Días pasados, un experto de una empresa que funciona en Israel, hizo referencia a la importancia de tecnificar el riego, asegurando que no sólo se ahorra agua sino que, paralelamente, se amplían los rindes de los cultivos. Aspectos fundamentales para una provincia como Mendoza que tiene en el agua del deshielo su principal fuente de recursos y que se encuentra amenazada por un cambio climático que puede afectar las precipitaciones.
Podría asegurarse que la preocupación por el recurso hídrico existió "desde siempre" en Mendoza. De allí que se hayan regulado los principales ríos en la intención de guardar agua y paralelamente explotar la posibilidad de generación eléctrica. La última gran obra fue la construcción del dique Potrerillos, que ya estaba contemplada en un trabajo sobre el aprovechamiento múltiple del río Mendoza y que comprendía otras represas aguas más arriba. Si bien es cierto que el reservorio es importante y que permite evitar las inundaciones que solían producirse cuando llovía con intensidad en la pre cordillera, no es menos real que no alcanza si se llegara a producir lo que comúnmente llamamos "años secos" por la escasez de precipitaciones.
Es más, el ex superintendente general de Irrigación, Carlos Abihaggle, señaló que Mendoza tiene importantes desafíos a afrontar en el siglo XXI, indicando que a los tradicionales problemas relacionados con la escasez del recurso, las mayores demandas y la amenaza de contaminación debe agregarse los efectos del cambio climático, "cuyas previsiones indican una disminución del 10 al 15 por ciento".
Quienes tienen a su cargo la gestión de resguardar el recurso hídrico han tomado debida nota de lo que sucede y han trabajado en el tema. Así por ejemplo, en julio del año pasado se aseguró que estamos ingresando en un nuevo año de emergencia hídrica, agregando que si se cumplen los pronósticos, con el ingreso del fenómeno denominado La Niña, para este año la situación estará más complicada. Se indicó entonces que las precipitaciones en el llano influyeron positivamente porque cuando llovía se cortaba la erogación del líquido para riego hacia las zonas productivas, lo que permitió que se llenaran los embalses.
De todos modos, desde el Gobierno se anticipó que, ante la situación planteada, era necesario optimizar el uso del agua de regadío, razón por la cual se anunció la implementación de las obras de impermeabilización de canales y la construcción de reservorios para la zona norte de San Martín y parte de Lavalle. Se prevé que los trabajos beneficien a más de 27 mil ha de cultivos y la intención es evitar que se pierda 30% del recurso por la filtración en los canales no revestidos. Paralelamente se comenzó con la construcción de tres reservorios de agua en San Martín, que en su conjunto suman la capacidad de catorce lagos del parque en Mendoza.
Aunque se está trabajando bien, la provincia debe avanzar en el proceso de tecnificar la utilización del recurso hídrico. Lo señalado por el experto de una empresa israelí así lo permite establecer, al indicar que se trata de una excelente solución para resolver el riego de los cultivos en lugares de suelos desérticos porque el sistema permite un riego más eficiente, asegurando también que, con esta tecnología, comparado con el riego por surco, se puede obtener entre 40 y 50% más de producción. Debe recordarse que desde el mismo momento en que surgió como país, Israel puso en práctica el cuidado del agua, convocando inclusive a técnicos argentinos especialistas en el tema y hasta tomando como base el trabajo que se realiza en Irrigación de nuestra provincia. Con el correr de los años la tecnificación se impuso y en la provincia se tomaron en cuenta esos avances. De allí que es necesario continuar con la utilización de riego por goteo, como favorablemente se ha producido en los últimos años.