La OTAN aumentó ayer la presión internacional sobre Siria dando luz verde al despliegue de misiles Patriot en Turquía, para defender su frontera, y advirtiendo a Damasco que un uso de armas químicas tendrá consecuencias.
Sin sorpresa, Turquía recibió una respuesta positiva por parte de sus aliados de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) para desplegar de forma temporal misiles Patriot capaces de destruir en vuelo eventuales misiles procedentes de la Siria vecina.
Según el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, la amenaza de las armas químicas de Siria es “un tema de gran preocupación” para el conjunto de los Aliados. Por ello es “urgente garantizar la protección eficaz de nuestro aliado turco”.
Los temores vinculados a esas armas volvieron bruscamente en los últimos días, cuando las fuerzas rebeldes han puesto en jaque al ejército oficial, sobre todo alrededor del aeropuerto de Damasco.
El lunes, el presidente estadounidense Barack Obama advirtió a Damasco que “una posible utilización de armas químicas sería totalmente inaceptable para la comunidad internacional”.
Unas horas después, el calificativo de “inaceptable” fue retomado por los ministros de Relaciones Exteriores de Alemania, Guido Westerwelle, y Francia, Laurent Fabius.
Rasmussen avisó que el régimen de Bashar Al Asad se enfrentará a una “reacción inmediata de la comunidad internacional” si usaba armas químicas.
Sin embargo, el régimen sirio reiteró el lunes que “no utilizará ese tipo de armas, si las tiene, contra su pueblo”, según una fuente del ministerio de Relaciones Exteriores.
Por su parte, el ministro ruso de Relaciones Exteriores, Serguei Lavrov, llamó a los occidentales a no “exagerar” los “rumores” sobre esta amenaza. Sin embargo, precisó que Moscú seguía opuesto al uso de armas químicas, tal y como lo estipulan las reglas internacionales.
El arsenal químico sirio se considera uno de los más importantes de Oriente Medio, gracias al apoyo recibido de Rusia e Irán. Pero es difícil evaluar la cantidad y el estado del material.
El lunes, un responsable estadounidense afirmó que el gobierno sirio estaba mezclando los componentes necesarios para el uso militar del gas sarín, que provoca una parálisis completa del cuerpo y luego la muerte (ver infografía).
Sobre el terreno, al menos 102 personas murieron ayer en el país, incluidas 30 en Damasco y su periferia. Nueve alumnos y un profesor murieron alcanzados por un obús de mortero que cayó en una escuela en la provincia de Damasco.