Lo que empezó con la mutación de un virus en China y que parecía tan lejano para los mendocinos, finalmente llegó al país durante los primeros días de marzo y se fue extendiendo en prácticamente todas las provincias del país. Así, con su avance invisible, el Covid-19 cambió la rutina de los argentinos y del mundo entero, ya que mantiene a la mayor parte de la población en su casa, manteniendo los máximos cuidados y atenta a las novedades que van surgiendo día a día.
Más allá de los síntomas conocidos por todos (tos seca, fiebre, dolor de garganta) este diario buscó indagar en lo que sienten los pacientes que han contraído la enfermedad generada por esta variedad de coronavirus para lo que consultó a médicos especialistas y a una mendocina que lo padeció en España.
En primera persona
Ana Furlani (59) es monja de la congregación Hermanas Esclavas del Corazón de Jesús, lo que hace 30 años la llevó a establecerse en Madrid. Durante los primeros días de marzo, mientras estaba desayunando con las demás religiosas, le salió una tos seca por lo que se tomó la temperatura y el resultado fue 39,2°.
"Inmediatamente supe que era coronavirus", relató desde la capital madrileña, ya de alta, pero todavía en asilamiento.
La hermana piensa que se contagió en el hospital, donde asistía regularmente, ya que durante los últimos dos años había sido ingresada 12 veces por distintos problemas de salud. "Tuve peritonitis, una operación del corazón y tromboembolismo pulmonar bilateral", enumeró la mujer, quien definitivamente era considerada como una paciente de riesgo.
Apenas se dirigió al hospital fue internada en total aislamiento, ya que su estado general era grave y tenía las defensas muy bajas. "Me sentí realmente mal y por momentos temblaba como una hoja por la fiebre", contó.
Ella sólo tenía contacto con un enfermero, quien ingresaba a su habitación vestido como si fuera un astronauta, tal como observó. Su malestar era tal que llegó a anticipar que se estaba despidiendo de este mundo: "Una noche pensé que no la pasaba, pero no sentí miedo, sino paz, porque para mí la muerte es parte de la vida y sentía que había entregado todo y me iba plena", relató.
Pero pasaron los días y su estado fue evolucionando positivamente. "Estuve con fiebre hasta el día 14 y los últimos días me bajó", recordó. Así, tras 18 días internada fue dada de alta para seguir en cuarentena en su casa. Otro síntoma que ella experimentó fue la pérdida del gusto. "Definitivamente me ha cambiado, ya no me apetece tanto comer", contó Ana, quien en ese tiempo bajó 10 kilos.
Luego de vencer al Covid-19 ella prefiere tomarlo como una experiencia de aprendizaje para toda la humanidad. "El coronavirus ha producido un cambio muy grande de paradigma. Ya no se piensa más que el hombre es un lobo para el hombre como decía Hobbes: ahora el hombre es hermano del hombre porque esto ha sacado lo mejor de nosotros mismos", concluyó.
Sensaciones comunes
La médica infectóloga Romina Cardone detalló que los síntomas de los que se quejan los pacientes con esta enfermedad durante las primeras consultas son: dolor de garganta, dificultad respiratoria, tos seca y fiebre, que aparece en el 80% de los casos. "También refieren síntomas compatibles con cualquier síndrome gripal, como dolor de cabeza y dolor muscular, sumado a la astenia, que se caracteriza por el cansancio y la falta de energía", precisó. Otros síntomas que aparecen y que son más atípicos son la pérdida del gusto y del olfato.
Ya cuando el cuadro pasa a ser considerado grave la dificultad respiratoria se acompaña de una neumonía. "Esto depende mucho de los factores de riesgo que están asociados a personas mayores de 60 años y que tienen enfermedades crónicas", indicó la médica. En estos casos aparece una respiración agitada y la caída en el nivel de oxígeno en sangre. Se trata de un criterio de gravedad que alerta a los profesionales para pasar al paciente a terapia intensiva, tal como informó la experta.
Sobre la duración del cuadro, Cardone reconoció que todavía no está claro, sino que va variando de paciente en paciente. "En los casos más graves la duración de los síntomas es más prolongada. Cuando los pacientes tienen factores de riesgo al cuerpo le cuesta más eliminar la viremia y por eso dura más", aseguró.
Por su parte, Rubén Cerchiai, director de Epidemiología, Bioestadística y Ambientes Saludables del Ministerio de Salud del gobierno de Mendoza, indicó que el espectro de síntomas de Covid-19 es tan amplio y que hasta puede haber personas que se hayan enfermado y sin enterarse de que el virus ha ingresado al organismo. "Lo mismo puede suceder con la influenza", comentó.
Más allá de las consideraciones médicas, Cerchiai resaltó que en este momento lo que más afecta a los pacientes es el miedo. "En este sentido el impacto no es sólo del coronavirus sino de la infodemia, la pandemia de información que hace hincapié en número de muertos y pacientes graves", manifestó. A su vez subrayó que el 80% de los que se infecten van a cursar formas leves de la enfermedad. "Los que se van a complicar van a ser los menos, que es lo mismo que ocurre con otras enfermedades como de influenza, nuemonía, tuberculosis, entre otras", enumeró.
Sobre el uso de barbijos
Tal como se detalla en la página de la Organización Mundial de la Salud (OS), si no se presentan los síntomas respiratorios característicos de la Covid-19 (sobre todo, tos) o no se cuida de una persona que pueda haber contraído esta enfermedad, no es necesario llevar puesta una mascarilla clínica. Esta organización asegura que de otra forma se malgasta un recurso escaso y muy necesario para el personal de salud, así como para personas enfermas. "Las existencias de mascarillas en el mundo se están agotando, y la OMS insta a utilizarlas de forma sensata. La OMS aconseja hacer un uso racional de las mascarillas clínicas para no derrochar innecesariamente ni usar indebidamente unos utensilios que son valiosos", expone.