Una postal clásica del verano, para miles de mendocinos que deciden cruzar la cordillera y disfrutar de unas divertidas vacaciones, es cuando pasado el mediodía las playas de Reñaca comienzan a colmarse de personas que arriban a su sector predilecto, con la mejor onda.
Algunos con heladeritas repletas de bebidas frappée, familias equipadas con sombrillas y juguetes para sus chicos u otros, simplemente, con el toallón bajo el brazo llegan no sólo para disfrutar de la playa y el mar sino también para divertirse con la mejor música, las charlas infinitas, las rondas de mate interminables y las anécdotas que acumularán, seguramente, para recordar luego con alegría.