El taekwondo se quedó sin representantes argentinos en estos Juegos Olímpicos de Río, una realidad que es reflejo de algunos infortunios y equívocas decisiones tomadas en la Confederación local (CAT).
De hecho, la noticia más resonante de la actividad -que se hizo reconocida hace cuatro años atrás- la protagonizó el correntino Sebastián Crismanich, campeón olímpico en Londres 2012 que no pudo siquiera obtener la clasificación para la inminente cita máxima del deporte mundial.
En marzo pasado, en el Preolímpico de Aguascalientes (México, luego de sortear una prolongada inactividad por una fractura de tibia y peroné en el pie derecho, el responsable de que el Taekwondo se volviera conocido en estas tierras no alcanzó su objetivo.
Una cerrada lucha con el dominicano Moisés Hernández, que se definió en punto de oro (2-3), le impidió a Crismanich ilusionarse con la posibilidad de abrazarse nuevamente con la gloria en los 80 kilos, tal como sucedió aquel 10 de agosto de 2012, cuando doblegó en la final al español Nicolás García Hemme.
Un nuevo capítulo
Desde aquella jornada de júbilo para el deporte argentino, a esta realidad pasaron cosas en las que el correntino fue actor principal. A veces involuntario; en otras, consciente en un ciento por ciento.
Tras la corona olímpica, Crismanich estuvo más de un año inactivo por una fractura en la tibia derecha. En ese interín de fama y repercusión mediática, el campeón tomó distancia de su anterior entrenador, Gabriel Taraburelli, y buscó confianza en la labor de su hermano Mauro, el único representante argentino con una medalla en una Copa del Mundo.
Esa decisión provocó una ruptura en la CAT y hasta el mismo titular del Comité Olímpico Argentino, Gerardo Werthein, sentenció: “El taekwondo argentino está pagando haber hecho mal las cosas. Lo deseable hubiese sido que se trabajara en conjunto”.
En ese contexto, la salud y lo deportivo tampoco ayudaron a Crismanich, quien no logró la clasificación por mérito propio y se quedó esperando una eventual invitación de la Federación Internacional (WTF) que nunca llegó. Es así que el deportista decidió reformular su vida (fue padre recientemente) y comunicó su alejamiento de la actividad.
Un futuro lejano
El bonaerense Lucas Guzmán, tampoco obtuvo la clasificación. El atleta de 19 años cayó con el iraní Farzan Ashourzadeh Fallah (5-8) y el ecuatoriano Leyner Congo (4-8) y quedó masticando bronca.
“Sabemos que Lucas es el futuro del Taekwondo en nuestro país. En esta ocasión tuvo cruces desafortunados y no pudo llegar a cumplir con el objetivo. Pero estamos convencidos de que será la figura del deporte en los próximos años”, destacó el mismo Werthein, otorgando un nuevo crédito a la carrera del bonaerense.
Líder en el ránking de compra de entradas
En el 2014 Argentina copó el país de las interminables playas sobre el Atlántico y los hinchas se quedaron hasta el último día del Mundial de Fútbol con el hit “Brasil decime que se siente”. Más allá del resultado final, el hit retumbó en el Maracaná, Mineirao, Beira-Río, Arena de San Pablo, el Estadio Nacional de Brasilia y en cada fan fest.
“Tener en casa a tu papá. Te juro, que aunque pasen los años, nunca nos vamos a olvidar, que el Diego te gambeteó, el Cani te vacunó, estás llorando desde Italia hasta hoy. A Messi lo vas a ver, la Copa nos va a traer, Maradona es más grande que Pelé”.
Así se completaba la canción entonada por miles de argentinos hace dos años. Y parece que tendrá continuidad, aunque quizás haya que cambiarle algunos detalles a la letra. Es que nuestro país es el que más entradas compró para Río 2016 contando a todos los latinoamericanos.
La organización de los Juegos Olímpicos ya vendió 4,6 millones de tickets de los 6,1 millones que están a la venta; es decir el 76% del total. Sin contar a Brasil -el local-, Argentina lidera el ranking de América Latina en cuanto a boletos adquiridos, por delante de los simpatizantes de Chile, Colombia y México.
