El reciente viaje de Alejandro Sabella por Europa estuvo lejos de haber sido un momento de relax turístico, si no que fue todo lo contrario: el entrenador del seleccionado argentino marcó una línea de trabajo junto con su colaborador Claudio Gugnali con el objetivo de ir observando jugadores en actividad y en defensa, sin dudas el sector más endeble de la Selección a sólo ocho meses del Mundial.
Si bien el director técnico había hecho explícito su pensamiento respecto de considerar como titular intocable a la línea formada por Pablo Zabaleta, Ezequiel Garay, Federico Fernández y Marcos Rojo, lo cierto es que la floja performance frente a un débil Perú, por la anteúltima fecha de las eliminatorias, en la cancha de River, hizo cambiar de opinión al conductor del plantel nacional. Si bien en ese partido se le ganó 3-1 a la visita, lo cierto es que era la ocasión ideal para experimentar cambios de sistemas tácticos en defensa ante un adversario ya eliminado y que presentó varios futbolistas de antecedentes escasos.
Cuatro días después, en Montevideo, Sabella sólo sostuvo a Federico Fernández en la titularidad, dejando en el banco a Zabaleta, Garay y Rojo. Quienes ingresaron a jugar en el Centenario ante Uruguay fueron Hugo Campagnaro, Sebastián Domínguez y José María Basanta, junto al zaguero del Nápoli. Tres goles recibidos y no menos de tres situaciones netas para los locales marcaron pautas que el DT supo captar mejor que nadie: el sector defensivo sigue siendo el talón de Aquiles del equipo.
Las convocatorias para la serie de amistosos en Estados Unidos, durante noviembre (el 15 frente a Ecuador, en New Jersey, y el 18 ante Bosnia Herzegovina, en Saint Louis), serán propicias para observar a la base de la Selección, con Lionel Messi otra vez en acción, pero sobre todo para evaluar si ha llegado el momento de experimentar con otros ejecutantes para un mismo sistema.
Por tal motivo, mientras Gugnali dio el visto bueno sobre Lucas Orban, a quien siguió jugando para el Girondins Bordeaux, en la liga francesa, el entrenador decidió volver a llamar a Nicolás Otamendi, hoy, en el Porto, y quien marcara el primer tanto de la era Sabella en un amistoso ganando 1-0 contra Venezuela, en Calcuta, en 2011. El mismo defensor, quien también participara del Mundial 2010, integró la formación que debutara en las eliminatorias sudamericanas recientes, en la goleada 4-1 sobre Chile, en el Monumental. El otro convocado por el técnico fue Facundo Roncaglia, hoy en la Fiorentina, otro de los evaluados por Gugnali.
Sabella mantiene la virtud de entablar diálogos con entrenadores de los clubes más prestigiosos del mundo, además de la de observar entrenamientos y formas de trabajo implementadas por sus colegas. En vez de encerrarse en la autosuficiencia, el DT prefiere actualizarse e intercambiar ideas con sus pares. Esta amplitud de visión le ha servido, además, para captar la idiosincrasia europea respecto del manejo grupal y la relación entre conductores y conducidos, la cual es interdependiente y ciertamente alejada del metro patrón cultural del jefe absolutista y del subordinado sumiso.
Allí está el eje medular de la cuestión. El entrenador argentino tiene más en claro que nadie en qué relación asimétrica se encuentra la Selección con respecto a otras potencias del mundo, tales los casos de Brasil, España, Alemania, Italia y Uruguay, por citar algunos ejemplos, en las cuales sus respectivos defensores juegan en los equipos de clubes más importantes del mundo. Los del albiceleste, en todos los casos, integran formaciones de segunda línea y encima van rotando permanentemente en cada temporada porque a veces ni siquiera tienen ganada la titularidad.
En Brasil, por ejemplo, se nota la diferencia a partir de Dani Alves (Barcelona), Thiago Silva (PSG), David Luiz (Chelsea), Marcelo (Real Madrid), Filipe Luis (Atlético de Madrid) y Dante (Bayern Munich). En Alemania, están Hummels y Schmelzer (Borussia Dortmund), Jerome Boateng y Lahm (Bayern Munich) y Mertesacker (Arsenal). En España, figuran Piqué y Jordi Alba (Barcelona), Sergio Ramos (Real Madrid), Juanfrán (Atlético de Madrid) y Albiol (Valencia). En Uruguay, se encuentran Lugano (West Bronwich Albion), Godín (Atlético de Madrid), Cáceres (Juventus) y Fucile (Porto). En Italia, Chiellini y Bonucci (Juventus) más Ranocchia (Inter).
Entre los defensores argentinos, en cambio, a excepción de Zabaleta (Manchester City), el resto está desperdigado entre equipos que no están en la elite planetaria. Veamos: Federico Fernández y Campagnaro (Nápoli), Rojo (Sporting de Lisboa), Coloccini (Newcastle), Garay (Benfica), Otamendi (Porto), Roncaglia (Fiorentina) y Basanta (Monterrey de México). En consecuencias, ninguno está acostumbrado a jugar instancias decisivas en las copas continentales más trascendentes, tales como la Champions o la Europe Ligue.
Con tan poco tiempo de ensayo por delante, ya que ahora vendrán dos amistosos y luego otro en marzo, más algunos eventuales que pudiera haber entre abril y mayo del año próximo, Sabella apuesta a que el sistema defensivo se produzca en bloque y no solamente desde la línea de volantes de contención hacia atrás.
En teoría, el primer sector de defensa es el ejecutado por los propios delanteros con su presión a la salida contraria; el segundo, se producirá automáticamente si se recupera la pelota cerca del centro de la cancha y se parte en velocidad para hacer pesar la jerarquía individual en el uno contra uno; el tercero, será el de adelantar a un marcador central hasta tomar al conductor de la jugada colectiva adversaria, mientras el otro central más los laterales defensivos se cierran en abanico de tres. Esta disposición, hoy día, bebe de las fuentes de la que implementó el DT alemán Jurgen Klopp con eficacia probada en el Borussia Dortmund, la gran revelación de la Bundesliga 2012/2013 y de la pasada Champions.
Sabella está adaptando el sistema clásico 4-3-3 a las demandas de la época actual. Ya no puede ralentizarse el ritmo de traslado de pelota, porque aumentaría el riesgo de perder la posesión del balón y quedar expuesto a la contra rival (el caso más cercano fue el gol del peruano Pizarro, en River), sino que el bloque de volantes y atacantes debe interactuar armando circuitos de triangulación corta o larga. Por eso, el técnico le está dando más minutos en cancha a Ever Banega y Lucas Biglia, ya que los hace jugar en una función parecida a la que realizan Javier Mascherano y Fernando Gago como doble cinco de corte y de distribución, respectivamente. Otro que aumenta su importancia táctica es Ezequiel Lavezzi, cumpliendo un trabajo similar al de Ángel Di María, tanto en la progresión por las bandas como por la llegada sorpresiva en diagonal. Los seis nombrados, a la vez, toman decisiones clave a la hora de defender y lo hacen presionando la salida o el armado rival.
Más allá de que el DT argentino sostenga a la línea defensiva base, dándole regularidad y continuidad, lo cierto es que ya se ha dado cuenta que con esto no alcanza para afrontar instancias decisivas de un Mundial.
Sabella inculca el concepto de producir superioridad numérica en cualquier sector de la cancha, lo cual implica que el bloque defensivo contará con once jugadores en sintonía. En la faz táctica, tal presunción necesita de un margen de error mínimo porque de otra manera se desprotege el resto de las zonas del campo si es que han perdido el control de la situación quienes fueron a achicar espacios para recuperar el balón. Lo más esperable para el entrenador es que el mensaje sea captado y se practique en los entrenamientos hasta naturalizar el hábito.
Los Daniel Passarella, Oscar Ruggeri, José Luis Brown o Luis Galván ya son parte de la historia; los herederos de hoy están muy lejos de los defensores campeones del mundo. Demasiado lejos. Y no sólo Sabella lo sabe; los rivales, también.