El clásico del rugby norteño entre Universitario de Salta y Jockey Club salvó el viaje de cuatro amigos que decidieron viajar hasta la provincia norteña para ver a Los Pumas frente a Inglaterra, en el debut del equipo nacional en el primer test match de la ventana de junio.
Parece una ironía, pero ese partido que vieron el domingo fue lo que pudieron rescatar después de hacer unos 2.600 kilómetros de viaje y no traerse nada de Los Pumas, el sábado, después de la floja actuación de los dirigidos por Santiago Phelan.
Nada del partido, porque jugaron mal; nada del equipo, porque los jugadores no se acercaron a la gente ni para saludar. Y dolor de escuchar por primera vez insultos y cánticos de desaprobación.
Ya de regreso en Mendoza mostraron su preocupación por lo que viene. Enfatizaron que vieron todo mal. Todo para cambiar antes del segundo partido, este sábado en Buenos Aires, porque Los Pumas tienen que estar acompañados siempre. Como ha sido históricamente.
En Salta no jugaron bien y el cuerpo técnico tomó nota de esta situación. Habrá que ver cómo se plantea el segundo test match, teniendo en cuenta que la formación no presentará muchos cambios y que supuestamente de estos jugadores saldrán los que faltan para completar la lista de los 28 que intervendrán en el rugby Championship, ni más ni menos. Pero hasta ahora, no aparece ninguno con posibilidades de ganarse un lugar.
Y al igual que estos cuatro amigos, el resto de la gente quiere ver más de Los Pumas, y si el rival los supera en calidad y técnica, los aplausos vendrán por la entrega y la mística, dos facetas características de los rugbiers argentinos. Hay tiempo para mejorar. Ellos tienen ese compromiso.