Pocas calles condensan el pasado, el presente y el futuro de una ciudad como lo hace la calle Rothschild en pleno centro de Tel Aviv.
Recorrerla es entrar en un túnel del tiempo que se mueve en dos direcciones. Pasen, lean y disfruten de un paseo centenario.
Cuando uno se para frente al elegante boulevard Rothschild rodeado de sus frondosos árboles, difícil es creer que hace 108 años, este territorio eran sólo dunas solitarias que miraban al mar Mediterráneo y sin embargo, así era.
A esta tierra fue donde llegaron en 1909, las 66 familias judías que decidieron abrir sus horizontes más allá de la muralla de la ciudad de Jaffa y -contra todos los pronósticos- establecerse en este desierto. Hoy, los altos rascacielos y el ritmo pujante de esta calle, son la prueba de que aquel éxodo, lejos de ser una locura, fue pura visión.
Rothschild fue una de las primeras arterias que ostentó la nueva ciudad, lo que la convirtió en testigo y protagonista de sus transformaciones. Aquí se erigió una de sus primeras casas -todavía en pie- y que hoy alberga uno de los típicos y coquetos quioscos de café que empapan esta zona.
Fue también en esta calle donde se asentó gran parte de la arquitectura Bauhaus que ha dado a Tel Aviv el sobrenombre de Ciudad Blanca y la ha convertido en un museo a cielo abierto de esta corriente.
Hoy, los impolutos edificios, en su mayoría restaurados, dan cuenta de la vanguardia arquitectónica que se vivió a principios del siglo XX y que profesaban, de alguna manera, el progreso y el avance que ha marcado la vida de esta urbe.
Aunque, cuando se trata de pasado, es en el número 16, en donde tuvo lugar uno de los hechos más importantes del país: la declaración de independencia en 1948. Convertido en museo, el Salón de la Independencia se ha mantenido intacto hasta nuestros días y es señal de orgullo para los israelitas.
Sin embargo, no todo en Rothschild habla de tiempos pretéritos. Hoy el boulevard es una animada calle, por donde las bicicletas transitan de un lado al otro y perros de diseño son paseados por sus acicalados dueños.
Aquí los restaurantes y cafés se suceden unos a otros; las terrazas parecieran estar llenas en cualquier momento del día y como si de una pasarela se tratara, los israelitas vienen a esta calle a ver y dejarse ver.
Los altos rascacielos dan cuenta del vibrante presente y la pujante economía que vive esta calle (y país) y muchos de ellos, albergan a las famosas starts up locales, empresas de tecnología que la han convertido en la Silicon Valley de Oriente Medio y responsables de que gigantes como Google o Facebook pongan el ojo en lo que se cuece de este lado del mundo.
Llena de contrastes, vanguardia e historia, el boulevard Rothschild condensa la esencia y la vida de esta sorprendente ciudad, exponente de que nada es imposible, ni siquiera fundar una ciudad en el desierto.
La Bauhaus
Si la Alemania de principios del siglo pasado vio nacer a la escuela de diseño y arquitectura Bauhaus, Tel Aviv fue la ciudad que vivió su mayor esplendor. Al punto de que más de 4 mil edificios de esta corriente inundaron las calles de la ciudad y fueron declarados, en 2003, Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
La persecución Nazi y la Segunda Guerra Mundial fueron responsables de que muchos de sus integrantes tuvieran que emigrar para sobrevivir y, en ese escenario, el Tel Aviv de aquel momento era un lienzo todavía en blanco donde no había pasado; sólo un futuro que construir.
En este sentido las formas, la funcionalidad y la ideología de la escuela se combinaban a la perfección con el socialismo sionista del Israel de ese entonces.
Para poder profundizar en el legado de esta corriente en la ciudad, lo ideal es apuntarse a uno de los tours que se ofrecen ¿Nuestra recomendación? Aquellos del Bauhaus Center que se realizan todos los viernes por la mañana.
Comer y beber
¡Buena noticia! Es la cocina israelí para cualquiera que visite estas tierras. Es que, si hay algo de lo que presumen sus platos es de sabor y diversidad. En su gastronomía se encuentran cocinas como la árabe, la mediterránea y la judía; el resultado es, simplemente, exquisito.
Aquí, como reza el dicho popular, la unión hace la fuerza.
En el ABC de esta cocina se destacan ingredientes como el garbanzo, la berenjena, el pepino, el sésamo y los lácteos; que luego se traducen en hummus -pasta de garbanzos-, baba ghanoush -pasta de berenjena-, falafel -croquetas de garbanzos o habas-, labneh -variedad de queso cremoso- o tahina -pasta de sésamo-, entre otros.
Sin embargo, los platos imprescindibles no terminan aquí: el sakshuka -a base de tomate, cebolla, ajo, pimiento y huevo- presente tanto en desayunos como almuerzos y cenas, el shawarma -láminas de carne sazonada envueltas en pan árabe- o el sabich -sándwich en pan de pita relleno de verduras de origen iraquí- tampoco pueden dejarse de lado.
La tradición mediterránea impera en ensaladas. La clásica es a base de pepino, tomate y cebolla; aliñada con aceite de oliva, sal, limón y perejil: fresca y deliciosa.
Como cualquier lugar que se jacta de cosmopolita, Tel Aviv es una excelente ciudad para los amantes del café. Los habitantes disfrutan de tomarlo tanto caliente como frío, y los bares son un clásico de los paseos peatonales como los de Rothschild y Ben Gurion.
Mientras que si se recorren los mercados, los jugos de frutas -por ejemplo de granadina- se encuentran entre las bebidas más populares.
Información
Museo de la Independencia
Rothschild, 16. Abierto de domingo a jueves de 9 a 17. Viernes 9 a 14. Entrada general: 24 nuevos shequel (6 euros aproximadamente).
Bauhaus Center
Dizengoff, 77. Abierto de domingo a jueves de 10 a 19.30. Viernes de 10 a 14.30. Sábados de 10 a 19.30.
www.bauhaus-center.com