El piropo, ese “cumplido” que el hombre dirige a la mujer, está naturalizado al punto que se considera que a la mayoría de las mujeres le gusta recibirlo. Sin embargo, genera una sensación de inseguridad en los espacios públicos. Hasta el próximo miércoles se conmemora la Semana Internacional Contra el Acoso Callejero y en Mendoza se lanzó una campaña gráfica y un taller de teatro con perspectiva de género, que realizará intervenciones públicas.
Marcela Súnico -actriz, cantante e integrante de MuMaLá (Mujeres de la Matria Latinoamericana)- es quien dirigirá el taller, acompañada por Elizabeth Flores. La propuesta está abierta a hombres y mujeres de todas las edades, es gratuita y se desarrollará todos los jueves de 17.30 a 19 en el Salón Cultural Bernardino Rivadavia (José Vicente Zapata 349 de Ciudad).
En los encuentros de taller, los participantes podrán conocerse vivenciar temas como el acoso callejero -y la violencia de género en sus diversas manifestaciones- no desde el pensamiento sino a partir de la acción. Pero además, los terceros jueves de cada mes, en el mismo horario, habrá presentaciones públicas, en las que una breve intervención artística dará lugar al debate. La idea es realizarlas también en espacios de gran circulación de personas.
Romina Zapata, de MuMaLá, indicó que el acoso se encuadra en la violencia simbólica, uno de los tipos que explicita la Ley 26.485, de Protección Integral a las Mujeres. El piropo se considera una forma de agresión, ya que las mujeres, desde pequeñas, conviven con miradas lascivas, insinuaciones, comentarios que van desde el “Qué linda sos” hasta los de contenido sexual explícito y “acercamientos” físicos en el colectivo o una fila.
Esto construye la idea de que por el solo hecho de ser mujer, otro tiene derecho a decir algo sobre su cuerpo. Aún más, muchas terminan adoptando estrategias para sentirse seguras, como evitar ciertos lugares, no caminar solas en determinados horarios o dejar de lado ciertas prendas.
Una encuesta nacional realizada por el movimiento MuMaLá mostró que la edad en la que las mujeres comienzan a ser objeto de distintas formas de acoso callejero va entre los 9 y los 22 años, y que 50% de las encuestadas recibió comentarios sexuales explícitos. El 47% afirma haber sido seguida por un hombre en alguna ocasión, mientras que el 37% estuvo expuesta a que un varón se desnudara o mostrara sus partes privadas frente a ellas. El total de las que respondieron dice haber incorporado diferentes estrategias para sentirse más segura en la vía pública.
La Dirección de Género y Diversidad de la provincia lanzó una campaña gráfica sobre el concepto del SOS, la emergencia social ante el acoso callejero. Silvina Anfuso, la titular, indicó que apuntan a generar un cuestionamiento de estas prácticas sexistas naturalizadas. Es que estas formas de violencia menos explícitas contribuyen a construir una ciudad que las mujeres no sienten como segura, ya que además de sentir rabia, asco y vergüenza, genera temor a la posible agresión sexual.