Susana en el teatro, como en la tele

En "Piel de Judas", la obra que marcó el regreso de la diva a las tablas, Susana divierte al público con una suma de los clichés que el imaginario popular tiene sobre ella y se muestra tan fresca y espontánea como en su programa televisivo.

Susana en el teatro, como en la tele
Susana en el teatro, como en la tele

Las onomatopeyas, los ruiditos ("mm, mm, mm") que Susana Giménez, la diva de los teléfonos, popularizó en su programa para guardar el anonimato de los números marcados al llamar a los televidentes, son ovacionados cuando repite el gesto como parte de la obra “Piel de Judas” dirigida por Arturo Puig, en el porteño teatro Lola Membrives a sala repleta.

"Su, estás diosa", "Te adoramos, reina" son frases del público (en su mayoría mujeres de más de 30 años producidas con esmero para la ocasión) de las tantas escuchadas antes, durante y después de la función de la comedia, con gran producción e impecable vestuario.
El texto escrito por los franceses Pierre Barillet y Jean-Pierre Grédy, sobre las aventuras de Marion (Susana), una dama deslumbrante y mal hablada, quien enfrenta las infidelidades de su marido (Antonio Grimau) con ingenio, le sirve para desplegar una artillería de guiños cómplices hacia su hinchada fiel, y la llevan otra vez a pisar tablas con fuerza, tras 24 años.

El clima que se vive en los alrededores del teatro es parecido al experimentado en la previa al ingreso a un recital: automóviles a paso de hombre, calles hiperpobladas, las carteras de las damas aferradas al cuerpo por temor a los asaltos y gran excitación.

“Vinimos desde Tandil para verla. Ella nos acompaña siempre. Aunque las entradas son muy caras, vale la pena”, dijo una señora, celular en mano para prolongar en fotos cada detalle de la noche generosa en dorado. (Las entradas cuestan entre 300 y 700 pesos, cada una).

Las primeras siete funciones, incluida la noche del estreno, el pasado jueves 19, se agotaron rápidamente para asistir a una puesta también rápida y ágil, dotada de una dinámica televisiva que subraya el carisma de la comediante y le permite -una vez más- hipnotizar a sus devotos.

El matrimonio de Ana María Campoy y Pepe Cibrián estrenó “Piel de Judas” en el teatro Avenida en 1977 y cuenta la leyenda que Susana había sido convocada para el papel de la amante, propuesta que ella misma descartó para deslumbrar como vedette, ese año, junto a Alberto Olmedo y Jorge Porcel, en el Astros.

La lujosa escenografía, a cargo del talentoso Alberto Negrín, parece al servicio de las percepciones del imaginario popular sobre las preferencias personales de la diva, la locuaz hada madrina de los concursos televisivos, sin defraudar a sus seguidores.

Desde la imponente escalera, las estatuas, los rosales que trepan por las paredes, el césped extendido hasta las primeras filas, los pajaritos sobre los marcos de las puertas, los ventanales que revelan árboles enormes y los floreros, todo integra el universo y la estética Susana, la que se ve en los programas, durante las notas periodísticas y ella, ahora, los saca a escena.

Interacción con el público

Marion, en una de las escenas, se queja dolida del engaño de su esposo, que en realidad es una doble traición, porque el desliz es compartido con Nicole, una periodista (Antonópulos), a quien la protagonista había brindado su apoyo y la consideraba su amiga. “Bueno Su, tranqui”, grita una fan desde la platea, generando risas en la comediante para rematar la secuencia.

Esa complicidad, el diálogo entre los fans y su artista, es un condimento rutilante en la dinámica de "Piel de Judas" y conforma otra trama dominada por las interacciones, donde predominan la fidelidad y el agradecimiento hacia una estrella que hace de sus furcios y desconocimientos casi una marca de identidad.

Los actores Alberto Fernández de Rosa, David Masajnik, Goly Turilli y Marcelo Serre completan el elenco y se divierten con peso propio sobre el escenario, bajo la mirada de Puig.

La gente busca descubrir a su "ídola" en cada cuadro, por eso cada intromisión de mohínes o decires de su vida privada son agradecidos con aplausos y gritos desde la platea que, sobre todo, desea encontrarse en vivo con Susana la persona, más allá del personaje exigido por la obra.

En comunión con su legión de seguidores, Susana devuelve un “gracias, los amo” en el saludo final, mientras la gente se agolpa contra el personal de seguridad en busca de más imágenes capaces de extender los brillos de la velada y llevarse a casa un manojito de recuerdos dentro del programa de mano.

Las funciones: jueves y viernes a las 20.30, sábados a las 20 y 23 y domingos a las 20.

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