Crear a partir de las formas, la luz y los colores es la tarea diaria a la que se dedica Susana Gijón, una artista sanrafaelina que realiza vitrales.
El placer de disfrutar trabajando el cristal se trasluce en cada palabra con el que cuenta desde sus primeros pasos en este arte que aprendió de adulta como un hobby, hasta su última creación que se puede apreciar en la casona del Laberinto de Borges, ubicado en la estancia de la familia Aldao Bombal, a 11 kilómetros del centro de San Rafael.
"Con una amiga conseguimos una profesora en Mendoza y viajamos a aprender. Ya me encantaban los vitrales pero poder hacerlos, ir creando en forma permanente, terminó de definir que era esto lo que quería hacer", contó Susana a Los Andes.
La mujer explicó que el vitral es el arte de unir distintas piezas de vidrio mediante un elemento ligante para poder armar ventanas, lámparas y objetos decorativos. En la antigüedad, los maestros vitralistas usaron las varillas de plomo como elemento de unión; esta técnica aún persiste.
En su haber tiene más de cien vitrales de diferentes dimensiones realizados en distintos lugares. Entre ellos se destacan los del ayuntamiento de Cuevas de Almanzora -en Almería-, varias iglesias, en la Hermandad de Jesús el Nazareno, una obra de 40 metros para la Hermandad de María y varias casonas en distintos pueblos de España donde vivió durante ocho años junto a su familia.
"Mi primera obra en Almería fue en un café en el centro del pueblo en el que vivíamos, el dueño depositó su confianza en mi y le gustó", expresó.
También en San Rafael, su tierra natal a donde regresó hace unos cinco años, trabajó para muchas familias que eligieron tener en sus casas particulares ventanas con esta técnica. Además la restauración de un vitral en la iglesia Metodista en Bowen.
Su más reciente creación es una obra de 1,70 metros por 1,50, ubicada en la casona del Laberinto de Borges, inspirada en el cuento del escritor, "Las ruinas circulares". "Fue especial este trabajo porque desde el principio tenía una responsabilidad mayor, ya que Nacho Aldao (propietario y encargado del lugar) me dio la oportunidad de hacerlo y el único requerimiento fue "sorprendeme", y entonces era mi elección en todo", afirmó.
"¿Somos soñadores o somos producto de un sueño?, dice Borges en su cuento, esto y la creación, el fuego tiene mucho potencial y los círculos enriquecen y así nació este vitral", sintetizó la artista.
Es que para crearlo Susana tuvo la colaboración de Víctor Fabbro quien es alumno en su taller de vitrales y es un amante de la obra de Borges. Con él buscaron en la extensa narrativa del escritor hasta elegir "Las Ruinas Circulares", y luego la idea fue plasmada en papel por un dibujante, Mariano Sabéz.
Mientras conversa, Susana continúa con su labor. Sobre la mesa, vidrios de colores formarán luego flores unidas por estaño o plomo, pero por el momento sólo son fragmentos esparcidos como al descuido sobre un boceto en blanco y negro. Después de horas de trabajo, como por arte de magia todo tomará formas y se completará el conjuro cuando la luz atraviese el cristal.
Susana trabaja en su taller ubicado en Santa Fe y Balloffet, donde todos los días enseña a sus alumnos los secretos de este arte antiquísimo.
"Dos y tres alumnos por clase solamente, porque es muy personalizado el enseñarles y para que ellos aprendan a hacerlo", contó la vitralista quien agregó que comienzan haciendo cosas pequeñas pero terminan haciendo por ejemplo el vitral para una ventana de la casa de cada uno.
Este arte requiere de materiales que no se consiguen con facilidad, por lo que tiene que adquirirlos en Mendoza o en Buenos Aires. "Los vidrios son importados, hay nacionales pero no tienen variedad de colores", explicó, ya que al igual que el plomo y el estaño no se comercializa, como por ejemplo este último sí se vende para electrónica pero es realizado en diferentes proporciones a las que se necesita para el vitral.
Por el costo de los materiales, la vitralista sólo trabaja a pedido o por encargo. "Tuve la suerte de hacer trabajos grandes en España, incluso ya me había vuelto a la Argentina cuando me pidieron que realizara una obra grande, de 40 metros en la Hermandad de Jesús Nazareno, por lo que viajé y estuve tres meses allá y otro par de meses al otro año para concretarlo", relató.