La relación entre las nuevas tecnologías (con internet a la cabeza) y la interacción a la hora de comunicar e informar sobre un sismo es hoy por demás estrecha, algo sumamente destacable en una zona sísmica como es Mendoza. No sólo a la hora de publicar banalmente algo en Facebook o en Twitter sobre un temblor (todos lo hemos hecho o conocemos a alguien que lo haya hecho), sino también al momento de que los organismos científicos y sismológicos procesan esa información y la reportan públicamente.
A nivel mundial hay cada vez más sitios web que monitorean y reportan en tiempo real la actividad sísmica y que son de acceso público, por lo que la información está disponible prácticamente en el mismo momento en que tiembla, algo impensado hace algunos años.
En Mendoza, el Ceredetec (dependiente de la UTN) cuenta con su propio sitio donde se reportan los temblores y el detalle (fecha, hora, magnitud y locación del epicentro, entre otras cosas). Lo mismo ocurre con el nuevo sitio oficial del Inpres (Instituto Nacional de Prevención Sísmica), donde en un lapso de entre 10 y 30 minutos posteriores a la actividad pueden encontrarse los detalles de todos los sismos superiores a 2,5 grados.
“Se ha mejorado y optimizado la rapidez con que se informa sobre un sismo en los últimos años. De hecho, muchas veces nos llama por teléfono la gente para consultarnos por un movimiento que ha visto publicado en la página. Tiene muchas visitas”, destacó Mario Araujo, del Inpres.
“La tecnología para medir los terremotos ha evolucionado fuertemente en los últimos años. Importantes compañías, especialmente japonesas o de Estados Unidos, desarrollan instrumental de última generación que permite capturar mucha información. En la Regional Mendoza de la UTN se cuenta con instrumentación sísmica de última generación que permiten obtener información prácticamente en tiempo real. Lo que aún está en desarrollo es el sistema de comunicaciones para poder tener acceso a la información de instrumentos que se encuentren muy distantes de nuestro Data Center”, indicó por su parte Carlos Frau, del Ceredetec.
En tiempo real
El caso del Inpres y su sitio web representa todo un avance en lo que respecta al ámbito nacional. La demora de entre 10 y 30 minutos para reportar públicamente un temblor es un promedio que se da mientras haya personal en la sede del organismo, ya que son los sismólogos los que se encargan de analizar los resultados en ese período.
Sin embargo, según resaltó Araujo, automáticamente el sistema de detección registra y publica los movimientos telúricos en la web, aún incluso antes de ser revisados y analizados por los especialistas (algo clave para la actividad que se da en horas de la madrugada).
“Cuando uno ve el informe en la página, aparecen en azul los movimientos que aún no han sido revisados por un sismólogo, pero que igual fueron registrados. Cuando los revisan, cambia el color a negro”, destacó Araujo, quien resaltó que se ha mejorado y optimizado la velocidad con que se informa sobre un temblor.
Al vivir en una zona sísmica, los mendocinos ya estamos acostumbrados a que de vez en cuando se nos “mueva” el suelo. Pero por día se registran muchos más temblores de los que son perceptibles para el ser humano.
“En la zona del Centro Oeste Argentino (COA) detectamos entre 15 y 50 sismos por día que no son percibidos por las personas. Es un número normal, teniendo en cuenta que es una zona sísmica”, resaltó Araujo.
Si bien el Inpres detecta y analiza todos los movimientos sísmicos que se dan (sea cual fuere su magnitud e intensidad), sólo informa los que son superiores a 2,5 grados. “Normalmente las personas perciben los que están por encima de los 3 grados. Es muy difícil que se sienta uno de menos de 2”, continuó el especialista del Inpres, quien resaltó que Mendoza, San Juan, Salta, Jujuy, La Rioja y Catamarca son las zonas donde más temblores se registran, y en menor medida en Córdoba y San Luis.
Al respecto, Frau indicó que la actividad sísmica en las zonas de elevada sismicidad “es prácticamente permanente. Esto no debe alarmar a la población, pues siempre ha ocurrido así. Lo que sucede es que el avance de la tecnología permite detectar hasta los sismos más débiles”, manifestó el especialista mendocino, quien descartó la posibilidad de que cada vez sean más frecuentes los temblores y terremotos.
“La ocurrencia de sismos no sigue reglas fijas. A veces se dan varios eventos juntos, otras se presentan períodos de calma. Últimamente los sismos registrados responden a distintas fuentes sismogénicas sin relación directa entre ellas”, se explayó.
Magnitud e intensidad
Un error muy común suele ser la confusión entre los conceptos de magnitud e intensidad de un temblor. “Cuando ocurre un sismo la información requerida es su magnitud y la localización del epicentro. Si bien estos datos son importantes no son los más necesarios. La magnitud por sí sola no da cuenta de cuán destructivo puede ser un terremoto. Al respecto se pueden citar los casos del de Northridge en los Estados Unidos, que con una magnitud de 6,8 causó muchas mas pérdidas económicas y de vidas que el terremoto de Chile de 1985 con magnitud 7,8”, comparó Frau.
Para él, un parámetro que se relaciona verdaderamente con los los daños que provoca es la aceleración máxima que experimentó el suelo en un determinado lugar por causa de un terremoto: “Este parámetro es informado por nuestro SIS luego de cada sismo sensible junto a la historia de las aceleraciones de sismos anteriores”.
Según Frau, la medición de los terremotos no es un aspecto único, como puede ser la temperatura. “Fundamentalmente debemos distinguir entre magnitud sísmica e intensidad sísmica. Para una adecuada comprensión de la información que permanentemente nos llega sobre las características de los terremotos, conviene aclarar el significado de las dos escalas más utilizadas para cuantificar la magnitud de los terremotos una y para medir sus efectos la otra”, se explayó el ingeniero.
De acuerdo a lo explicado, la magnitud sísmica (conocida universalmente como “Escala de Magnitud Richter”) representa la energía sísmica liberada en cada terremoto y se basa en las mediciones tomadas por registros sismográficos. “Es un valor único para cada terremoto y no tiene límite superior. En términos más sencillos, mide el ‘tamaño global del terremoto’ en la zona donde se genera, sin considerar la extensión de las zonas afectadas por el mismo”, aclaró.
“La magnitud se relaciona con la cantidad de energía liberada y crece con un factor aproximado de 32 por cada unidad de aumento de de la magnitud. Así, un aumento de dos unidades en la magnitud significa que la energía liberada del sismo es mil veces mayor. Si comparamos el terremoto de Mendoza en 1985, que tuvo una magnitud de 5,9, con el terremoto de Chile de 2010, podemos decir que este último liberó una cantidad de energía aproximadamente veinte mil veces mayor”, ejemplificó.
Al hablar de intensidad sísmica, en tanto, la escala más utilizada es la de Intensidad de Mercalli Modificada (IMM).
“La escala de intensidad intenta reflejar los efectos (o nivel de los daños) que un determinado terremoto provoca en determinados lugares. Por lo tanto, un mismo terremoto tiene distintas intensidades para distintos sitios donde fue percibido. Y, en general, decrece a medida que nos alejamos del epicentro. La Escala de Mercalli Modificada tiene 12 grados y en ella el grado ‘I’ corresponde a una intensidad imperceptible para el ser humano, mientras que el grado ‘XII’ corresponde a una destrucción total. Puede decirse que su determinación es subjetiva, pues pone en juego la sensibilidad y atención con que las personas captan los efectos de un sismo”, cerró Frau.