El juicio a los doce presos acusados de asesinar a otro recluso en el penal Almafuerte en 2014 debió ser suspendido esta tarde luego de que a dos de los imputados les encontraran "facas" ocultas entre sus ropas. Creen que pretendían 'ajusticiar' a uno de los internos por 'buchón'.
Los doce internos llegaron fuertemente custodiados a los Tribunales provinciales. Debían responder por el crimen de Diego Armando Ahumada (23), cometido en octubre de 2014 en una de las celdas del complejo penitenciario de Cacheuta. Para los acusados, el fiscal Galdo Andreoni había pedido una pena de prisión perpetua por considerarlos coautores de homicidio simple.
Mientras que los defensores de cuatro de los acusados habían solicitado la absolución lisa y llana. Sobre el destino de ellos debe resolver la Segunda Cámara del Crimen, conformada por Roberto Uliarte, Ariel Spektor y, hasta este mediodía, por el flamante miembro de la Suprema Corte, José Valerio.
Los imputados son: Walter Lucero, Gustavo García, Ángel Carranzán, Pablo Castro, Miguel Moreno, Walter Correa, Luis Alberto Correa, Claudio Fernández, Josué Salcedo, Luis Ángel Campillay, Sebastián Rodríguez y Fabián Heredia.
Más allá de la habitual tensión propia de todo operativo de seguridad para trasladar a los reclusos desde la cárcel a los Tribunales, nada hacía sospechar que se produciría el escándalo que obligó a los magistrados a suspender el debate.
Es que mientras aguardaban a los miembros del tribunal, los reos fueron sometidos a una inusual requisa dentro de la sala de debates, según confiaron fuentes judiciales. Así, los agentes del Servicio Penitenciario encontraron ocultas entre las ropas de Miguel Moreno y Josué Salcedo sendas armas blancas de fabricación casera, denominadas "facas" en la jerga carcelaria.
Al parecer, los imputados tenían la intención de atentar contra uno de los testigos que ante los jueces narró cómo fue asesinado Ahumada. Los gritos en los pasillos, las corridas y el lógico nerviosismo de los guardias alteró la calma en los pasillos tribunalicios. Los magistrados aún no confirmaron la nueva fecha del juicio en la que se conocerán las sentencias.
El director del Servicio Penitenciario, Eduardo Orellana explicó a Los Andes que antes de abordar una unidad de traslado de cualquier penal mendocino, los internos pasan por tres controles donde se les realiza una requisa exhaustiva. Durante ese operativo de seguridad los reos deben desvestirse para probar que no llevan nada consigo.
Resta determinar entonces cómo fue que Moreno y Salcedo lograron hacerse de los dos cuchillos y en qué instancia del traslado. Hay quienes especulan que al llegar a Tribunales, donde confluyen imputados de distintas dependencias penales, los acusados puedan haber recibido el arma.
La connivencia con los guardias también será objeto de análisis. Desde esferas judiciales estiman que el dato de que los imputados estaban armados llegó a oídos de los penitenciarios porque las requisas en las salas de debates “son muy poco frecuentes”.
El caso
El crimen de Diego Armando Ahumada ocurrió en la tarde del 28 de octubre del 2014, cuando se encontraba junto a un compañero de encierro en una celda del módulo 5 del penal Almafuerte.
De acuerdo a la pesquisa, uno de los ahora imputados – Pablo Castro- se acercó a la puerta de la celda, les exigió que les entregaran algunas pertenencias y comenzó a forcejear con los que estaban adentro.
Como la celda estaba cerrada con un candado, Castro pidió ayuda a un grupo de presos del mismo sector y entre todos lograron romperlo e ingresar a la celda de Ahumada. Una vez dentro, atacaron a los dos internos.
Cuando los penitenciarios llegaron, encontraron a Ahumada sobre un charco de sangre. Había recibido golpes y al menos 5 puñaladas que, una hora después, terminaron con su vida en el hospital Central.
El compañero de Ahumada, Marcelo Navarro, recibió heridas menores y una fuerte golpiza.