Más de 120 familias, que hace casi 20 años vivían en 2 asentamientos de Guaymallén, concretaron el sueño más ansiado: la casa propia.
El barrio levantado para reunir a esta población de bajos recursos, y formada en muchos casos por mujeres solas, se construyó en el distrito Belgrano, en la intersección de las calles Virgen de las Nieves y Colombia, El Bermejo, y recibió la denominación de Fuerza y Progreso. Allí están, entre otros, los conglomerados Nueva Esperanza y Lihué.
Los nuevos vecinos eran ocupantes forzosos de parte del vasto terreno ferroviario del Ferrocarril General Belgrano, en el punto de unión de las calles Gomensoro y Allayme, distrito General Belgrano. El resto de las personas surgió del precario sitio llamado "la antigua" finca Badano. Las 2 localizaciones eran muy traumáticas y los grupos allí localizados vivían por debajo de la línea de pobreza, sin servicios. En 2006 la situación se exacerbó y nuevos ocupas tomaron posición en ambos lugares, especialmente en el predio que se ubica detrás del Centro Cultural Le Parc.
Por gestiones del municipio de Guaymallén, junto con el Instituto Provincial de la Vivienda, en el marco del Programa Federal de Urbanización de Villas y Asentamientos Precarios, las 127 familias del departamento fueron reubicadas, tras firmar las tenencias individuales de cada una de las viviendas que ya comenzaron a habitar. Después de largas negociaciones, en las que se empeñaron los servicios sociales de la comuna y el IPV, comenzó la construcción de la barriada Fuerza y Progreso, que llevó a cabo la UTE: OHA y Laugero Cía.
Los vecinos se ocuparon ellos mismos, con apoyo municipal, de demoler sus propias y precarias habitaciones de la antigua radicación, mientras que para la mudanza se dispusieron de camiones del municipio.
En la comuna, tanto el secretario de Obras Públicas, Federico Sampieri, como la secretaria de Vivienda, Viviana Gaggioli, dijeron que el programa habitacional llevado a cabo estuvo orientado a la relocalización de asentamientos y a garantizar el derecho de acceso a la vivienda apropiada.
La ejecutada es la primera etapa del plan (147 entregas), ya que en total deben alcanzarse 309 soluciones habitacionales.
Se trata de viviendas industrializadas, sismorresistentes. Se entregaron con pisos y revestimientos en baños con artefactos sanitarios completos, cocinas, lavadero y zócalo cerámico en toda la propiedad. Cuentan con uno a 4 dormitorios, dependiendo de la necesidad de cada una de las familias. El IPV subsidió 20% del valor de los inmuebles y el 80% restante corresponde a un crédito que será devuelto por los vecinos en 360 meses, a tasa cero.
Nueva vida
En la nueva dirección, los trasladados tratan de acostumbrarse a mejores condiciones de existencia y calidad de vida. Sin embargo, hay dificultades. Existen muchas mujeres solas, como cabeza de familia, una tasa de desocupación alta, que no deja de ser un problema porque los inmuebles deben ser pagados por sus moradores, con cuotas que rondan los $ 460. A esto se debe añadir los servicios municipales.
Esa preocupación fue admitida por Paula Corvalán (31, 4 hijos), referente vecinal. "Por supuesto que estamos contentos pero, por raro que parezca aquí nos cuesta más encontrar un empleo o una changa, lo que no ocurría en el asentamiento, muy próximo al Le Parc". Se refería a la posibilidad de tener un recurso a través del cuidado de coches en derredor del centro cultural de la calle Mitre y en tareas menores en los montajes de escenarios y sonido y luces para los espectáculos.
Los niños, población muy numerosa, estudian en la vecina escuela Eduardo Jorge Chahla. Los que no pudieron ser inscriptos en este establecimiento, deben viajar hasta la Pedro Molina Henríquez, cerca de la villa inestable donde moraban. Deben recorrer alrededor de 30 cuadras para llegar a las aulas.
"A veces se van en ómnibus y en otras a pie", dijo una de las madres.
Una salida para la falta de empleo que agobia a no pocos hogares de la nueva dirección, podría surgir de la formación de una cooperativa que se aplicaría en la limpieza del barrio en remplazo de la prestación municipal, pero todo está en conversaciones, por ahora.
Raúl Ibarra (33, 2 hijos) manifestó estar contento con el techo propio, "pero el problema por aquí es la carencia de changas y menos de trabajo fijo".
Arnaldo Reina (28) contó que tuvo su oportunidad laboral durante la construcción del conglomerado pero, al terminar la obra, quedó cesante y ahora está buscando qué hacer.
Algunos de los desocupados manifestaron que el problema radica en que muchos comerciantes y empresarios no quieren ocuparlos porque provienen de la villa.