Si bien el Barrio Suter tomó el nombre de la bodega más grande que había en la zona, los terrenos donde se asientan hoy más de cien viviendas poco tienen que ver con esa firma.
En realidad, la bodega que sí queda en los límites es la de la familia Raes que ya no reside en el lugar y el edificio es testimonio de otras épocas porque tampoco funciona como tal; el galpón es utilizado por un taller mecánico.
Está muy cerca del microcentro sanrafaelino, sólo a 24 cuadras y en un rincón delimitado por calle 20 de Junio al Este, Federico Suter al Oeste, Entre Ríos al Sur y la ruta 143 de ingreso a San Rafael al Norte.
Una gran parte del frente de este conglomerado queda oculto precisamente por el antiguo cuerpo de la bodega que interrumpe la continuidad de la calle Suter, pero para quien no conoce, está detrás de las viviendas que tienen su frente a la ruta junto a los tradicionales plátanos y muy cerca y al sudoeste de la rotonda César Robles (la del Mapa, como se la denomina).
"Vine muy joven a este lugar. Allá por los 60", recuerda Olga Bravo (80) que vive en la ahora calle Corrientes 2458. "Antes esta calle se llamaba Las magnolias y mi número era el 70", dice mientras señala ambas numeraciones porque conservó la chapa de la antigua debajo de la actual. "No comprendo por qué le cambiaron el nombre". Ella en ese entonces se animó junto a su marido Egidio Andino a mudarse "a las afueras de la ciudad", prácticamente sin ningún servicio.
"Todos nos decían por qué nos veníamos a vivir tan lejos del centro. Sólo había una frecuencia diaria de micro. Una para ir y otra para regresar", sonríe al recordar. "Hoy estamos prácticamente en la ciudad y rodeados de otros barrios y comercios que nos facilitan las cosas".
"Después del fallecimiento de mi marido decidí quedarme aquí porque aquí viven también mis hijos (3) y mis 9 nietos (el mayor de 22 y el menor de tan sólo 2)".
La familia Andino se caracterizó por ser también bodegueros y de profesión toneleros aunque los descendientes tienen otras profesiones y oficios.
Después se agregaron otras familias que fueron comprando como Garvallo, Di Césare, Mayorana y Villegas, entre otros muchos.
Hoy todavía se conocen entre los vecinos y cada uno sabe dónde vive el otro y de sus necesidades y virtudes. "Esto sigue siendo un barrio" asegura y lo reafirma la llegada de otra vecina antigua del lugar, Elsa Mayorana (66), viuda de Carlos Sigoi con quien tuvo dos hijos, que a su vez tuvieron 5 chicos, que son las delicias de Elsa.
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"También llegué al barrio cuando todo alrededor eran viñas y campo. Hoy lo único que nos falta son las cloacas pero los otros servicios los tenemos".
Ambas coinciden en lamentar que no existe una unión vecinal para gestionar la red cloacal.
"Se arman comisiones pero no tardan en desarmarse. Es una lástima porque es la única forma para gestionar todo en un barrio. Ahora aseguran que nos instalarán las cloacas aunque tendrán que romper parte del asfalto que tanto nos costó. Fueron muchos años de espera".
Ellas aseguran, mientras otro grupo de vecinos escucha el relato de ambas pero sin aceptar ser fotografiados, que es una barriada tranquila donde viven personas grandes y muchos chicos.
"Lo que hemos perdido es la tranquilidad que había antes. Uno dejaba por olvido la bicicleta en la acequia, delante de su casa, y al otro día sólo había que sacarla de allí. Nadie la tocaba. Hoy uno deja una botella vacía y se la llevan", bromean ambas. Sin embargo durante la charla varios niños jugaban en la calle con sus bicis, otra vecina barría la vereda y otros conversaban tranquilamente en la esquina.
Cerca de este lugar está otro de los logros de esta pequeña comunidad a través de los años, la escuela Federico Suter. "Era necesaria porque hay muchos chicos y hoy, señalan hacia el costado oeste, hay nuevos barrios y gente joven que se muda a vivir acá. Están construyendo casas muy lindas y eso le está dando una nueva fisonomía al barrio".
Esta barriada aún sigue ofreciéndose como tranquila y con frondosa vegetación lo que le da un aspecto especial y apacible y los lotes aún vacíos llenos de plantas le otorgan una fisonomía de sitio rural.
Suter, un lugar con aire de campo
Lleva el nombre de la bodega más grande de la zona norte de la ciudad, a poco más de 20 cuadras del microcentro. Este sector comenzó a poblarse en los ´60 y sus vecinos reclaman la instalación de cloacas.
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