La literatura no es teatro. Premisa básica que permite entender el fallido que es “Tatiana”, la obra que el Teatro Nacional Cervantes produjo para Mendoza. Así el texto, escrito por Gabriel Dalla Torre y Manuel García Migani, puede ser una ingeniosa artillería literaria para ironizar sobre la construcción del sentido contemporáneo (aunque la operatoria registra antecedentes incluso en el Grupo Zona de los 90), pero de teatral: nada. La idea dramática es que un tesista decide abandonar su investigación teórica para plantar un tipo de marihuana (Tatiana). En ese tránsito, las alucinaciones que derivan de la planta dan fisonomía al universo del personaje.
Pero digámoslo: la obra está muerta desde el inicio porque nada sucede, ni sucederá, en su más de hora y media de transcurso. Es una “nada” que no gesta sentido. Es un sinsentido que no tiene carne ni espesura. Y de esa primera y abismal grieta entre literatura y teatro derivan gran parte de los males de la puesta que dirige Migani: ni la escenografía, ni las luces, ni el vestuario, ni el sonido, ni los actores tienen justificación en el dispositivo escénico, porque la imprescindible teatralidad para que algo tenga vida sobre el escenario, en “Tatiana” no existe.
Así, da igual si los personajes salen, entran, gritan o se ríen. Da igual todo. Y a esta ausencia de teatro se suma el que en lugar de actuaciones se hagan “monerías” para divertir a la platea o que se exponga a los actores a desnudos irrelevantes. ¿Por qué eligió el Cervantes esta propuesta? Un misterio que esperamos tenga explicación.
La ficha
"Tatiana"
Autores: Gabriel Dalla Torre y Manuel García Migani.
Dirección: Manuel García Migani. Actúan: Nicolás Berlanga, Luciano Costigliolo, Mariela Locarno, Silvina Ormeño y Ariel Rozen. Sala: Nave Cultural -España y Maza-.
Día y hora: hoy, a las 21 y 23.
Calificación: mala.