que quedó, eso que no dijimos, eso que venimos pensando hace mucho tiempo. Ahí empezó. Empieza a dar síntomas psicológicos, físicos. Por eso se retroalimenta lo espiritual con lo físico. Uno elige si romper con esa retroalimentación”, sigue explicando Bonazza.

En la actualidad una gran cantidad de terapias alternativas trabajan en forma complementaria con los tratamientos médicos para hacer frente a una situación de salud considerada crónica: homeopatía, constelaciones familiares,  terapia floral, entre otras. Su función es -según quienes las practican- la de equilibrar, no reemplazar. “Es muy importante que la asistencia médica no olvide que, enfrente, se tiene a alguien que está angustiado, que no entiende lo que le ocurre y que todo es nuevo  a partir de ser diagnosticado: las formas de alimentarse, las salidas, el mundo laboral, las relaciones de pareja y familiar, lo económico, la medicación, y demás -detalla la psicóloga-.

El paciente no es un número más, sino una persona que necesita ser oída y tenida en cuenta. Sus opiniones y decisiones también valen, ya que es su cuerpo el que será sometido al tratamiento”.

Lo importante

La idea no es resignarse. La idea es aceptar lo que nos toca vivir, recibirlo con respeto y compromiso  y trabajar para sanar cada día. 
Así las corrientes de esta nueva tendencia propulsan a descubrir para qué se hizo presente una enfermedad y "amigarnos" con ella, aprender a convivir.

“También es muy valorable rol que cumple la familia, los amigos y la pareja en la vida del paciente. Es que hay que comprender que el paciente vive una crisis muy profunda y necesita de contención y entendimiento. Pero no lástima, sino compañía. Evitar hablar constantemente de la enfermedad, desviar el tema, generar momentos de esparcimiento que permitan el rencuentro y refuerce los lazos entre las relaciones. Podemos pararnos desde el lado de la enfermedad o ubicarnos desde el lado del cambio. Pero no solo el paciente, sino la familia, amistades y pareja en forma conjunta”, cierra Bonazza.

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