Levantó los brazos, miró al cielo y se fundió en un eterno abrazo con sus compañeros. Una. Dos. Tres. Cuatro. Cinco. Cinco goles, cinco. Para todos los gustos.
Fue hace casi 16 años. Una tarde de sábado de ascenso, Daniel Gonzalo Giménez marcó un hito para el fútbol mendocino: marcó los cinco goles (dos de penal) con los que Godoy Cruz goleó 5-3 a Almirante Brown de Arrecifes y entró en el libro de los récords del fútbol argentino.
“Nunca me pasó algo así. Es la primera vez que convierto 5 goles en un partido. Había hecho tres y hasta cuatro, pero cinco, jamás”, declaró quien ese día, además, llegó a lo más alto de la tabla de goleadores del Apertura con diez conquistas. Y claro, hacer cinco goles en un partido era todo una osadía.
El único que hasta ese momento lo había logrado en la divisional había sido José Alfredo Zelaya, quien los hizo jugando para Talleres de Córdoba ante un juvenil conjunto de Huracán de Corrientes. ¿El récord? En Primera División es de Juan Taverna. Hizo siete tantos en la goleada de Banfield sobre Puerto Comercial de Bahía Blanca por 13-1 en 1974.
Jugando para Defensores de Belgrano, el Tanque había convertido cuatro goles.
Un tal ‘Saviolita’ Castro
En la planilla del árbitro, los goles figuran todos para Giménez. Sin embargo, hubo una figura descollante, un socio ideal para que el ex delantero de San Miguel se luciera y se sacara un 10, felicitado. ¿Quién? Javier Esteban Castro, alias ‘Saviolita’ por su parecido físico con Javier Pedro Saviola, el por entonces crack de River Plate.
Veloz, pícaro, habilidoso, el pibe fue una de las figuras de la tarde arrecifeña (se sacó un 9). Y unos meses después, en noviembre de ese 2002, tuvo una quincena vertiginosa.
Primero debutó en el Nacional B contra Almagro, después convirtió su primer gol frente al Deportivo Español y luego fue convocado por Hugo Tocalli para la Selección Sub 17 que disputó el Sudamericano de la categoría en Bolivia.
Si bien durante ese torneo estuvo tapado por futbolistas como Ariel Colzera, Billy Rodas, el Látigo Peirone y el hermano del Hachita Ludueña, jugó casi todos los partidos y tuvo su momento de gloria en la primera fase, contra Perú, cuando marcó su único tanto con la albiceleste.
Al final de ese Clausura, se fue el Negro Agüero y llegó Jorge Ribolzi. Y el Tomba del Ruso empezó bien, luego tambaleó y se acomodó al final con 7 victorias en 11 partidos, cuatro de ellas como visitante. El Tomba fue de menor a mayor. Empezó vacío y terminó con el Tanque lleno.